domingo, 27 de abril de 2008

Pequeños, muy pequeños detalles


Tras las dos primeras carreras del Mundial de Fórmula 1 señalaba que estábamos ante un campeonato igualado. Había un grupo de cabeza con tres equipos (Ferrari, BMW y McLaren) y un grupo perseguidor compacto y no muy alejado de la cabeza. También señalaba que la igualdad existente no hacía imposible que equipos de la cabeza pasasen al pelotón perseguidor y al contrario. Después del Gran Premio de España se confirma que el Mundial está igualado, y se van perfilando los contornos del grupo de cabeza y del grupo perseguidor.
Para comprobar la igualdad en el Mundial creo que debemos fijarnos en la Q2, el único momento en el que los pilotos y coches corren en igualdad de condiciones intentando dar lo máximo. La comparación de los resultados en la segunda tanda de clasificación del Gran Premio de España de este año con los del año pasado habla con claridad de esta igualdad. La diferencia entre los mejores pilotos de los cuatro primeros equipos en la Q2 ha sido de tan solo 233 milésimas (1:20.584 de Felipe Massa frente al 1:20.817 de Heikki Kovalainen). El año pasado esta diferencia fue de 891 milésimas (1:20.597 de Felipe Massa frente a 1:21.488 de David Coulthard). Para hacernos una idea, la diferencia entre el primero y el penúltimo de la Q2 este año ha sido inferior a estas 891 milésimas.
Nos encontramos pues, ante coches con prestaciones muy parecidas, con diferencias pequeñas que se hacen menores si nos fijamos en los primeros equipos. En la Q2 la diferencia entre Massa y Kubica fue de 13 milésimas, la misma diferencia que hubo entre Alonso y Kovalainen. Entre Kubica y Alonso las distancias se alargaron... hasta las dos décimas, un suspiro, incluso en el hiperajustado mundo de la Fórmula 1.
El resultado de esta igualdad es que cada detalle tiene una importancia mayúscula. Siempre ha sido así, es cierto. Recuerdo un duelo apasionante entre Alonso y Schumacher hace dos temporadas, cuando Alonso salió del último repostaje apenas un segundo por delante de Schumacher, y como en aquel momento Ross Brawn dio un pequeño golpe con su dedo (o un bolígrafo, no recuerdo bien) sobre la mesa de su consola de seguimiento... el resumen perfecto de lo cerca que habían estado de ganar la partida a Renault, de cómo un fin de semana entero se decidía en un segundo... la grandeza de la Fórmula 1...
Como digo esta igualdad es consustancial a este deporte; pero la diferencia es que esta temporada hay más equipos implicados. Otros años el duelo en los dígitos de las décimas y las centésimas enfrentaba a dos equipos; ahora hay más equipos "en la pomada" y, por tanto, cualquier error en la estrategia tiene consecuencias mayores. Este fin de semana ha sido un buen ejemplo de las dificultades que plantea este nuevo escenario y de cómo son los pequeños detalles los que deciden las carreras y los que decidirán, problabemente, el campeonato.
Todo empezó en la Q2. Las diferencias habían sido muy pequeñas: 11 pilotos en medio segundo (desde Massa, 1:20.584 hasta Barrichello, 1:21.049). Hay estaban los dos pilotos de Ferrari, BMW, McLaren, Renault y, además, un Red Bull, un Toyota y un Honda. Acabada la Q2 hay que decidir la carga de gasolina para la última tanda de la calificación. Y el margen es muy pequeño. Una vuelta más de carburante puede suponer bajar cinco puestos en la parrilla. ¿Qué hacer? En Renault lo tienen claro: a Alonso le echan poco combustible, quizás con la única idea de hacer una pole mediática aprovechando que no luchan por el campeonato; y a Piquet le llenan el depósito a tope, a ver qué pasa. En BMW prefieren ir cargaditos, Kubica con gasolina para 21 vueltas y Heidfeld con el depósito a tope: 24 vueltas tardó en parar a repostar. Ferrari opta por una opción intermedia: 19 vueltas para Massa y 20 para Raikkonen; y en McLaren también prefieren cargar el depósito: 21 vueltas para Hamilton y alguna más (no sabemos cuántas) para Kovalainen. ¿Quién acertó? A toro pasado es fácil decir in medium est virtus. El doblete de Ferrari parecería respaldar una opción intermedia; pero quizá no sean los aciertos, sino los fallos, quienes corroboran esta impresión. Y los fallos hay que adjudicárselos a Renault con Alonso y a BMW con Heidfeld.
