... y la gheisa depositó la taza sobre la mesa, con la inclinación justa, la esperada. El samurai la miró complacido y acercó su mano al recipiente. Casi imperceptiblemente la empuñadura de su espada rozó la madera de boj. La mano se detuvo en el aire un instante. El shogún entrecerró los párpados, nada dijo; el emperador aparentaba dormir.
Al día siguiente rodaba la cabeza del samurai. "Supuse que sería vuestro deseo", explicaba el shogún al emperador mientras una gheisa -quizás la misma- le cantaba.
¿Quién no es gheisa, samurai, shogún, emperador?
Te dejo un fuerte abrazo...
ResponderEliminarLo mismo, Armida.
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