Me ha sorprendido el artículo del vicedirector de La Vanguardia de hoy domingo. Trata un tema delicado, la presencia de la OTAN en Afganistán; y lo hace con una gran claridad de ideas. El propio título es significativo ("¿Otra guerra medieval de cien años?"); critica la presencia de las tropas de la Fuerza internacional de asistencia a la seguridad en Afganistán (en condición de invasores, dice); se sorprende de que se admita que la presencia deberá prolongarse varias décadas y acaba profetizando que la salida del último soldado de las fuerzas internacionales de Afganistán se hará en helicóptero desde el tejado de una embajado o la azotea del cuartel general de la OTAN. De esta profecía a varios años vista pasa al análisis de la situación actual, poniendo de manifiesto la nula utilidad de las elecciones próximas dado el papel que juegan en todos los sectores del país los productores de opio. El tono crítico hace que se deslice en el artículo una frase que, en mi opinión, es extraordinariamente dura: "siempre eluden poner una fecha a la salida de las tropas aliadas de aquel miserable país asiático". Lo de "miserable país asiático" suena, desde luego, muy duro.
No digo yo que esté equivocado el vicedirector de La Vanguardia; me faltan conocimientos y formación para poder contradecirle; pero sí que, como decía, me sorprende el artículo; y lo hace porque el tema creo que merece algo más que brochazos, sobre todo si se va afirmar que la OTAN será derrotada sin paliativos en Afganistán y que toda la estrategia occidental en Asia Central está equivocada.
No creo que Afganistán sea, simplemente, un "miserable país asiático". Desde la Antigüedad es un país clave estratégicamente. Desde Kabul, Babur lanzó en el siglo XVI la campaña que acabó con la conquista del Norte de la India, creando el Imperio más rico del Mundo en aquel momento. Ya en el siglo XIX, Afganistán fue protagonista en "El Gran Juego", que enfrentó al Imperio Británico y a Rusia por el control de Asia Central. Actualmente es clave en una de las regiones más importantes del Mundo, por su vecindad con Pakistán (y la India), su cercanía a China y a los recursos de Asia Central. Entiendo que son circunstancias que deben, al menos, tenerse en cuenta si se plantea seriamente marcharse y abandonarlo todo.
Pero es que no se trata solamente de razones estratégicas. En los años finales del siglo XX y en el principio del XXI, antes del 11-S recuerdo la indignación con la que casi todos recibíamos las noticias de Afganistán, la forma en que se trataba a las mujeres, las ejecuciones públicas, la destrucción de los símbolos de otras culturas. Ya entonces se alzaban voces planteando si podíamos quedarnos de bazos cruzados ante atentados tan graves contra los Derechos Humanos.
Es cierto que no parece que se haya avanzado mucho en Afganistán en el tema de los Derechos Humanos desde que las tropas de la OTAN están allí ; pero ¿ha llegado ya el momento de decir, no podemos hacer nada, ahí tenéis vuestro "miserable país" (en término del Vicedirector de La Vanguardia, no mío) y morid como mejor queráis? ¿Es que no es posible hacer nada más?
Si es así, digámoslo, pero teniendo en cuenta todas las circunstancias y también todas las consecuencias. Si no tenemos voluntad o capacidad para estabilizar Afganistán, dentro de unas décadas Afganistán puede estar en nosotros, aquí.
No digo yo que esté equivocado el vicedirector de La Vanguardia; me faltan conocimientos y formación para poder contradecirle; pero sí que, como decía, me sorprende el artículo; y lo hace porque el tema creo que merece algo más que brochazos, sobre todo si se va afirmar que la OTAN será derrotada sin paliativos en Afganistán y que toda la estrategia occidental en Asia Central está equivocada.
No creo que Afganistán sea, simplemente, un "miserable país asiático". Desde la Antigüedad es un país clave estratégicamente. Desde Kabul, Babur lanzó en el siglo XVI la campaña que acabó con la conquista del Norte de la India, creando el Imperio más rico del Mundo en aquel momento. Ya en el siglo XIX, Afganistán fue protagonista en "El Gran Juego", que enfrentó al Imperio Británico y a Rusia por el control de Asia Central. Actualmente es clave en una de las regiones más importantes del Mundo, por su vecindad con Pakistán (y la India), su cercanía a China y a los recursos de Asia Central. Entiendo que son circunstancias que deben, al menos, tenerse en cuenta si se plantea seriamente marcharse y abandonarlo todo.
Pero es que no se trata solamente de razones estratégicas. En los años finales del siglo XX y en el principio del XXI, antes del 11-S recuerdo la indignación con la que casi todos recibíamos las noticias de Afganistán, la forma en que se trataba a las mujeres, las ejecuciones públicas, la destrucción de los símbolos de otras culturas. Ya entonces se alzaban voces planteando si podíamos quedarnos de bazos cruzados ante atentados tan graves contra los Derechos Humanos.
Es cierto que no parece que se haya avanzado mucho en Afganistán en el tema de los Derechos Humanos desde que las tropas de la OTAN están allí ; pero ¿ha llegado ya el momento de decir, no podemos hacer nada, ahí tenéis vuestro "miserable país" (en término del Vicedirector de La Vanguardia, no mío) y morid como mejor queráis? ¿Es que no es posible hacer nada más?
Si es así, digámoslo, pero teniendo en cuenta todas las circunstancias y también todas las consecuencias. Si no tenemos voluntad o capacidad para estabilizar Afganistán, dentro de unas décadas Afganistán puede estar en nosotros, aquí.
detràs de todo esto, detràs del "miserable paìs", detràs de la presencia de fuerzas extranjeras, se encuentran la corrupciòn, la ambiciòn, y el mantener una posiciòn extratègica a costa de lo que sea...¿las elecciones?, una pantomima mas...
ResponderEliminarTal vez debamos aceptar que aunque nos duela, y aùn enrando a sangre y fuego como hicieron en Irak, no se pueden resolver problemas de otras culturas, donde reinan intereses que nada tienen que ver ni con la paz, ni con la empatìa...
besos amigo