Empezemos con Alonso. Le echaron poca gasolina, no tan poca como algunos pensaban el sábado, pero sí menos de la que aconsejaría una estrategia ideal. Yo creo que les sorpendió el buen resultado del coche. No se esperaban encontrarse con opciones reales de podium y prefirieron apostar por una pole que, finalmente, no consiguieron por muy poco. El sábado pensaban que habían tirado la carrera porque imaginaban que los demás irían mucho más largos que ellos; pero no contaban con que, ante la igualdad de tiempos en la Q2 también Ferrari había optado por echar menos gasolina de la que resultaría ideal para la estrategia de carrera. El domingo se dieron cuenta de que el coche iba en carrera mejor de lo que habían calculado y pensaron que había posibilidades de hacer algo. Se olvidaron de la táctica a tres paradas (que algunos barajaban como posible) y llenaron el depósito de Alonso en el primer pit stop por si pescaban algo. La rotura de motor nos impidió ver en qué quedaba todo; pero la cosa no pintaba como para tirar cohetes. Al parar tan pronto Alonso se vió metido en medio del pelotón tras el primer repostaje y con muchísimo peso en el coche, sin posibilidades reales de volver a contactar con los Ferraris y Hamilton, sus rivales en la primera parte de la carrera.
En el caso de Alonso, por tanto, pecado por defecto; y en el de Heidfeld, pecado por exceso. No es que anduviera fino el alemán. En todo el fin de semana estuvo a remolque; pero le acabaron de rematar con todo el peso que le pusieron en la Q3. Se quedó atrás en la parrilla y peleándose con los coches medios. Aún así, si no hubiera sido por la desgracia del coche de seguridad que le obligó a entrar a repostar con el pit lane cerrado, acabaría mejor que Alonso, que salía siete posiciones por delante; pero siempre lejos del podio.
Así pues, acertaron quienes se movieron en una carga de gasolina ligeramente por debajo de la ideal para la carrera: los dos Ferrari, Hamilton y Kubica. Como en el podio sobraba uno de estos el que se quedó fuera es el que estuvo más torpe en la salida, Kubica, que volvió a dejar que le robaran la cartera; en este caso Hamilton, que salía en quinta posición y le adelantó antes de llegar a la primera curva. También es verdad que Hamilton iba por la parte limpia, y ya se sabe que a veces es mejor quedar quinto que cuarto, o tercero que segundo.
En definitiva, que nos encontramos en una situación en la que cada pequeño detalle, cada kilo de combustible, cada duda a la hora de enchufar la manguera para el repostaje, cada titubeo al salir del pit stop... pueden decidir varios puestos en la clasificación final. Todo está tan igualado que todo puede pasar.
Hasta aquí la igualdad en las estrategias; pero la igualdad entre los coches tiene otra lectura, y es la de que una mejora en el coche, por pequeña que sea, puede implicar un cambio significativo en la jerarquía. Este fin de semana ha sido Renault quien lo ha ejemplificado. Han mejorado unas décimas, quizás medio segundo; pero esta mejora les ha supuesto pasar de la cola del pelotón perseguidor a ser el cuarto equipo del pelotón de cabeza; y digo el cuarto por prudencia, porque en la Q2 Alonso se quedó por delante de Kovalainen, por muy poco, pero por delante. Tras esta carrera la impresión que tengo es la de que Ferrari está ligeramente por delante y que por detrás BMW, McLaren y Renault pelearán por acercárseles. ¿Qué pasará dentro de dos semanas en Turquía?

