martes, 11 de septiembre de 2007

De escuelas y ludotecas

Supongamos que Zapatero se vuelve loco y me nombra Ministro de Educación. Supongamos que yo me vuelvo loco también y propongo la creación de una red de ludotecas paralela a la de escuelas. Imaginemos que el Consejo de Ministros, el Parlamento y las Comunidades Autónomas se contagian de la misma locura y aprueban el proyecto. Una vez supuesto e imaginado todo esto, elucubremos con lo que sucedería a continuación.
La idea es ofrecer a los padres una alternativa a la escuela. Los padres podrían elegir entre mandar a sus hijos a la escuela tradicional o a ludotecas, donde los niños jugarían libremente, se relacionarían entre ellos y, todo lo más, aprenderían canciones o desarrollarían actividades tipo taller (manualidades, teatro), siempre de acuerdo con sus gustos y aficiones.
No creo que esta propuesta alternativa tuviera mucho éxito. Serían pocos los padres que pensaran que sería más conveniente este paso por la ludoteca que por la escuela; pero, por descontado, alguno habría que llevara a sus hijos a la ludoteca. Al fin y al cabo, muchas de las cosas que se aprenden en la escuela son inútiles -pensarían- y las que son útiles las pueden aprender en casa. Además la escuela provoca demasiadas tensiones en los infantes, es más sano que crezcan de una forma más natural. Además, si, finalmente, va a seguir en el negocio de la familia, la escuela de poco le servirá, pensarían algunos.
Por seguir elucubrando, pensemos que el porcentaje de padres que optan por la ludoteca es de, pongamos, un cinco por ciento. Evidentemente es una cifra totalmente discutible, pero que intuyo es una magnitud nada descabellada.
Sigamos imaginando. El Ministro y demás responsables del invento de las ludotecas no están satisfechos con el "escaso" interés mostrado por su invento y deciden perfeccionarlo. Así, se establece que el horario de las ludotecas será más amplio que el de las escuelas. Las escuelas mantendrían su horario de nueve a cinco mientras que las ludotecas abrirían a las ocho de la mañana y no cerrarían hasta las ocho de la tarde. En ese intervalo podrían los padres pasar a dejar o recoger los niños cuando quisieran. Muchos padres que habían desestimado inicialmente la idea de la ludoteca volverían sobre sus pasos. Lo de tener que estar a las nueve en el colegio (y no a las nueve y cinco o las nueve y diez) para dejar al niño, y de nuevo allí a las cinco (y no a las cinco y cinco o a las cinco y diez) es un problema serio. La compatibilización del horario laboral con el de la escuela exige con frecuencia hacer juegos malabares. La ludoteca ofrece una alternativa a la colocación del niño que resuelve esas dificultades. Es cierto que el niño no aprenderá lo que se enseña en las escuelas; pero ya se resolverá esto más adelante -pensarían algunos padres-, ahora es prioritario poder colocar al niño durante todo el día, y además con la posibilidad de recogerlo cuando nos venga bien. Padres que no habían optado inicialmente por la ludoteca ahora sí que la verían como una alternativa razonable. No creo exagerar si pienso que este cambio duplicaría el número de familias que dejarían la escuela en favor de la ludoteca. Máxime si se les ofrece la posibilidad de ir un año a la ludoteca y al siguiente a la escuela. "Este año a la ludoteca, que estoy muy apurado con los horarios, y el año que viene ya lo mando a la escuela" -pensarían algunos-, claro que lo más probable sería que al año siguiente se hiciese la misma reflexión y así hasta el final del periodo de escolaridad.
