Acabo de leer una noticia que me ha dejado un tanto sorprendido. El responsable de la elaboración del programa del PSC para las elecciones generales del 20-N, Francesc Vallès, indica que se está preparando un programa muy ambicioso en materia de autogobierno (de Cataluña) que dará visibilidad al PSC. Queda pendiente, sin embargo, la articulación de los diputados del PSC con (o en) el grupo socialista; cuestión sobre la que no parece haber una decisión definitiva, decisión que deberá adoptarse en el congreso del PSC ¡que se celebrará en diciembre!
Aquí es donde me he perdido. Las elecciones son en noviembre; pero no será hasta diciembre cuando el PSC decida si se integra en el grupo socialista o si forma grupo propio en el Congreso (y, supongo, en el Senado también). Quien en noviembre vote PSC no sabrá si los diputados que elegirá se integrarán en la disciplina del grupo socialista (PSOE) o si, por el contrario, formarán un grupo aparte que, con independencia de que, evidentemente, estará muy próximo al PSOE, actuará con independencia de criterio.
Esta incertidumbre no tendría mayor importancia si se asumiera hasta sus últimas consecuencias lo que es formalmente cierto: que el PSC es un partido distinto del PSOE. De hecho las declaraciones de Vallès son perfectamente coherentes en esta clave; esto es, se asume sin complejos que el PSC es un partido con programa y planteamientos propios, soberano en el juego político. El mensaje no puede ser otro que quien vota PSC vota PSC, no PSOE.
El planteamiento es, como digo, formalmente impecable; pero las dudas vienen de que la realidad no es tan clara. Basta pasearse por cualquier ciudad del extrarradio de Barcelona para darse cuenta de que muchos votantes del PSC lo son, en realidad, del PSOE. Muchos votantes ni siquiera se dan cuenta de que están votando a un partido distinto del PSOE. Por coherencia sería necesario explicar con mucha claridad a todos esos votantes que pensarán el 20-N que "votan a Rubalcaba" (cuando no que votan a Felipe, lo he oído más de una vez) que en realidad su voto va a un partido distinto del PSOE, a un partido que puede decidir, por ejemplo, que en el Congreso votará en ciertas cuestiones de forma diferente a lo que hará el PSOE.
Y esa tarea de explicación la tendría que hacer fundamentalmente el PSOE porque si el PSC marca con tanta claridad su personalidad propia, su diferenciación del PSOE, su perfil propio ¿por qué el PSOE no se presenta en Cataluña? La respuesta es clara: si PSC y PSOE se presentan por separado los dos perderán. Seguro que se tienen hechos estudios profundos sobre ese escenario; estudios que yo desconozco, pero que intuyo que indicarán que una parte de los actuales votantes socialistas se quedarán en casa ante la confusión generada; y una parte de los que vayan a votar se inclinarán por otras opciones (ni PSOE ni PSC). Parte de los votos actuales del PSC podrían irse a IC o a CiU y una parte muy importante iría al PSOE. El PSC seguramente bajaría, sin que pudiera compensarse esa bajada por la hipotética afluencia de votos "catalanistas" que no votaban a un PSC vinculado al PSOE pero que sí votarían a un PSC independiente. El PSOE, por su parte, evidentemente no capitalizaría todos los votos del actual PSC y la suma de los obtenidos por ambos partidos sería así inferior a la cantidad que se consigue actualmente. Como remate, esta disminución de votos tendría, probablemente, una repercusión mucho mayor en los diputados obtenidos ya que el sistema electoral español prima a los partidos grandes sobre los pequeños, y PSOE y PSC por separado serían probablemente dos partidos medianos en Cataluña que, incluso sumando sus diputados, se verían superados por CiU y quizás, hasta por el PP.
Ante este panorama no es extraño que ni PSC ni PSOE quieran aclarar sus posiciones. Lo lógico ante un planteamiento como el que está haciendo el PSC es que el PSOE se presentara en Cataluña; pero eso no pasará. Cuando se acerque el momento de las elecciones las dos partes harán votos por su unión sin fisuras sin reparar en que el PSC plantea "unas altas cotas de autogobierno" que, probablemente, no podrían ser aceptadas por los socialistas asturianos, gallegos, andaluces o madrileños si se tomaran en serio. El tema del grupo propio será aireado en Cataluña e ignorado por el PSOE en el resto de España confiando en que de esta forma la cosecha de votos en Cataluña, especialmente en Barcelona, sea máxima. Se intentará pescar a los más catalanistas con un planteamiento rupturista confiando en que, a la vez, el "votante PSOE" no se entere mucho de estas cuestiones. Para ese votante basta con el discurso sobre los peligros de la derecha y la eterna dialéctica "pobres/ricos".
Lo que más me molesta es que se nos tome por tontos.
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