Hace unos años, cuando mi compañera Lídia Santos fue elegida diputada en el Parlamento de Cataluña, comentábamos las imágenes de los primeros días de legislatura y cómo el personal de la institución se afanaba en memorizar los rostros de los nuevos diputados. Entonces le pregunté a Lídia por qué, simplemente, no les pedían la acreditación, a lo que Lídia me respondió: "no pueden. El Parlamento es la casa de los diputados y no se puede pedir a alguien que se identifique en su casa".
No había caído en ello, pero la idea es profunda. Cierto. Si los diputados, todos y cada uno de ellos no son señores y señoras del Parlamento y de sus instalaciones ¿quién lo sería? Y en ese caso, si es otro el que actúa como dueño de la institución ¿cómo podríamos decir que ésta es soberana? No es un formalismo, en esta apreciación se esconde el sentido de la soberanía popular, porque los diputados, que son dueños del Parlamento, lo son porque los ciudadanos los hemos escogido. En el Parlamento estamos todos representados y a través de los diputados todos somos igualmente dueños de la institución.
Me he acordado de esto hoy al leer la noticia de las amenazas en el Parlamento a Inés Arrimadas, Carlos Carrizosa y Joan García, diputados de CS; amenazas vertidas por quienes habían sido invitados al edificio por un diputado de JXCat. Insultar a un diputado en el Parlamento es insultarlo en su casa; y aunque la invitación para visitarlo venga de otro diputado las más elementales reglas de convivencia indican que si el insulto y la amenaza han de ser proscritos con carácter general son mucho más hirientes cuando se producen en la casa de uno; cuando quien ha sido invitado a ella aprovecha tal situación para insultar y amenazar al propietario.
En este caso, además, por el carácter simbólico de la propiedad y su vinculación a la soberanía popular que explicaba antes, es más grave todavía el hecho. Lo lógico sería que el propio Parlamento adoptara una decisión por la se prohibiera de manera permanente el acceso al edificio a quienes de esta manera han traicionado la confianza que en ellos se depositó al invitarlos a la casa de todos los catalanes.
Pero no sucederá. Y no sucederá porque en el forndo lo que ha pasado responde a la concepción excluyente de los nacionalistas para quienes Cs es una presencia extraña en lo que ellos consideran "su" casa, la casa de los nacionalistas. Muchos aplaudirán el rebuzno de los invitados por JXCat porque lo que consideran es que quienes están de más en el Parlamento son los diputados de Cs igual que están -estamos- de más en Cataluña quienes no compartimos las ideas nacionalistas.
Pues, señores nacionalistas. de aquí no nos vamos y, además, no asumimos ni que estemos de prestado ni en peor condición que ustedes. Así que más vale que se vayan haciendo a la idea.
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