No es original comparar Las Meninas con el Guernica. Sin ir más lejos, acabo de leer un comentario del director del Reina Sofía en el que decía que el primero de estos cuadros es el epicentro de El Prado, mientras que el segundo lo es del Reina Sofía. No por tópico, sin embargo, puedo dejar pasar la ocasión de explicitar la impresión que tuve el otro día mientras pasaba cerca de la sala de El Guernica en el Museo Reina Sofía. Yo estaba cerca de la maqueta del pabellón de España en la Exposición de París de 1937. Desde allí veía a quienes rodeaban El Guernica, parados, extasiados, impresionados por la fuerza que emana de ese cuadro. El cuadro de los visitantes contemplando la obra de Picasso me recordó vívamente el que cada día se repite ante Las Meninas en El Prado. La misma curiosidad por el icono que se ve transformada en admiración, en auténtico goce estético que alcanza a todos (o casi todos). Lo mismo da que se tenga formación artística o que se sea un miserable bruto (como es mi caso); poco importa que se conozca el contexto de los cuadros o que se aterrice frente a ellos casi por casualidad. En los ojos de quienes los miran hay siempre luz, una inexplicable inteligencia. Pareciera que el pintor siguiera hablando a través del mensaje oculto en su obra y que nosotros fueramos capaces de captar de alguna manera lo que él (ellos) quisieron expresar mediante formas y colores hace décadas o siglos.
No soy un gran admirador de la pintura, pero he de reconocer que Las Meninas y El Guernica me hipnotizan y compruebo que también aquí no soy más que reflejo de sentimientos comunes a todos los seres humanos. ¿Qué explicará que formas y colores que pretenden representar una escena de corte del siglo XVII y el desgarro de una guerra impacten a quienes hoy las contemplen, personas completamente ajenas a las experiencias que reflejan esos cuadros? Para mi es un misterio.
Reparando en la multitud que rodeaba El Guernica, compuesta en gran parte por extranjeros, al igual que la que asedia a Las Meninas, no pude tampoco evitar pensar que quizás se trataba de las dos obras más importantes de la pintura española. Ciertamente, se trata de una afirmación discutible, que no descansa en una verdad objetiva (¿qué es la pintura española? ¿por qué son las más importantes?). Seguramente se podrían encontrar muchos argumentos en contra de la afirmación anterior ¿cuántos cuadros no habrá que reclamen el honor de situarse en la cúspide de la pintura? ¿tiene sentido clasificar las obras de arte por países? Tantas preguntas... pero lo cierto es que esta posición de primacía parece haber sido asumida por una mayoría. La reflexión del director del museo del Reina Sofía con la que comenzaba parece dar respaldo a esta imagen: Las Meninas y El Guernica, las dos obras más importantes de la pintura española, las más representativas, las que podrían resumir la pintura, la sociedad, la historia de este país. Me resultó sugerente la idea: la corte de los Austrias y la Guerra Civil. Por una parte, la imagen de la sociedad del siglo de oro, nobles, artistas ennoblecidos y bufones; todos ellos contemplados por los reyes que se reflejan en el espejo del fondo y que, por tanto, se confunden con nosotros, espectadores del cuadro durante siglos. Una imagen tranquila, detenida, en el que el movimiento se basa en un juego de espejos. Por otra parte la agitación de la guerra. Ruido (sí, sí, ruido, ¿no oís cómo suena El Guernica?), dolor, angustia. El cuadro que desaparece para fundirse con el espectador y el cuadro que encierra y congela una realidad que ha extraido de un mundo que tememos. ¿Será éste un resumen posible de España?
No soy un gran admirador de la pintura, pero he de reconocer que Las Meninas y El Guernica me hipnotizan y compruebo que también aquí no soy más que reflejo de sentimientos comunes a todos los seres humanos. ¿Qué explicará que formas y colores que pretenden representar una escena de corte del siglo XVII y el desgarro de una guerra impacten a quienes hoy las contemplen, personas completamente ajenas a las experiencias que reflejan esos cuadros? Para mi es un misterio.
Reparando en la multitud que rodeaba El Guernica, compuesta en gran parte por extranjeros, al igual que la que asedia a Las Meninas, no pude tampoco evitar pensar que quizás se trataba de las dos obras más importantes de la pintura española. Ciertamente, se trata de una afirmación discutible, que no descansa en una verdad objetiva (¿qué es la pintura española? ¿por qué son las más importantes?). Seguramente se podrían encontrar muchos argumentos en contra de la afirmación anterior ¿cuántos cuadros no habrá que reclamen el honor de situarse en la cúspide de la pintura? ¿tiene sentido clasificar las obras de arte por países? Tantas preguntas... pero lo cierto es que esta posición de primacía parece haber sido asumida por una mayoría. La reflexión del director del museo del Reina Sofía con la que comenzaba parece dar respaldo a esta imagen: Las Meninas y El Guernica, las dos obras más importantes de la pintura española, las más representativas, las que podrían resumir la pintura, la sociedad, la historia de este país. Me resultó sugerente la idea: la corte de los Austrias y la Guerra Civil. Por una parte, la imagen de la sociedad del siglo de oro, nobles, artistas ennoblecidos y bufones; todos ellos contemplados por los reyes que se reflejan en el espejo del fondo y que, por tanto, se confunden con nosotros, espectadores del cuadro durante siglos. Una imagen tranquila, detenida, en el que el movimiento se basa en un juego de espejos. Por otra parte la agitación de la guerra. Ruido (sí, sí, ruido, ¿no oís cómo suena El Guernica?), dolor, angustia. El cuadro que desaparece para fundirse con el espectador y el cuadro que encierra y congela una realidad que ha extraido de un mundo que tememos. ¿Será éste un resumen posible de España?
El arte mi querido, es solo el espejo en que nos miramos.
ResponderEliminarAllí reconocemos lo que ni siquiera sabíamos que existía dentro de nosotros.
Para decir que no sabes de arte, lo haces muy bien, buen post, buen blog, regresaré a saludarte...no dejes enfriar el café, jeje
Bienvenida Marta. Gracias por pasarte.
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