Ya estamos en un diez por ciento de usuarios de la ludoteca. Pero el Ministro es insaciable y quiere más ¿cómo lo conseguirá? Visto el éxito de la ampliación de horario opta por la ampliación de fechas: las ludotecas no se ajustarán al calendario escolar. Todos las semanas, de lunes a viernes, durante todos los meses del año las ludotecas estarán abiertas. Se acabaron los problemas de los últimos días de junio y los primeros de septiembre, o los que se derivan de que el día de la fiesta local de la escuela los padres trabajen. La vacaciones familiares resueltas, pues se pueden coger cuando se quieran sin tener que preocuparse porque el niño falte a clase. Para completar la oferta, cada ludoteca dispondría de una minienfermería donde podrían quedarse los niños con gripe, catarro, amigdalitis o cualquier otra de estas molestas enfermedades que impiden a los padres llevarlos a la escuela con el consiguiente trastorno que ello ocasiona.
No sé si esta ampliación del calendario permitiría doblar el número de adeptos a la ludoteca. Quizás sí, pero seamos más modestos, limitémonos a pensar que la subida de los usuarios es de un cinco por ciento más. Ya estamos en el quince por ciento. No está mal, pero el Ministro es ambicioso, quiere más ¿cómo lo conseguirá? El siguiente paso es establecer que el titulo que reciban quienes asistan a la ludoteca y el que reciban los que acudan a la escuela y posterior instituto será igual. La entrada en el Bachillerato o en la Formación Profesional tendrá que estar igualmente abierta a quienes hayan cursado sus cursos en la escuela o en la ludoteca. No se podrá establecer ningún filtro que impida directa o indirectamente el acceso a los estudios superiores a los que hayan preferido acudir a la ludoteca.
Pienso que esta última "mejora" del sistema sería definitiva. Una vez resuelta la cuestión administrativa los escrúpulos de muchos padres desaparecerían. Si el título es el mismo -pensarán muchos- ¿por qué no vamos a optar por la vía que resulta más cómoda para nosotros y en la que el niño será más feliz? Que disfrute de estos años de infancia que no se repetirán y ya tendrá tiempo a partir de los dieciséis de aprender. Será tarea de los profesores que se encuentre a partir de entonces ponerlo al día para que se cumpla el mandato legal y tenga las mismas oportunidades que los que fueron a la escuela. Además, como mi niño es muy listo no tendrá problemas. ¡Qué satisfacción tan grande verlo disfrutar estos años! Su mente despierta permanecerá fresca y cuando le toque ponerse a estudiar, con qué gracia y poderío mostrará a los empollones de la escuela lo inteligente que es. Si es que saber yendo a la escuela no tiene mérito. Mérito el de mi niño. Y además qué bien nos lo vamos a montar de aquí a entonces... vaya, una felicidad completa.
Quien piense que el razonamiento del párrafo anterior es pura ficción es que no ha asistido nunca a una reunión de padres de alumnos. No digo que todos, ni siquiera la mayoría de padres, piensen así; pero casi me atrevo a aventurar que entre un cuarto y un tercio de los padres (y madres, por supuesto) encajarían en el monólogo que acabo de inventar. Así pues, sumando estos a los otros, podríamos encontrarnos con un cuarenta por ciento de niños abandonando la escuela en favor de la ludoteca.
¿Qué pretendía con el experimento mental anterior? Pues mostrar lo ya sabido, que las escuelas se ven más como aparcamientos de niños que como lugares de aprendizaje. Que hay un número importante de adultos que no aprecian como se debiera la importancia de la educación en su sentido más clásico, esto es, la adquisición de conocimientos y técnicas que permiten desarrollar operaciones matemáticas, entender un texto escrito, redactarlo, comunicarse en lenguas extranjeras o familiarizarse con los mecanismos que explican el funcionamiento de la naturaleza y de la sociedad. Todas estas cuestiones son secundarias para muchas familias, y mientras esto siga así poco podemos hacer. Quizás fuera bueno implantar el sistema de ludotecas que propongo para que, al menos, una parte de los niños (los que optan por asistir a la escuela) sí que puedan adquirir una formación suficiente para el mundo tremendamente complejo que les espera.
