Al principio lo único que importaba era el motor. Cuanto mejor y más potente fuera el motor más correría el coche. Luego los constructores se dieron cuenta de que la forma del coche podía tener una incidencia decisiva en la velocidad y el agarre del mismo. Así no tuvieron más remedio que desarrollar tanto el motor como la aerodinámica. Cuando los distintos coches se igualaban detalles cada vez más pequeños marcaban la diferencia: una fracción de segundo menos entre marcha y marcha, la mejora del diferencial... cada circunstancia contaba y podía aportar una décima o décima y media por vuelta que ahora resultaba crucial.
Ahora bien, así y todo, con los coches tan igualados el elemento decisivo pasaron a ser los neumáticos. Hace unos años el jefe de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo se quejaba de que el Mundial de F1 se había convertido en un mundial de neumáticos. Ferrari llevaba neumáticos Bridgestone, que daban un rendimiento menor que los Michelín de otros equipos. Al final Renault se llevó el campeonato calzando estos neumáticos.
Ahora motores, caja de cambios, gran parte de la aerodinámica y los neumáticos son uniformes para todos los equipos. Desde luego que la forma en que encajan todos los elementos sigue siendo fundamental y de ahí que, por ejemplo, Red Bull tenga la ventaja que ahora tiene. El diseño del coche y la articulación de todos sus elementos sigue siendo fundamental; pero este año tenemos otro elemento relevante: los estrategas.
La clave fundamental de esta temporada está en la alta degradación de los neumáticos. La temporada pasada resultaba obligatorio hacer al menos una parada porque por normativa era (y es) preciso montar durante la carrera dos tipos diferentes de neumáticos; pero el neumático podía aguantar toda la carrera sin excesivos problemas, al menos en algunos circuitos. De hecho vimos varios casos en los que el cambio obligado se hizo bien el primera vuelta (Alonso en Mónaco) o en la última (Kobayashi no recuerdo ahora dónde).
Este año esto no es posible. La degradación varía de circuito en circuito; pero no parece posible que el neumático aguante toda la carrera. En la de hoy hemos visto como 20 o 23 vueltas era el límite para el neumático duro y unas 15 para el blando. Esta circunstancia hace que sean posibles varias estrategias. En un extremo está intentar limitar el número de paradas a costa de correr muchas vueltas con un neumático que ya no responde bien y, por el otro lado, realizar muchas paradas (con lo que supone de pérdida de tiempo en boxes) a cambio de correr siempre con un neumático "fresco". Evidentemente, el que en la misma carrera coincidan ambos tipos de estrategía es música angelical en los oídos del espectador, ambrosía en su paladar, un gozo permanente. Desde la perspectiva de los equipos el resultado es que el diseño de la estrategia es fundamental, los estrategas pueden hacer ganar y perder carreras.
En la carrera de hoy lo hemos visto. Véase sino los resultados divergentes de Vettel y Webber, ambos con el mismo coche (Red Bull). Vettel salía primero, siguió una estrategia de dos paradas y acabó segundo; Webber salía ¡en el puesto 18! y con una estrategia de tres paradas concluyó en tercera posición. En otro orden de cosas podemos ver cómo Hamilton se benefició de una estrategia de tres paradas, de tal forma que acabó ganando la carrera pese a salir tercero (bien es verdad que en la primera curva ya estaba primero) mientras que los Ferrari, que optaron por una estrategia de dos paradas, acabaron o bien la misma posición en que habían empezado (Massa) o perdiendo dos puestos respecto a la parrilla (Alonso).
Evidentemente, lo anterior no quiere decir que el piloto no siga siendo fundamental; de hecho este año me parece que es más determinante incluso que en otros años. Así Hamilton y Webber se han mostrado en todo momento rápidos y decididos, tal como señalaba en facebook mi amigo Xavier Cecchini; lo que en una carrera de las características de la actual es determinante (que se lo digan si no a Alonso y a las vueltas que estuvo detrás de Schumacher sin poder adelantarlo, ahí tiró completamente la carrera). El piloto es fundamental; pero el estratega, que contempla la batalla desde una atalaya, que no se mancha de sangre, que no muerde el polvo, que se limita a consultar la orientación del viento, a intuir las fuerzas del enemigo, a calcular el tiempo que resistirá un ataque; ese estratega es el auténtico artífice del resultado de la batalla, más allá del estruendo será su inteligencia la que decidirá el resultado.
Ahora bien, así y todo, con los coches tan igualados el elemento decisivo pasaron a ser los neumáticos. Hace unos años el jefe de Ferrari, Luca Cordero di Montezemolo se quejaba de que el Mundial de F1 se había convertido en un mundial de neumáticos. Ferrari llevaba neumáticos Bridgestone, que daban un rendimiento menor que los Michelín de otros equipos. Al final Renault se llevó el campeonato calzando estos neumáticos.