martes, 22 de abril de 2008

Dialoguemos

Llevo unos días un tanto perplejo. Parece ser que hace unas semanas unos cuantos individuos entraron en el edificio de una facultad de la Universidad Autónoma de Barcelona vestidos en forma estrafalaria, con monos, guantes y máscaras, como si estuvieramos en medio de una crisis NBQ (guerra nuclear, biológica y química), y procedieron a echar a los alumnos de las aulas, a los profesores de sus despachos y al personal de administración y servicios de sus oficinas. A continuación bloquearon los accesos al edificio y declararon la facultad ocupada. El objeto de la ocupación era -también según lo que me han contado- protestar contra la reforma de la enseñanza superior que se ésta desarrollando en los últimos años y que viene impuesta por la adaptación de nuestro sistema universitario al Espacio Europeo de Enseñanza Superior, también conocido como proceso de Bolonia. Por lo que me han dicho, el Rector, responsable último de lo que acontece en la Universidad, planteó a los ocupantes que no podían privar a la Universidad del uso de uno de sus edificios. Además -y este creo que fue un argumento decisivo en lo que después vino- al bloquear los accesos al edificio de la Facultad infringían la normativa sobre seguridad e higiene en el trabajo, creándose una situación de riesgo intolerable. Las autoridades académicas, una vez expuestos estos argumentos y ante la negativa de los ocupantes a abandonar el edificio, decidieron autorizar la intervención de la policía, que puso fin a la situación con los mecanismos que son propios en este tipo de situaciones (es decir, utilizando el material antidisturbios).
Este es más o menos el relato que por distintas vías me ha llegado de lo sucedido. Como no fui testigo directo de lo que pasó no puedo decir si es un relato fiel o no; pero para lo que aquí pretendo poco importa, porque lo que me tiene perplejo no son los hechos que he relatado, sino que quienes me los cuentan como ciertos, a renglón seguido, manifiestan su preocupación por no haber podido resolver mediante el diálogo el conflicto planteado. Incluso hacen votos de intentar una y otra vez el diálogo para resolver situaciones como la relatada si éstas se plantean en el futuro. Bien, de momento parece ser que ya ha habido oportunidad de volver a ensayar el diálogo hace unos días, cuando otro grupo, esta vez parece que vestido de calle, interrumpió una reunión del Consejo de Gobierno de la Universidad Autónoma, produciéndose alguna algarada de cierta consideración. Preveo que esta apuesta por el diálogo propiciará en el futuro nuevas situaciones que permitirán poner a prueba hasta dónde llega el talante de sus defensores.
Yo tengo mis dudas sobre este acercamiento. Me planteo lo siguiente: imaginemos que un día voy tranquilamente conduciendo por la ciudad. Me paro en un semáforo, se me acercan unos cuantos individuos y me dicen que necesitan mi coche para ir a hacer un recado urgente que es más importante que la cita a la que yo me dirijo. Evidentemente estamos ante un conflicto, un conflicto que me enfrenta a mí con los tres o cuatro individuos que dicen necesitar mi coche. ¿Lo resolvemos mediante el diálogo? Ya adelanto que en una situación como esta no me veo con ninguna disposición a dialogar. Si puedo, cierro los seguros y en cuanto pueda acelero.
Imaginemos otra situación: un juez acaba de dictar sentencia. Ha condenado a un conductor imprudente a la privación del permiso de conducir por un periodo de un año. El condenado es representante y necesita su coche para trabajar. La condena le supone un grave perjuicio. Es lógico que esté enfadado con el Juez. El condenado se dirige al Juez y le dice: "Mire, aquí hay un conflicto. Usted no sabe el daño que me hace con esta sentencia. Vamos a dialogar". Lo lógico es que ante esta situación el Juez abra ojos como platos y se vaya sin decir nada o, como mucho, reiterándole que tiene derecho a recurrir la sentencia.
Los ejemplos podrían multiplicarse, pero creo que estos bastan para lo que quiero decir. El diálogo es una herramienta esencial en la sociedad, clave; un instrumento que debe ser potenciado y protegido; pero por eso precisamente debemos evitar vulgarizar su utilización. No puede mantenerse que existe un derecho al diálogo en los supuestos en los que a una de las partes en el conflicto le asiste el derecho y a la otra no. Si yo soy el dueño del coche nadie me puede exigir diálogo sobre la utilización que debo hacer del mismo. De la misma forma que no cabe dialogar con quien expulsa de su despacho, oficina o clase a un profesor, personal de administración o estudiante que ejercía allí su derecho al trabajo o al estudio. En esos supuestos la exigencia de diálogo se convierte en chantaje y amenaza. Y la aceptación del diálogo en esas condiciones hace que quienes usualmente obran de acuerdo con sus derechos, sin excederse en sus límites, se planteen: ¿Estoy haciendo el idiota?