¡Ah! y que nadie piense que me mofo de los problemas que plantea combinar el trabajo con las responsabilidades maternas y paternas. Sé muy bien lo que cuesta, me solidarizo con todos los padres que, como yo, tenemos que convivir con ese difícil equilibrio y propugno que se establezcan medidas que faciliten la compatibilización de la vida familiar y profesional; pero todo esto no debe hacernos perder de vista que la función de la escuela es formar y enseñar a los niños, no cuidarlos.

lunes, 10 de septiembre de 2007

Los coches de seguridad y McLaren

Fue en el gran premio de Mónaco, cuando las relaciones entre Fernando Alonso y su equipo comenzaron, seguramente, a estropearse de verdad. Alonso había ganado tras mantener una interesante lucha con Hamilton, segundo. Hamilton pugnaba por no separarse del asturiano, que había salido primero, con la esperanza de adelantarle en boxes. Alonso, sabiendo que ese era el riesgo, forzaba el ritmo para mantener una diferencia que rondaba los 10 segundos, suficiente para que resultara imposible pasarle en las vueltas extras de las que podría disponer Hamilton. Al final de la carrera Hamilton se quejó de que le hubieran adelantado la segunda parada en boxes para favorecer a Alonso. La protesta era absurda, pues con una diferencia de 10 segundos se necesitan, en las mejores condiciones, al menos 10 vueltas para superar al piloto que se ha detenido en primer lugar. Parando cuatro, cinco o, incluso, seis vueltas más tarde de lo que lo hizo no hubiera arreglado nada y seguiría siendo segundo.
Hasta ahí nada relevante, la pataleta propia de un piloto de formula 1, egoísta y seguro de ser el mejor, como, probablemente, son todos ellos. Sucedió, sin embargo, que Ron Dennis, presionado por la prensa inglesa que ansiaba poder contar que la victoria de Alonso se debió a las ayudas del equipo, dijo que si se había adelantado la parada de Hamilton había sido para protegerle de un safety car. Esto es, viendo que no podría superar a Alonso por su mejor ritmo se optó por adelantar su entrada para que así no se viera perjudicado en caso de que tuviese que entrar en pista un coche de seguridad, lo que podría haber supuesto que fuese adelantado por quienes ya habían hecho su segunda parada en boxes. Estas palabras de Dennis dieron pie a la FIA para investigar si las órdenes de equipo habían pretendido favorecer a Alonso respecto a Hamilton. Como es sabido, la investigación quedó en nada, pues en las circunstancias de carrera que se dieron la opción de adelantar la parada era la mejor para garantizar los dos primeros puestos para McLaren, sin que esas arriesgadas vueltas adicionales de Hamilton en la pista pudieran servirle realmente para superar a Alonso.
Todo el asunto sirvió para que se dedicaran más energías a justificar la carrera de Alonso que a celebrar su victoria. Además se preparaba el terreno para las "compensaciones" a Hamilton, que no tardaron en llegar. La última ayer, en el gran premio de Monza, y me pareció tan descarada que no me resisto a callarla, visto que ha pasado desapercibida en la prensa, pese a ser de lo más significativo de la carrera de ayer.
La situación se plantea al final del segundo stint. Raikkonen va a una sola parada y por delante de él tiene a Hamilton (segundo) y Alonso (primero). Como ambos tienen que hacer una parada más antes de acabar la carrera precisan sacar en pista una ventaja de entre veintiocho y treinta segundos respecto al de Ferrari para garantizar que tras esa segunda parada se saldrá por delante de él. Lo de veintiocho/treinta segundos no es cosa mía, sino de Pedro Martínez de la Rosa, quien en sus comentarios dijo primero treinta para luego mantener que con algo menos sería suficiente si no había ningún problema en boxes.
