Hubo una época en la que tener un amigo como concejal de urbanismo era un tesoro, una época en la que los bancos dejaban alegremente el dinero a las constructoras para que éstas colocaran promociones a los incautos españolitos e inmigrantes, quienes obtenían su dinero en los mismos bancos (o cajas) que habían prestado el dinero a los promotores y donde mandaban políticos de los mismos partidos que los concejales de urbanismo que habían decidido dónde se construiría un grupo de adosados, un edificio de oficinas o un parque.
Hubo una época en la que un escayolista ganaba más de tres mil euros al mes, y los utilizaba para comprarse un BMW o un Mercedes mientras su inmenso chalet era financiado con un una hipoteca concedida por el 110% de su valor.
A esto ahora se le llamaba vivir por encima de tus posibilidades y parece que fue algo que hicimos todos los españoles.
Yo no viví por encima de mis posibilidades. Nunca pedí un crédito para irme de vacaciones o comprar un coche. Compraba el automóvil que buenamente podía con lo que tenía ahorrado y si me gustaba uno más grande o con una marca de más relumbrón me aguantaba. Cuando adquirí una vivienda junto con mi mujer buscamos una hipoteca que no supusiera más del 25% de nuestros ingresos mensuales. Cuando nos decían que podíamos aspirar a más sonreíamos y negábamos. "Preferimos estar más tranquilos" decíamos.
Ahorrábamos. Ni grandes viajes ni caprichos costosos. Trabajar y ahorrar. Vivir tranquilamente y hacer oídos sordos a las incesantes llamadas de bancos y prestamistas profesionales para que les pidiéramos crédito.
No vivíamos por encima de nuestras posibilidades, y como nosotros mucha más gente que, sin embargo, ahora tiene que soportar que la metan en el mismo saco que los bancos que prestaban trescientos mil euros a personas que no ofrecían especiales garantías, a esas mismas personas que se metían en hipotecas que no podían aguantar y que, además, no se privaban de viajes y coches; en el mismo saco que los partidos políticos, esos partidos que a nivel municipal planteaban operaciones de urbanización irresponsables en ocasiones con suculentas mordidas, que a nivel autonómico controlaban las cajas de ahorro que financiaban la operación y que a nivel estatal hacían como que no veían el destrozo de la estructura económica que se estaba produciendo.
No estamos en el mismo saco y, sin embargo, ahora vemos como se nos suben los impuestos, se nos baja el sueldo, se nos recortan derechos sociales porque, se nos acusa, "vivíamos por encima de nuestras posibilidades".
No vivíamos por encima de nuestras posibilidades, y si ahora tenemos que apechugar con las consecuencias porque no hay otra salida, qué le vamos a hacer. Habrá que aguantarse; pero a la vez exigimos que se reconozca que nosotros no lo hicimos mal, que lo hicimos bien y, además, queremos que lo más duro caiga sobre los que sí vivieron por encima de sus posibilidades.
Muchos ya lo están padeciendo. Quienes se embarcaron en hipotecas inasumibles ahora se ven desahuciados o en riesgo de ser desahuciados. Muchos de ellos, trabajadores en su momento en los sectores donde se había creado la burbuja, están en el paro o en una situación laboral muy precaria.
Pero ellos son la parte más débil de la especulación. Los promotores que en su momento se enriquecieron tienen probablemente en muchos casos su dinero a buen recaudo en paraísos fiscales o protegido por sociedades pantallas. Contra estos especuladores y, con frecuencia, defraudadores hay que actuar con contundencia. No se les puede permitir un blanqueo blando como se está haciendo ahora. Hay que exigir que paguen lo que deben a los españoles y en los casos en que sea preciso condenarlos a las penas que corresponda por fraude fiscal.
Luego están los bancos que actuaron irresponsablemente. A sus directivos hay que exigirles responsabilidades civiles y penales; tanto por la irresponsabilidad en la concesión de hipotecas como en el engaño permanente con que se actuó contra inversores poco avisados con fraudes como el de las participaciones preferentes. Una limpieza casi total del sistema bancario es precisa. Si es necesario traigamos directivos del extranjero para sustituir a los que tanto daño nos han causado.
Finalmente están los políticos. Los grandes partidos son un escándalo permanente. Del concejal que obtiene una comisión por una recalificación a los que se colocaron en las Cajas para acabar destrozándolas para terminar en los políticos estatales que han actuado con desconocimiento, torpeza y egoismo, tal como se está demostrando claramente en los últimos meses. Aquí debe hacerse una limpieza total, caiga quien caiga. Que hace poco un político haya dicho que si se tira de la manta todos nos haremos daño es un insulto. A mi no me hará ningún daño, y como a mí a la mayoría de los españoles, que estamos hasta las narices. Limpieza en los partidos políticos, ya.
Estos sí que han vivido por encima de sus posibilidades; estos sí que nos han causado un daño enorme y han de pagarlo. No somos tontos y, repito, muchos no hemos vivido por encima de nuestras posibilidades.
Hola profesor, soy una ex alumna suya, sigo con gran interés su blog. Le adjunto un link del blog colectivo Prometeo, en el que se desarrolla una propuesta de J. Anguita de creación de un frente cívico que considero muy interesante y esperanzador. Sé que le interesa la política y le preocupa la situación actual, sé también que si le motiva puede participar y ayudar a extender esta red. http://colectivoprometeo.blogspot.com.es/2012/06/somos-mayoria.html. Espero que lo encuentre interesante
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