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domingo, 22 de marzo de 2015

Traducir "El Quijote"

Hace poco leía que Andrés Trapiello publicará una versión de "El Quijote" adaptada al lenguaje moderno. Un comentario de Manuel Arenas en Facebook al hilo de la noticia me hizo recordar un cuento de Borges, "Pierre Menard, autor del Quijote". Y éste me llevó a la pequeña historia, escrita de corrido, que comparto a continuación:



"En el siglo XXI a un escritor -démosle provisionalmente este título- se le ocurre que reescribir “El Quijote” en términos familiares para el lector actual sería una buena idea para acercar la obra de Cervantes a quienes la rechazan por las dificultades de comprensión que resultan de las muchas palabras y expresiones en desuso que utiliza la novela.
Decidido a emprender la difícil tarea, lee y relee “El Quijote” hasta asumirlo como propio. Durante meses vuelve al texto cervantino y se familiariza no solo con la trama y personajes, sino con cada frase, cada palabra, cada giro. Lectura tras lectura siente cercanas a sí las peripecias de Don Quijote y Sancho, sus aventuras y emociones. Así hasta que se cree preparado para la empresa. En la mañana de un día de primavera enciende el ordenador y con un ejemplar del Quijote cerca comienza a escribir. Va cambiando aquí y allí una y otra palabra y avanza sin grandes dificultades. A la noche, cansado, decide tomarse una copa después de la cena y recrear la satisfacción por el trabajo que ha hecho.
Con un whisky en la mano piensa en “El Quijote” y en su personal propósito de conseguirle nuevos lectores. Imagina cómo sería Alonso Quijano si hubiera nacido en el siglo XX y sus aventuras se desarrollaran en el XXI. La idea surge como un relámpago y vuelve al ordenador. Lo enciende y comienza a escribir. Una mujer que anda por los sesenta años, recién jubilada, entusiasta y generosa, decide convertirse en cooperante en una ONG que ayude a los refugiados en África. Se prepara para su aventura y decide marchar a un país pobre y desconocido, tan solo acompañada por su amiga de cartas de los jueves, una mujer práctica que acepta la disparatada propuesta de la protagonista.
Escribe página y páginas hasta caer dormido. Guarda su trabajo y se va a la cama. Al día siguiente continúa con la reescritura del Quijote, pero al llegar la noche retoma la novela de las dos mujeres que desean ser cooperantes.
Pasan los meses y ambas tareas van avanzando. El Quijote adaptado ya está casi completado y debe volver a él. Relee y va cambiando una palabra aquí y otra allí. Es un buen trabajo, pero en ocasiones le falta naturalidad o no tiene la suficiente capacidad de sugerencia. La labor de revisión se alarga y le va cansando. Tachaduras, enmiendas, vueltas atrás. Por fortuna, la noche le da la alegría de continuar la historia de las dos sesentonas que cada vez tiene más vida. Los personajes crecen, las situaciones se enredan, el estilo se aclara, el ingenio brota...

Vive dos vidas, la de creación a la noche y la de recreación a la mañana. El sufrimiento de la tarea tediosa durante el día se va, sin embargo, atemperando cuando cree finalmente haber encontrado el estilo adecuado. Las palabras surgen con naturalidad y las frases se cierran sin aspereza. Siente cómo el trabajo avanza a la vez que la novela de la noche va llegando a su final.
Finalmente, un día da por concluida la labor de recreación del Quijote: el libro está perfecto, acabado, natural. Abre de nuevo, por primera vez en muchos meses, el texto de Cervantes para compararlo con el suyo. Sigue uno y otro con un ligero estremecimiento. Continúa leyendo hasta que pasa la hora de comer y la de cenar, prosigue su lectura como hipnotizado durante días. A medida que lee su cabello se va volviendo blanco.
Ha llegado al final. Ni una sola palabra diferencia el texto original del que él ha escrito. Bueno, una sí. El "Vale" con el que concluye el texto ha sido sustituido por la palabra "Fin". Es el único cambio en toda la obra. Después de meses de trabajo ha conseguido reescribir El Quijote. Pareciera una broma sobrenatural.
Desesperado busca el otro documento, el de la novela que ha ido escribiendo por las noches, el fruto verdadero de su esfuerzo. Imposible dar con él. Repasa una por una todas las carpetas del disco duro. En ninguna de ellas está la historia de las dos sesentonas.
¿Será que el documento solamente aparece por la noche, cuando fue escrito? Espera irracional a que caiga la noche, se sirve un whisky, aguarda.
Se queda frente al ordenador esperando la materialización del documento, mirando la pantalla, ocupada en su totalidad por el color blanco de un documento nuevo de word.
Nada sucede. Se queda dormido y sueña, sueña que escribe una novela sobre dos sesentonas que recrean todo lo que es y ha sido, donde se ven reflejadas todas las personas y donde todos encontrarán motivos para reír, llorar, reflexionar. Sueña que escribe la novela de su vida, de la vida de muchas personas. Sueña hasta despertar y darse cuenta que ha volcado el whisky, que la pantalla blanca continúa impertérrita y que no existe ninguna gran novela sobre sesentonas. Ante sí, tan solo El Quijote laboriosamente recreado palabra por palabra, frase por frase.
No le tiembla el pulso cuando da la orden de borrar el documento y, a continuación, vaciar la papelera.
Con cierta autosatisfacción piensa que no se requeriría más valor para pegarse un tiro."



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