Pronto se vio que Hamilton no podría conseguir esa ventaja. Veintipocos segundos respecto a Raikkonen cuando ya se le agotaban las vueltas de las que disponía. Alonso, en cambio, sí que hacía los deberes y vuelta a vuelta hacía más grande su separación de Kimi. Cuando le tocaba entrar a Hamilton Alonso ya había conseguido suficiente renta como para poder hacer la parada y salir por delante de Kimi, quizás algo justo, pero había que pensar que un coche de seguridad en ese momento arruinaría todo el trabajo y convertiría a Kimi en ganador. En esas circunstancias, y viendo que Hamilton no podía conseguir la renta suficiente sobre Kimi, lo lógico sería que entrara Fernando para asegurar la victoria. No sucede así, sino que entra Hamilton. Bueno, no pasa nada -pensé- Alonso entra en la vuelta siguiente y así dispone de seis décimas más de ventaja sobre Raikkonen por si pasara algo en la parada. Pero no, tampoco en la siguiente entra Alonso... ni en la otra, fue tres vueltas más tarde cuando hizo su repostaje. De la Rosa ya estaba nervioso, pues veía que se trataba de vueltas absurdas. Una vez conseguida la ventaja suficiente para salir por delante de Raikkonen ¿para qué arriesgarse a que entrara el coche de seguridad? Bueno, hay una explicación. Si el coche de seguridad hubiera entrado en las vueltas 41 o 42, las que estuvo en pista Alonso tras el repostaje de Hamilton, éste hubiera superado a Alonso. Cada vuelta de más era una posibilidad para Hamilton de ponerse por delante de su rival. ¿Era consciente Alonso de ello? ¿Pidió adelantar la entrada en boxes y se lo negaron? ¿Estuvo todo planificado para abrir alguna ventana al triunfo de Hamilton desde el equipo? Si la respuesta a la última pregunta es "sí" (la más probable) nos encontraríamos con una muestra clara de la "igualdad de oportunidades" que preconiza McLaren. Y si es "no"... pues no me lo creo, salvo que me den alguna razón para haber tenido esas tres vueltas más a Alonso en pista. Yo más bien creo que Alonso pidió entrar y se lo negaron, y de ahí la no contestación a las felicitaciones por la radio tras su victoria. La frialdad del campeón tras la carrera con su equipo y con su jefe alguna explicación tienen que tener. Algún día se sabrá... supongo.

domingo, 9 de septiembre de 2007

Cuatro centésimas

Mañana la prensa deportiva y general se rendirá de nuevo ante Fernando Alonso. El amo, arrollador, dominó de principio a fin... y un largo etcétera de hipérboles y loas. Ya he dicho que me declaro alonsoniano, y por tanto, me gusta que gane y que se reconozcan los méritos deportivos que, sin duda, tiene; pero tengo que ser fiel a mi criterio y manifestar que no son todo luces lo que brilla sobre su horizonte, pese al estupendo resultado de este fin de semana.
Si contemplamos los datos en un primer nivel tendríamos que concluir que el dominio de Alonso ha sido apabullante: mejor tiempo en las tres tandas de la calificación, líder de la carrera de principio a fin excepto cinco giros y vuelta rápida en carrera. Expediente inmaculado. Ahora bien, si descendemos un primer nivel en el análisis nos acercaremos más a la realidad.
Para mí la clave estuvo en el último giro de la Q3. Alonso había hecho un tiempo extraordinario en el primer intento, cuatro décimas más rápido que Hamilton (su único rival, no entraré ahora en el tema de la diferencia de coche entre McLaren y Ferrari porque creo que ya ha quedado suficientemente claro sobre la pista). Quedaba, sin embargo, el último intento. Hamilton hace una muy buena vuelta que por sólo cuatro centésimas no supera la anterior de Alonso. Alonso venía por detrás y en el primer sector había sido más rápido que Hamilton, pero en el segundo sector parece ser que cometió un falló y, a partir de ahí, levantó el pie sabiéndose ya en posesión de la pole. Gran mérito de Alonso el tiempo increible en su primer intento de la Q3, pero, de nuevo, comete un error en la vuelta decisiva, que no lo fue finalmente por esas escasas cuatro centésimas que dan título a esta entrada. Sin esas cuatro centésimas de nuevo nos encontraríamos, tal como sucedió en Turquía, con que Hamilton saldría por delante, pese a que Alonso es regularmente más rápido que Hamilton. Estos fallos repetidos de Alonso en el momento clave de la calificación (también le pasó en el gran premio de Europa, quedando por detrás de Kimi, y en Canadá, donde Hamilton le superó) me preocupan como seguidor suyo. Si se repiten tiene difícil la consecución del título. Para verlo especulemos con la situación en la que esas cuatro centésimas se hubiesen decantado del lado de Hamilton.
