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martes, 5 de abril de 2022
Los burócratas de Bruselas viajan a Kiev
sábado, 2 de abril de 2022
Motomami
No recuerdo que me haya pasado nada semejante con ningún otro disco. Y casi diría que con ninguna otra cosa (película, libro...).
La primera vez que escuché algo de Motomami me dije ¿qué es esto? ¡qué horror! o, quizás, ¡qué chorrada!
Pero me puse a escuchar el disco entero, de Saoko a Sakura y me dije: "No está tan mal, ahí hay algo".
Luego lo escuché varias veces más y tras acabar cada una de ellas sucedía lo mismo: el disco me parecía mejor que en la audición anterior y tenía más ganas de volver a él.
Eso sí, casi siempre escuchándolo entero. Escuchar temas sueltos es -a mi juicio- peor que escuchar un movimiento aislado de una sonata. Es como leer versos sueltos de un soneto y pensar que les vas a encontrar sentido. Para mi gusto el encadenado de unos temas con otros transmite bastante y contribuyen a trasladar esa imagen de mensaje más o menos profundo.
Creo que algunas de las críticas que han hecho al disco parten de esa sensación -en el álbum hay más de lo que aparenta a simple vista- y se pretende encontrar "la explicación"; pero esto no sé si es un propósito sensato. Para mí, lo llamativo es que tantos intuyan (intuimos) que hay un "algo más" y nos devanemos los sesos intentando encontrarlo.
Confieso que yo todavía no he llegado al punto en el que diga que lo entiendo. Me imagino que en mi caso será difícil llegar a ese punto porque mi desconocimiento musical es oceánico. No solamente es que no tenga ni idea de solfeo sino que no tengo ni idea de estilos musicales, cantantes o todo ese mundo. Por ejemplo: hoy le preguntaba a mi hija si Weekend, quien interpreta con Rosalía el tema "Fama", era un cantante conocido. Me miró con estupefacción y dijo muy despacio, casi separando las sílabas: "muy famoso, mucho". Bueno, para mí un desconocido.
Así que lo tengo mal para llegar a la comprensión del disco. Ahora bien, eso no impide, y ahí creo que radica una de las claves de lo que es su éxito, que pueda disfrutarlo ¡y eso que los estilos de música con los que juega no me atraen!
Por especular, creo que Rosalía juega con elementos que contribuyen a esto. Elementos sencillos, pero que en su conjunto son eficaces:
- Encadenado de temas con estilos muy diferentes.
- Cambio de estilo dentro del mismo tema.
- Letras que incluyen palabras incomprensibles, términos de otros idiomas o una pronunciación que a veces dificulta el entendimiento.
Todo lo anterior y más hace que el oyente tenga casi que forzarse a ponerse en disposición de preguntar ¿qué nos está queriendo decir?
Ese es el truco, porque cuando piensas que hay algo más ya te volverás loco buscándolo.
A partir de aquí hay una clave bastante sencilla que hace que todo encaje bastante. Rosalía, aparentemente, nos está hablando de sí misma y de un proceso de transformación que se basa en la mezcla.
Lo anterior no es que necesite mucha exégesis. Ya está en la primera canción del disco y es una idea que se repite de mil maneras a lo largo de todo el álbum. Entre otras cosas con la imagen de la mariposa (que sale en varios temas) y con esa mezcla de temas y de diferentes estilos dentro de los temas. Se trata, además, de una mezcla con unos elementos básicos bastante claros: el "Moto", lo urbano, lo oriental, lo sofisticado, lo artificial; y el "Mami", lo íntimo, lo natural, lo cercano y hasta familiar.
No es nada para catedráticos de filosofía. Lo anterior es muy sencillo, está al alcance de todos y todos se ven gratificados por haber "pillado" una especie de mensaje oculto que, como digo, es bastante evidente.
Pero Rosalía, como comentaba, lo rodea de misterio, y le añade elementos que inciden en ello: la referencia a una especie de alfabeto "formalizado" y "sorpresas" como la inclusión en uno de los temas de un mensaje de voz de su abuela (¡vaya narices que hay que tener para hacer una cosa así!).
Y a lo anterior se une un buen gusto o un instinto o un conocimiento (cada uno que opte por lo que prefiera) que contribuye a que todo esto funcione. Aquí los que saben de música encontrarán muchos elementos para juzgar; pero incluso los que no sabemos podemos darnos cuenta de algunos de ellos. Quizás, precisamente, porque, en el fondo son bastante sencillos, y el talento está en haber acertado en cada momento con un recurso simple y, a la vez, potente. Pondré dos ejemplos.
En "Bulerías" es su voz, unos coros (¿se puede decir así?) y una caja. Justo en el momento en el que habla de que la maldicen, la voz de Rosalía pasa a un segundo plano y la caja pasa al primero. De alguna forma la vemos a ella en la lejanía y a nuestro lado a quienes la maldicen. Es un momento, porque luego el coro alegre nos devuelve al espíritu del tema. Es una cosa sencilla, trivial y, quizás, incluso a quienes sepan de música les dejará fríos porque habrán percibido el mecanismo antes de haber gozado del efecto; pero puede ser esa la razón de que sea tan popular. A quienes no conocemos tanto de música nos llega primero el efecto y luego, en algunos casos, se nos descubre el mecanismo.
Otro. En el artículo en El Confidencial sobre el álbum de Héctor García Barnés, se habla del ¿verso? "Pa’ ti na’ ki, Chicken Teriyaki". Bueno, una chorrada, quizás, pero hoy me fijaba en lo que viene antes: "Rosas sin tarjeta, se las mando a tu gata, te la tengo con roleta". Aquí lo que produce el efecto es el contraste de las vocales abiertas que preceden al "Pa'ti na'i, Chicken Teriyaki", en el que la "i", cerrada, domina. No creo que sea muy común buscar un efecto mediante el contraste de vocales abiertas y cerradas; pero el caso es que funciona.
Mi impresión es que el álbum está lleno de recursos que unen la sencillez a la eficacia; esto es, que son aptos para gente como yo que no tiene ni conocimientos ni sensibilidad musical y que se ha quedado enganchado a un álbum que suma estilos que, por separado, aborrezco.
No creo que el mensaje sea más profundo que lo que aparenta: Rosalía quiere sacar un nuevo álbum en el que mezcle los diferentes estilos que ha ido probando; esa mezcla es para ella una combinación de lo urbano y artificial con lo personal y profundo, y eso se traslada a los estilos de las canciones, a las letras y a los temas. Sabe que es un cambio y que desafía con él a los que habían disfrutado de su álbum anterior, pero asume los riesgos porque cree que es su tarea como artista.
Este es el mensaje del álbum. No es la cura del cáncer ni la solución de las desigualdades sociales. Es un mensaje estrictamente personal en el que habla de su éxito, su familia, sus deseos y cómo ve el futuro.
Pero en las obras de arte lo importante no es el mensaje, sino cómo se transmite ese mensaje. Y aquí Rosalía ha encontrado una vía para atraparnos y conseguir que algo trivial y sencillo sea arte. Pero, precisamente por eso lo es.
Voy a volver a escuchar el álbum...
* Originalmente, esta entrada fue un comentario en el muro de Facebook de Leyre Iglesias.