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jueves, 16 de abril de 2020

Un mes de confinamiento


Quizás hoy se incorporen a los datos oficiales sobre fallecidos por coronavirus los que hasta ahora no habían sido contados, con lo que gráficas y curvas tendrán que ser reelaboradas.
No creo que cambien las conclusiones, porque los números oficiales no son arbitrarios. Se corresponden con los reales en una determinada proporción, por lo que es útil hacer previsiones a partir de los datos oficiales.
Ahora bien, toda la tarea de reelaborar los datos me supera. Así que no creo que continúe compartiendo estos gráficos a partir de ahora.
Y creo que estamos en una situción delicada.
Este es el gráfico del incremento de fallecidos en España e Italia cada tres días. Una medida más clara que la diaria porque en un día puede haber desajustes que se compensan en los siguientes. De esta manera esta gráfica aporta una información más fiel de la evolución de la enfermedad.
¿Conclusiones?
1) En España el confinamiento fue útil, porque como se ve, a partir del día 25 de marzo, 10 días después de decretar el confinamiento, se aprecia un descenso pronunciado en la gráfica.
2) El cierre decretado para las dos primeras semanas de abril no ha añadido nada significativo al confinamiento que ya teníamos. La gráfica no tiene un descenso equivalente al del 25 de marzo para marcar los efectos del cierre de toda actividad que no fuera esencial. Fue, por tanto, una medida equivocada. Entiéndaseme. No recirmino al gobierno por ello. Era difícil prever qué pasaría y la situación en los hospitales era muy complicada en el momento en el que se dictó, por lo que era un riesgo que había que asumir. No es una crítica al gobierno (como sí merecen otras muchas de sus decisiones y no decisiones), pero tenemos que anotarlo para no cometer más esos errores en el futuro.
Lo peor: que estamos en una situación que no tiene visos de mejorar significativamente en un corto plazo. Me explico.
Tenemos del orden de 500 fallecidos diarios. Es decir, estamos hablando de contagios diarios del orden de 100.000... en confinamiento. Los fallecidos de estos días es claro que ya se infectaron cuando se había decretado el confinamiento. Así que nos encontramos con que el confinamiento implica aún un contagio diario de varias decenas de miles de personas.
En una epidemia en que no se adoptan especiales medidas de control el índice de contagios se reduce a medida que la población se infecta y, por tanto, cada vez quedan menos personas por infectar. El crecimiento se va deteniendo porque es más difícil que cada nuevo contagiado encuentre a alguien que no haya pasado la enfermedad.
Pero, claro, en una situación de confinamiento esto no se producirá. O, mejor dicho se producirá pero dentro de mucho tiempo. Veamos por qué.
Seamos optimistas: pensemos que el número diario de contagios en confinamiento es de 100.000. Eso implica que en el mes de confinamiento se habrán contagiado unos 3 millones de personas; a los que habrá que sumar, probablemente, un número equivalente de contagiados que ya teníamos cuando se decretó el confinamiento (hoy leía a un médico que daba una cifra de 6 millones de personas en España que habían pasado la enfermedad).
A un ritmo de contagio de 100.000 personas diarias en situación de confinamiento necesitaríamos 10 meses para que se contagiaran 30 millones de personas.
Creo que todo el mundo será consciente de que no es pensable tener 10 meses de confinamiento o un año. Por cierto, esto que digo no es original, pueden consultar un artículo publicado hace un par de meses que desarrollaba este planteamiento que ahora estamos viendo que se produce en España y en Italia, que está en una situación similar a la española.
Pensaba que el confinamiento sería más efectivo y que podría reducir los contagios mucho más que lo que ha hecho; pero la realidad es la que es.
En consecuencia:
Hay que hacer un plan de desconfinamiento que permita regresar a la actividad pero mitigando el riesgo de contagio. Para esto no hay muchos secretos, porque es lo que han probado otros países:
1- Pruebas masivas para identificar a quienes se han infectado y aislarlos hasta que pase la enfermedad.
2- Medidas de protección y de higiene: ausencia de contacto físico, mascarillas, guantes, potenciación del teletrabajo.
3- Prohibición de aglomeraciones y eventos multitudinarios.
4- Estudio de las vías de contagio a fin de identificar qué actividades pueden ser permitidas y cuáles han de ser restringidas.
5- Preparación de los servicios sanitarios para atender una afluencia constante durante meses de pacientes de coronavirus.
6- Con una población infectada de 30 millones de personas el número final de fallecimientos quizás ronde los 150.000 (la tasa de mortalidad real sobre infectados es mucho menor de un 1%. Fíjense que si asumimos que la enfermedad ha afectado ya a 6 millones de personas en España la tasa de mortalidad, contando 30.000 fallecidos -los contabilizados y los que se sumarán estos días al contar a los fallecidos en residencias- es del 0,5%). Este número se reduciría si conseguimos preservar del contagio a las personas más vulnerables. Para eso hay que adoptar medidas específicas de aislamiento para los mayores.

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