Alonso hubiera salido segundo, y dudo que hubiera mantenido esa posición. En la carrera real Hamiltón la peleó bien, pero este año no veo a Alonso fino en las salidas. De hecho hoy tanto Massa como Hamiltón le amenazaron, pese a que Alonso tenía toda la ventaja saliendo en la primera posición y, por tanto, obviamente, por la parte limpia de la pista. De estar en segunda posición quizá en el primer paso por meta Hamilton sería primero y Alonso tercero o cuarto. Y a partir de ahí, a sufrir. No veo a Alonso pasando a los Ferrari como Hamilton pasó a Raikkonen en la primera chicane. Echo a faltar ese punto de agresividad del que antes gozaba. Sin él, tendría que haberse mantenido detrás de los Ferrari mientras Hamilton abría hueco. Tras la retirada de Massa aún le quedaría Raikkonen por delante, sin posibilidad de adelantarlo en los boxes al ir el de Ferrari a una sola parada. Tercer puesto lo más probable. Quizás un segundo si el margen de diferencia entre los dos coches era el suficiente como para poder pasarlo sin arriesgar mucho. En cualquier caso, imposible el asalto a Hamilton. Poniéndonos, pues, en la mejor de las opciones resultaría que ahora Hamilton estaría siete puntos por delante de Alonso a falta de cuatro carreras. Medio campeonato en el bolsillo, pues Alonso no dispondría de ningún margen de error en las cuatro carreras que faltan. En la situación actual, en cambio, Alonso puede permitirse el lujo de quedar por detrás de Hamilton en una de ellas. Si le supera en las otras tres será campeón. Complicado, pero menos.
¿Qué nos espera, por tanto, hasta final de temporada?. A estas alturas creo que las cartas están ya sobre la mesa. Alonso es más rápido en carrera que Hamilton, y seguramente cuida más el coche, lo que disminuye las posibilidades de fallos mecánicos (aunque, desde luego, no la elimina). Hamilton, por contra, es más seguro en las vueltas decisivas de la calificación y le salen mejor los adelantamientos (Kubica en Magny Cours -creo que fue en Magny Cours-, Raikkonen hoy). En estas circunstancias Alonso tiene que sacar en cada circuito tres o cuatro décimas extra a partir del análisis del trazado, los reglajes y su inspiración al conducir si quiere superar a su compañero. Con un margen de sólo una o dos décimas sus fallos en la calificación le condenarán al segundo escalón del campeonato mundial. Hamilton debe seguir como hasta ahora. Con ir pegado a Alonso puede contar con que en la Q3 le superará, salvo que Alonso vaya muy descargado o realmente nos encontremos en un circuito donde Fernado vaya especialmente bien y encuentre ese algo diferente que le convierte en un piloto especial.
Queda el aspecto anímico y la concentración. En la última entrada comentaba, tras Turquía, que veía a Alonso más humilde y centrado. Creo que se dio cuenta de que en ese gran premio había dado una imagen mediocre, pese al buen resultado obtenido. En Monza creo que ha continuado esa progresión en el carácter. Centrado, serio sin ser arisco y pensando -eso creo- que en él está la clave para ganar el Mundial, incluso sin contar con todo el apoyo que quisiera del equipo. Su mirada en el podio era la de una persona feliz y serena. Que dure...
Siguiente parada, Spa, con Eau Rouge y su tiempo cambiante ¿qué nos encontraremos?