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martes, 12 de junio de 2012

Sobre la función púbica

La función pública en España sufre desde hace tiempo un acoso constante que ahora se va haciendo más intenso. Hace dos años ya hablaba de él en este blog ("No se puede desaprovechar la crisis") y vuelvo ahora sobre el tema para recomendar un excelente artículo sobre el tema publicado en el blog "Y si voláramos". La entrada se titula "Funcionarios: esa especie en extinción". En ella se explica con gran claridad el sentido de una administración pública servida por funcionarios que acceden a ella a través de los criterios de mérito y capacidad y que permanecen en ella de forma estable, lo que garantiza su independencia.
Estoy convencido del planteamiento. Hace poco escribía una breve nota sobre ello (puede leerse aquí) porque estoy realmente preocupado por el ataque que sufre la administración pública en estos momentos. Con el argumento de la flexibilidad, la eficacia y la necesidad de ahorrar; y utilizando torticeramente el mito del funcionario vago se va desangrando uno de los grandes activos de cualquier país avanzado: una administración moderna integrada por personas con capacidad que gozan de la estabilidad suficiente como para poder actuar con criterios técnicos y sin temor a las cacicadas de unos y de otros.
Evidentemente esta administración no es vista con simpatía por muchos de los partidos políticos, ya que implica, por una parte, que una vez que se toma el poder no será posible repartir los cargos de la administración entre los afines con total impunidad (ese fue el sistema en nuestro desastroso siglo XIX, ante cada cambio de gobierno se movía hasta a los conserjes, que dejaban sus puestos a los afines al partido ganador o sector que acababa de tomar el poder). Por otra parte, los funcionarios independientes son un obstáculo porque pueden dificultar operaciones contrarias a la ley que, sin tales vigilantes, serían fáciles de perpetrar y, además, constituyen un grupo de opinión independiente que puede actuar al margen de las directrices de los partidos.
¿Si mi puesto de trabajo dependiera del capricho de quien en cada momento ocupa el Ministerio de Educación en Madrid, el Departamento de Universidades en mi Comunidad Autónoma o el Rectorado de la Universidad donde trabajo, podría escribir lo que escribo en este blog?
En estos momentos nos jugamos algo más que puestos de trabajo o salarios, nos jugamos el futuro de este país. Podemos intentar reconstruir un Estado avanzado o, por el contrario, hundirnos en las peores prácticas de nuestro pasado.

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