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lunes, 29 de marzo de 2010

Caballos

Los caballos cagaban levantando las colas en arco, formando un círculo imperfecto cerca de los árboles. Los alaridos eran insoportables; pero no parecían afectar a los animales, que olisqueaban el aire frío del crepúsculo con indiferencia. Los jinetes hablaban quedamente entre sí, acercándose o alejándose con leves movimientos de las riendas o rozando los costados de sus monturas. Los gorros de piel acentuaban lo oscuro de las pupilas, el brillo de la mirada. Alguno escupía con parsimonia, intentando esquivar las valiosos botas de montar; el arco, el carcaj y el sable repiqueteaban sobre la grupa; metal y cuero curtido en la quietud del bosque y la estepa. Una bandada de gorriones cruzaba el cielo gris; volaban como siempre lo habían hecho las bandadas de gorriones, tal como seguirían haciéndolo cuando todos los que entonces vivían ya hubiesen muerto.
Los alaridos cesaron. Se hizo el silencio en la pradera y en el bosque. Los restos del príncipe ruso teñían de rojo la hierba. La primavera se acercaba, era hora de regresar, de abandonar aquella tierra devastada. Hacía frío y se sentían bien, tan bien como sólo pueden estar los vencedores, los vencedores en todas las batallas.

4 comentarios:

  1. ¡¡Vaya satisfacciòn la de los vencedores!!, pareciera que siempre ese enorme orgullo lo siente el hombre que cree justicia, tomàrsela por propia mano...

    me encantò este relato, y definitivamente me quedo con los gorriones.

    abrazos

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  2. ¡Épico! La única vez que el relato mira al suelo es para ver el cuerpo de un príncipe. El resto de vencidos son sólo espejismos, fastasmas, "alaridos". Los vencedores no se atreven a mirar al suelo porque tienen miedo.

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  3. Hola Adelfa, yo también me quedó con los gorriones, y con quienes sabe apreciar el vuelo de los gorriones.
    Besos.

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  4. Hola Josep. No había caído en lo que comentas, pero es cierto. Al estar a caballo todo se desarrolla con una cierta separación del suelo, hasta el momento en el que aparece el cadáver.
    Quizás sea cierto que es el miedo el que les hace no mirar al suelo, quizás. Gracias por pasarte y comentar. Saludos.

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