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martes, 23 de agosto de 2011

El próximo congreso del PSC

A raíz de la última entrada de este blog, Eduardo Rojo me ha enviado la Ponencia Marco para el próximo congreso del PSC. Como creo que es importante que todos los ciudadanos (incluidos por supuesto lo que carecemos de militancia y nos limitamos a votar cuando se nos llama a ello) estemos al corriente del debate político más allá de los insultos, tópicos y vacuidades con que nos regalan los medios de comunicación tradicionales y los políticos en campaña electoral; cuelgo aquí la versión de dicha ponencia en su original catalán y su traducción al castellano.
En teoría este es un documento importante, pues servirá de base para adoptar el programa del PSC hasta el próximo congreso. Lo lógico es que las enmiendas que se planteen a esta ponencia la transformen; pero probablemente las grandes líneas se conservarán por lo que este documento de 60 páginas es una imagen bastante aproximada de lo que quiere ser el PSC. Otra cosa, desde luego, es que luego en la actuación política del día a día se sea más o menos fiel a este documento; pero si fuéramos un país serio este texto debería ser la base de los programas y las actuaciones de este partido en los próximos años.

¿Y qué es lo que quiere ser el PSC de acuerdo con estas 60 páginas? Advierto que me las he leído solamente una vez y en diagonal, por lo que puedo incurrir en imprecisiones o errores; pero me parece importante lanzar un debate que no se limite a eslóganes, creo que es nuestra responsabilidad como ciudadanos preocuparnos aunque solo sea mínimamente de estas cuestiones.
Los temas que se tratan en la Ponencia Marco son muy variados y me limitaré a hacer un recorrido breve por los que me han llamado más la atención. En primer lugar (no sigo el orden de la Ponencia) existe una llamada constante a la apertura del partido y a la implicación de la militancia. Se reconoce que el militante ha sido en ocasiones un mero espectador y se hace preciso que se le ofrezca un papel más activo en la toma de decisiones, en la configuración de la voluntad del partido a la vez que se insiste en la necesidad de ampliar la base del partido y tejer alianzas con diversos sectores de la sociedad. Desde luego esta vocación de apertura y participación me parece positiva y relevante; y seguramente no está desconectada de algunas de las demandas del 15-M.
En segundo término, existe una posición clara en materia de mantenimiento del Estado de Bienestar. En el debate que enfrenta a partidarios de la máxima liberalización y de la regulación la opción por la regulación, por la defensa de lo público y, en concreto, de los servicios públicos (sanidad y educación fundamentalmente) es clara. Se analizan las razones profundas que explican el retroceso actual del Estado de Bienestar, razones que se vinculan con la globalización, la desregulación y la disminución del poder del Estado y se apuesta por orientar la acción política en la línea de mantener unos niveles suficientes de protección social, incluyendo la posibilidad de una renta básica de ciudadanía. A mi esto también me gusta, soy un convencido de la necesidad de mantener lo público y encontrar mecanismos que garanticen la seguridad de las personas, lo que incluye sanidad y educación universales y mecanismos de prevención de las situaciones de exclusión social. Soy consciente de que no todo el mundo piensa así y que existen argumentos para defender un modelo diferente, un modelo basado en el Estado mínimo, la reducción de impuestos y la eficacia del mercado como mecanismo regulador; pero yo, como digo, soy de otra opinión y es por eso por lo que estoy de acuerdo con el planteamiento que de estos temas se hace en esta Ponencia; cosa distinta es cómo se consiga este objetivo de mantenimiento de unos servicios públicos de calidad; pero este es un tema que merece párrafo independiente.