domingo, 6 de abril de 2008

Rocroi



El 19 de mayo de 1643 un ejército español de unos 27.000 soldados fue derrotado por un ejército francés a las órdenes del duque de Enghien en las cercanías de Rocroi, en las Ardenas, Francia. Fue una batalla más en una época en la que hubo muchas; pero ha pasado a la Historia como el momento del principio del fin para el Imperio Español. Seguramente el 20 de mayo de 1643 nadie pensaba que se había cruzado una de esas fronteras invisibles de la Historia, al igual que nadie era consciente el 30 de mayo de 1453 que ese era el primer día tras el fin de la Edad Media. El Sol sale por la mañana como cada día. Los pájaros cantan igual, nada muestra que el cambio se ha producido. Siempre he pensado que es una pena que los contemporáneos se pierdan esos momentos históricos, y me pregunto cuáles habremos vivido nosotros sin saberlo.
Creo que hoy hemos asistido a uno de esos momentos y de ahí el título de esta entrada. El 19 de mayo de 1643 los Tercios españoles, que durante más de un siglo habían tenido fama de invencibles, iniciaron su ocaso. El camino ascendente de Francia se encontraba con el descendente de España. Cambiaban los protagonistas en el continente europeo. Hoy, 6 de abril de 2008 asistimos a una situación semejante en la Fórmula 1. Un equipo dominador, McLaren, ha sufrido una derrota inesperada y dolorosa, sobre todo porque no viene de quien se supone que es su máximo rival, Ferrari, sino de un equipo ascendente, que lleva dos años mostrando que aspira seriamente a dominar el campeonato, BMW. Solamente la vuelta rápida de Kovalainen da algo de esperanza a McLaren, que comienza a dar signos de ser un equipo que ha perdido el norte.
McLaren ha sido durante los últimos años un equipo grande "bajo palabra de honor". Tras los éxitos de Hakkinen el dominio demoledor de Schumacher desde Ferrari dejó a las flechas plateadas en un papel secundario. Incluso Williams se mostró más competitivo que McLaren en varias temporadas. Cuando el dominio de Ferrari parecía agotado y muchos pensaban que llegaba el momento de McLaren surgió Renault. Un equipo que tenía tradición en la Fórmula 1, pero que en su nueva configuración era relativamente nuevo arrebató a McLaren un campeonato en el año 2005 que parecía destinado a Raikkonen. En 2006 el equipo se hundió. Había que cambiar algo, y lo hicieron. La temporada 2007 los dos pilotos de McLaren eran nuevos. El vigente campeón del Mundo, Alonso, y un chaval que prometía, Hamilton. Los resultados no se hicieron esperar. En la temporada 2007 el mejor coche era el McLaren y todo hacía prever que el título iría a sus vitrinas. Pero algo se torció. No consiguieron su objetivo, Alonso se fue, Hamiltón se consolidó y se prepararon para el asalto al título en 2008. Comenzaron bien en Australia, pero en Malasia recibieron un toque de atención. Bahrein aguardaba para despejar dudas, y vaya si se han despejado.
Ferrari es el equipo más fuerte, y eso que Kimi no ha tenido su mejor fin de semana. Sin problemas mecánicos su dominio es incontestable. Si el objetivo de McLaren fuera derrotar a Ferrari tendría que empezar a preocuparse, porque los coches rojos comienzan a abrir brecha. Ahora bien, tras lo visto hoy yo diría que los rivales de McLaren son los BMW en la lucha por el segundo puesto del campeonato, y no los inalcanzables Ferrari. Y los BMW serán un rival serio. Son coches rápidos y consistentes y sus pilotos parece que saben a lo que juegan. Es cierto que hoy Kubica acusó -seguramente- los nervios de su primera pole; pero tengo la impresión de que es algo pasajero; que gestionarán bien las carreras. En esas condiciones aspirarán al mundial de pilotos y al de constructores. En este último ya son primeros, y en el de pilotos Heidfeld es segundo, a tan solo tres puntos de Raikkonen, y Kubica es cuarto, empatado con Hamilton.
Frente a ellos McLaren presenta un coche que, si se me permite la licencia, carece de personalidad. Ha hecho la vuelta rápida, pero no ha dado en ningún momento la impresión de poder imponerse en ritmo de carrera a los BMW. En calificación tampoco destacan (en la Q2 Hamilton fue casi dos décimas más lento que Kubica y dos centésimas peor que Heidfeld). Seguramente va bien en casi todos los aspectos, pero cuando se le ve en un mano a mano con el resto de coches de la parrilla no se tiene la sensación de superioridad que desprendía el año pasado y que siempre se ha presumido a los coches punteros (Ferrari, McLaren; y en sus buenos momentos Williams y Renault).
Y para llevar el coche dos pilotos que creo que no están a la altura. Kovalainen la pifió en Australia, sin poder imponerse a Alonso, que llevaba un coche claramente inferior, y lo de Hamilton de hoy es de traca. Se merienda a Alonso en un error grave, que da la impresión de ser consecuencia de la impaciencia. Y a partir de ahí se hundió. No sé si en su coche había algo más dañado, aparte del morro; pero lo cierto es que le costó Dios y ayuda superar a Fisichella, que llevaba ¡un Force India! Su vuelta rápida en carrera fue la antepenúltima. Solamente fue más rápido que Takuma Sato y Jenson Button. De pena. Para colmo de males deja de ser líder del Mundial. Hace un año, en esta misma carrera, se colocó líder, superando a Alonso. En este año ha sido el piloto de referencia, la gran esperanza. Hasta hoy. Hoy he visto un piloto como los demás, que parece comenzar a acusar las consecuencias de haber sido "casi" campeón. España obtuvo "casi" la hegemonía en Europa. No la logró y en Rocroi comenzó a ser lo que hoy es. Quizá hoy hemos empezado a ver el McLaren que será. Tiempo al tiempo.