Ahora motores, caja de cambios, gran parte de la aerodinámica y los neumáticos son uniformes para todos los equipos. Desde luego que la forma en que encajan todos los elementos sigue siendo fundamental y de ahí que, por ejemplo, Red Bull tenga la ventaja que ahora tiene. El diseño del coche y la articulación de todos sus elementos sigue siendo fundamental; pero este año tenemos otro elemento relevante: los estrategas.
La clave fundamental de esta temporada está en la alta degradación de los neumáticos. La temporada pasada resultaba obligatorio hacer al menos una parada porque por normativa era (y es) preciso montar durante la carrera dos tipos diferentes de neumáticos; pero el neumático podía aguantar toda la carrera sin excesivos problemas, al menos en algunos circuitos. De hecho vimos varios casos en los que el cambio obligado se hizo bien el primera vuelta (Alonso en Mónaco) o en la última (Kobayashi no recuerdo ahora dónde).
Este año esto no es posible. La degradación varía de circuito en circuito; pero no parece posible que el neumático aguante toda la carrera. En la de hoy hemos visto como 20 o 23 vueltas era el límite para el neumático duro y unas 15 para el blando. Esta circunstancia hace que sean posibles varias estrategias. En un extremo está intentar limitar el número de paradas a costa de correr muchas vueltas con un neumático que ya no responde bien y, por el otro lado, realizar muchas paradas (con lo que supone de pérdida de tiempo en boxes) a cambio de correr siempre con un neumático "fresco". Evidentemente, el que en la misma carrera coincidan ambos tipos de estrategía es música angelical en los oídos del espectador, ambrosía en su paladar, un gozo permanente. Desde la perspectiva de los equipos el resultado es que el diseño de la estrategia es fundamental, los estrategas pueden hacer ganar y perder carreras.
En la carrera de hoy lo hemos visto. Véase sino los resultados divergentes de Vettel y Webber, ambos con el mismo coche (Red Bull). Vettel salía primero, siguió una estrategia de dos paradas y acabó segundo; Webber salía ¡en el puesto 18! y con una estrategia de tres paradas concluyó en tercera posición. En otro orden de cosas podemos ver cómo Hamilton se benefició de una estrategia de tres paradas, de tal forma que acabó ganando la carrera pese a salir tercero (bien es verdad que en la primera curva ya estaba primero) mientras que los Ferrari, que optaron por una estrategia de dos paradas, acabaron o bien la misma posición en que habían empezado (Massa) o perdiendo dos puestos respecto a la parrilla (Alonso).
Evidentemente, lo anterior no quiere decir que el piloto no siga siendo fundamental; de hecho este año me parece que es más determinante incluso que en otros años. Así Hamilton y Webber se han mostrado en todo momento rápidos y decididos, tal como señalaba en facebook mi amigo Xavier Cecchini; lo que en una carrera de las características de la actual es determinante (que se lo digan si no a Alonso y a las vueltas que estuvo detrás de Schumacher sin poder adelantarlo, ahí tiró completamente la carrera). El piloto es fundamental; pero el estratega, que contempla la batalla desde una atalaya, que no se mancha de sangre, que no muerde el polvo, que se limita a consultar la orientación del viento, a intuir las fuerzas del enemigo, a calcular el tiempo que resistirá un ataque; ese estratega es el auténtico artífice del resultado de la batalla, más allá del estruendo será su inteligencia la que decidirá el resultado.
sobre esto? ¡nada! asi que solo te dejarà mi càlido abrazo y mi agradecimiento por haberte acercado a mi casita.
ResponderEliminarCordiales saludos
feliz descanso
Gracias por tu cita Rafa. Pues tienes razón en la cuestión de la estrategia. Ya son historia esas carreras en las que el ganador era el que pasaba primero por la primera curva. Recuerdo carreras aburridísimas donde Hakkinen o Schumacher monopolizaban la primera posición. Los adelantamientos eran pura casualidad, fruto de algún error increible de algún que otro novato. Eso, creo, ya no volverá a suceder, al menos con este nuevo reglamento. Estamos de enhorabuena.
ResponderEliminarTienes razón. Pero me cuesta aceptar que yendo a velocidades de entre 80 y más de 300 km/h durante casi 2 horas, sea la estrategia el principal campo de batalla. Y, sin embargo, es lo que parece. Pero también tienes el factor suerte, el equipo, el compañero ... En fin, que nos estamos divirtiendo este año
ResponderEliminarPues me parece que es así. Hace unas semanas un compañero me comentaba que le parecía raro que no se hubieran desarrollado programas informáticos que fueran capaces de dirigir sin error la estrategia durante la carrera. Hoy me lo ha vuelto a recordar después de leer mi entrada, y acababa diciendo "quizá todo es más cutre que lo que pensamos". Quizás tiene razón y uno de los puntos en los que habría que profundizar más sea en éste de las estrategias. Es tarea de matemáticos e informáticos diseñar las herramientas para que en cada caso la estrategia sea perfecta. Seguro que se puede hacer. Abrazos.
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