La Ponencia, como digo, me gusta en sus grandes líneas; sobre todo en lo que se refiere a la apertura del partido y a la defensa de lo público; ahora bien, tratándose de la ponencia de un partido político y no un texto doctrinal creo (pero puedo estar equivocado) que debería ir más allá de este análisis general; debería ser algo diferente de, por ejemplo, "Algo va mal" de Tony Judt; libro que acabo de leer y que recomiendo vivamente. Y es aquí donde hay algo que no encaja. Existen propuestas concretas en el tema de la organización del partido (refuerzo de las agrupaciones sectoriales, eliminación de la sectorial virtual, preferencia por el sistema de primarias...); pero ¿qué se hará para conseguir el mantenimiento de los servicios públicos en una época de crisis como la actual? Aquí la concreción es mucho menor, y esa falta de concreción deriva en parte, en mi opinión, de un problema mucho más básico, que es el de la falta de concreción del marco de actuación del PSC (y esto nos remite al problema que trataba en la entrada de ayer).
Leyendo la ponencia, como digo, quedaba convencido con sus análisis más generales, válidos no solamente para Cataluña, sino para todo el mundo occidental; pero a la hora de examinar las políticas concretas me quedaba un tanto desconcertado; tan pronto se habla de una coordinación a nivel europeo o internacional (la reforma de las Naciones Unidas y del FMI, por ejemplo, son mencionadas, p. 48) como se dedica un análisis bastante detallado a la política Euromediterránea o se habla de la armonización fiscal a nivel español y europeo. La pregunta que me hago es ¿qué papel juega el PSC en todo esto?
Y es que como decía ayer el PSC es un partido catalán; pero, que, a la vez "representa" en Cataluña (permítaseme esta expresión poco técnica) a un partido español, el PSOE. Creo, por tanto, que debería estar claro en el PSC qué proyecto tienen para Cataluña pero también qué proyecto tienen para España ¿nos encontramos aquí ante una mera remisión a los planteamientos del PSOE o, por el contrario, existe un proyecto de España propio del PSC? Y esto no es una mera cuestión de principios, puramente teórica o testimonial ya que algunas de las propuestas que se hacen en la Ponencia solamente pueden ser abordadas a nivel estatal. En este sentido la articulación de las relaciones entre el PSC y el PSOE es fundamental y en la Ponencia sobre este tema se pasa de puntillas. He hecho un recuento de las veces en que aparecen las siglas PSOE en el documento y el resultado es que solamente sale en seis ocasiones.
Ahora bien, la cuestión de cuál es el proyecto del PSC para España o, más propiamente, cuál es el papel de España en el proyecto del PSC no se limita a la articulación de las relaciones con el PSOE; más allá de esto es preciso, y más en el momento actual, determinar cuáles son las líneas maestras para el PSC del encaje de Cataluña en España. Y aquí de nuevo el planteamiento del ponencia es, a mi juicio, insuficiente.
En primer lugar, en ningún momento se plantea de forma directa (salvo error u omisión por mi parte) la posibilidad de la independencia de Cataluña y se hacen múltiples referencias a la búsqueda de una España federal. Si se quisiera buscar un titular se tendría que decir que el objetivo del PSC es una España federal. Ahora bien, esto aún no es decir mucho. Federales son Estados Unidos y Alemania y las competencias de la federación y de los estados en uno y otro país varían sensiblemente. En España, sin ser un Estado federal, algunas competencias autonómicas superan a las que tienen los Länder en Alemania. La palabra federal sin una concreción de competencias no dice mucho. La única concreción significativa que encuentro en la Ponencia es el apoyo a un pacto fiscal solidario; aunque sin concretar su contenido.
Así pues, en la concreción del futuro de la relación entre Cataluña y el conjunto de España la Ponencia es ambigua; no se si conscientemente ambigua; pero sí ambigua. Existe una referencia al Estatuto de 2006 votado por los catalanes como objetivo; pero a la vez se habla de pleno autogobierno (¿qué quiere decir pleno?), no exclusión de una España confederal (que implicaría el derecho de separación de los Estados soberanos que la integrarían) y acercamiento a los grupos soberanistas de izquierdas. La conclusión que saco es que tanto está abierta la permanencia en España como la independencia pasando por todos los estadios intermedios. Es lógico que en el marco de esta ambigüedad las relaciones con el PSOE no sean objeto de un especial tratamiento pese a las evidentes tensiones que se han vivido en los últimos tiempos como consecuencia del proceso que condujo al Estatuto de Autonomía de 2006 y a la Sentencia del Tribunal Constitucional. Encuentro así explicación a las declaraciones de Francesc Vallès a las que me refería ayer. El PSC parece querer suficiente espacio como para poder atraer a todos los votantes progresistas de Catalunya sin que la cuestión, capital, de la estructura del Estado y sus relaciones con el PSOE sean un obstáculo para esta llamada universal al voto de izquierdas. El resultado es un planteamiento en el que hay mucha socialdemocracia teórica pero muy poca acción política. Y si se pretende escamotear el debate sobre el encaje de Cataluña en España al Congreso, órgano máximo del Partido (art. 6 de sus Estatutos) ¿cómo nos podemos creer la voluntad que manifiesta la Ponencia de dar una mayor participación a los militantes y a la que me refería antes? Pareciera que esa mayor participación está reservada a aquellos ámbitos en los que ni hay decisión tomada por quien manda ni tampoco un especial interés en cuál sea la solución. Desde esta perspectiva resultaría que los temas que aparecen tratados con mayor detalle en la Ponencia (globalización, servicios públicos, participación, el papel de Europa, las relaciones euromediterráneas...) son, precisamente, los menos relevantes. Como dijo Wittgenstein, la parte más importante de un libro es la que no está escrita.

lunes, 22 de agosto de 2011

PSC - PSOE

Acabo de leer una noticia que me ha dejado un tanto sorprendido. El responsable de la elaboración del programa del PSC para las elecciones generales del 20-N, Francesc Vallès, indica que se está preparando un programa muy ambicioso en materia de autogobierno (de Cataluña) que dará visibilidad al PSC. Queda pendiente, sin embargo, la articulación de los diputados del PSC con (o en) el grupo socialista; cuestión sobre la que no parece haber una decisión definitiva, decisión que deberá adoptarse en el congreso del PSC ¡que se celebrará en diciembre!
Aquí es donde me he perdido. Las elecciones son en noviembre; pero no será hasta diciembre cuando el PSC decida si se integra en el grupo socialista o si forma grupo propio en el Congreso (y, supongo, en el Senado también). Quien en noviembre vote PSC no sabrá si los diputados que elegirá se integrarán en la disciplina del grupo socialista (PSOE) o si, por el contrario, formarán un grupo aparte que, con independencia de que, evidentemente, estará muy próximo al PSOE, actuará con independencia de criterio.
Esta incertidumbre no tendría mayor importancia si se asumiera hasta sus últimas consecuencias lo que es formalmente cierto: que el PSC es un partido distinto del PSOE. De hecho las declaraciones de Vallès son perfectamente coherentes en esta clave; esto es, se asume sin complejos que el PSC es un partido con programa y planteamientos propios, soberano en el juego político. El mensaje no puede ser otro que quien vota PSC vota PSC, no PSOE.
El planteamiento es, como digo, formalmente impecable; pero las dudas vienen de que la realidad no es tan clara. Basta pasearse por cualquier ciudad del extrarradio de Barcelona para darse cuenta de que muchos votantes del PSC lo son, en realidad, del PSOE. Muchos votantes ni siquiera se dan cuenta de que están votando a un partido distinto del PSOE. Por coherencia sería necesario explicar con mucha claridad a todos esos votantes que pensarán el 20-N que "votan a Rubalcaba" (cuando no que votan a Felipe, lo he oído más de una vez) que en realidad su voto va a un partido distinto del PSOE, a un partido que puede decidir, por ejemplo, que en el Congreso votará en ciertas cuestiones de forma diferente a lo que hará el PSOE.
Y esa tarea de explicación la tendría que hacer fundamentalmente el PSOE porque si el PSC marca con tanta claridad su personalidad propia, su diferenciación del PSOE, su perfil propio ¿por qué el PSOE no se presenta en Cataluña? La respuesta es clara: si PSC y PSOE se presentan por separado los dos perderán. Seguro que se tienen hechos estudios profundos sobre ese escenario; estudios que yo desconozco, pero que intuyo que indicarán que una parte de los actuales votantes socialistas se quedarán en casa ante la confusión generada; y una parte de los que vayan a votar se inclinarán por otras opciones (ni PSOE ni PSC). Parte de los votos actuales del PSC podrían irse a IC o a CiU y una parte muy importante iría al PSOE. El PSC seguramente bajaría, sin que pudiera compensarse esa bajada por la hipotética afluencia de votos "catalanistas" que no votaban a un PSC vinculado al PSOE pero que sí votarían a un PSC independiente. El PSOE, por su parte, evidentemente no capitalizaría todos los votos del actual PSC y la suma de los obtenidos por ambos partidos sería así inferior a la cantidad que se consigue actualmente. Como remate, esta disminución de votos tendría, probablemente, una repercusión mucho mayor en los diputados obtenidos ya que el sistema electoral español prima a los partidos grandes sobre los pequeños, y PSOE y PSC por separado serían probablemente dos partidos medianos en Cataluña que, incluso sumando sus diputados, se verían superados por CiU y quizás, hasta por el PP.
Ante este panorama no es extraño que ni PSC ni PSOE quieran aclarar sus posiciones. Lo lógico ante un planteamiento como el que está haciendo el PSC es que el PSOE se presentara en Cataluña; pero eso no pasará. Cuando se acerque el momento de las elecciones las dos partes harán votos por su unión sin fisuras sin reparar en que el PSC plantea "unas altas cotas de autogobierno" que, probablemente, no podrían ser aceptadas por los socialistas asturianos, gallegos, andaluces o madrileños si se tomaran en serio. El tema del grupo propio será aireado en Cataluña e ignorado por el PSOE en el resto de España confiando en que de esta forma la cosecha de votos en Cataluña, especialmente en Barcelona, sea máxima. Se intentará pescar a los más catalanistas con un planteamiento rupturista confiando en que, a la vez, el "votante PSOE" no se entere mucho de estas cuestiones. Para ese votante basta con el discurso sobre los peligros de la derecha y la eterna dialéctica "pobres/ricos".
Lo que más me molesta es que se nos tome por tontos.

sábado, 6 de agosto de 2011

¿Quién es el autor de Hamlet?

El otro día vi el cartel que anuncia la película "Anonymous", cuyo estreno está previsto para el otoño y que, parece ser, vuelve sobre la cuestión de la autoría de las obras atribuidas a Shakespeare. Como es sabido, desde hace bastante se cuestiona que una persona como Shakespeare (bajo origen, escasos estudios, poco latín y menos griego) tuviera los conocimientos y cultura necesarios para componer la pléyade de trabajos que integran una de las más esplendorosas (o, quizás, la más esplendorosa) aportación individual a la literatura occidental. Desde luego, doctores tiene la Crítica Literaria para debatir sobre esta cuestión, yo tan solo he leído una parte de la obra de Shakespeare (quizás diez o doce trabajos, no más) y no sé nada de crítica literaria; así que se me escapan buena parte de los argumentos que se emplean en debate sobre la mencionada autoría.
Es verdad que a mí también me extraña que una persona del perfil de Shakespeare hubiera asimilado el conocimiento de la historia de Inglaterra, de los clásicos latinos y griegos y de la ciencia política que muestran sus obras; y si tuviera que apostar apostaría que más tarde o más temprano se encontrará quién fue el verdadero autor no solamente de Hamlet, sino también de todo el resto de maravillosas obras atribuidas al actor de Stratford-upon-Avon.
Pero ¿cómo abordar esta búsqueda, más propia de Sherlock Holmes que de sesudos catedráticos de Filología? Una primera pista nos la da que Shakespeare deja de escribir abruptamente, o casi abruptamente. Una rápida consulta a la wikipedia confirma que la última obra no escrita en colaboración es "La Tempestad", que data del año 1611. Si esto fuera una película de detectives la conclusión es que el verdadero autor que se esconde tras Shakespeare (su ghost writer) habría muerto en 1611 o 1610 dejando sin materiales al actor y empresario. A partir de ahí solamente habría que consultar, también en la wikipedia, quien murió en Inglaterra en 1610 y en 1611 para encontrar una lista de candidatos a ser el verdadero Shakespeare. En principio, el auténtico autor debería ser una persona de relieve, porque no tendría explicación alguna que una persona de escasa presencia pública tuviera motivos para ocultarse tras la fachada de un actor de provincias.



Y la consulta de los fallecimientos acaecidos en 1610 nos aporta un nombre que podría resultar interesante, Richard Bancroft, arzobispo de Canterbury. Este Richard Bancroft tuvo una excelente formación, incluyendo una estancia en Cambridge. Nacido en 1544, obtuvo su doctorado en 1585, siendo ese mismo año nombrado tesorero de la Catedral de San Pablo, en Londres. En 1589, cuando Shakespeare comienza a dar a conocer sus obras se encuentra, por tanto, en Londres en una posición acomodada y de prestigio; pero que, desde luego, le imposibilitaba para ejercer de autor teatral. En caso de que tuviera veleidades artísticas le sería forzoso recurrir a alguien que quisiera prestarle su nombre, puesto que él mismo no podría nunca figurar como autor dada su condición eclesial. Ya hemos dicho que fallece en 1610, justo el año antes de que se represente la última obra de Shakespeare escrita en solitario y, sorprendámonos, en 1600 Richard Bancroft es enviado a Emdem (norte de Alemania) como miembro de una embajada dirigida a resolver ciertos problemas entre Inglaterra y ¡el reino de Dinamarca! Curiosamente, Hamlet, príncipe de Dinamarca, fue escrito entre 1599 y 1601. ¿Casualidad?
En fin, no sé si Richard Bancroft figura en la larga lista de personajes a los que se han atribuido las obras de Shakespeare. Si es así seguramente ya habrá sido refutada su autoría; si no está todavía en esa lista quizás mereciera la pena que alguien se detuviera a examinar la posibilidad de que el Arzobispo de Canterbury fuera el verdadero autor de las obras completas de William Shakespeare.