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sábado, 25 de julio de 2020

De nuevo sobre las cifras del coronavirus y la situación en la que estamos

Hacia el final del confinamiento renuncié a seguir las cifras del coronavirus. Me parecía un insulto a la inteligancia el baile de criterios, la disminución en el número absoluto de muertos y el rechazo a considerar el exceso de mortalidad como indicativo de las cifras reales de afectación de la pandemia. El burdo intento de retrasar el análisis de las cifras para que el denominado "efecto cosecha" redujera aparentemente el impacto del coronavirus en España fue el último golpe a la credibilidad de unas autoridades que han perpetrado un auténtico atentado al sentido común y a la salud de todos con su desastrosa gestión de lo sucedido y de lo que está sucediendo.
Ahora bien, creo que es necesario volver a estos temas. Con todas las precauciones, cierto, porque la poca credibilidad de las cifras que facilitan unos y otros obliga ser siempre escépticos; pero aún así intentando dilucidar hasta qué punto la situación es ahora tan grave como en ocasiones parece.
Desde hace unos días el número de casos aumenta de una manera significativa. La gráfica de Worldometers es clara al respecto (salvo que diga otra cosa, los datos que utilizaré serán siempre los de Wordometers)

Aparentemente, las cifras son parecidas a las de principios de marzo (el 23 de julio hubo 2615 nuevos casos, mientras que el 18 de marzo hubo 2943 nuevos casos). Ahora bien, hay que tener en cuenta que muy probablemente en marzo el número de casos detectados era una parte pequeña del número total de casos. A mediados de marzo especulaba con que la tasa real de infectados estuviera por el millón de personas, en vez de las menos de 10.000 que daban las cifras oficiales (es decir, las reales serían tan solo un 1% de las oficiales).


De ser así, resultaría que ahora no estaríamos como a principios de marzo, sino que la situación real sería de tan solo un 1% de la que se vivía hace cuatro meses y medio.
Probablemente no es así; pero tampoco podemos quedarnos con que estamos como al comienzo de la pandemia. Las precauciones que tomamos casi todos, las medidas de distanciamiento, la limitación o prohibición de ciertas actividades y un mejor seguimiento por parte de las autoridades sanitarias hacen difícil pensar que la situación esté como hace unos meses. Y los datos de la evolución del número de fallecidos así parecen confirmarlo.
Como he procurado desde siempre, prefiero hacer el seguimiento del número de fallecidos al de casos. La diferencia entre el número de fallecidos oficialmente por coronavirus y el número real es menor que en el número de casos. En España se ha comprobado que esa diferencia es de menos del 100%; que puede parecer mucho, pero que es mucho menos que la diferencia entre casos reales y oficiales; puesto que a partir de los análisis serológicos realizados se deriva que un 5% de la población (seguramente algo más) han pasado la enfermedad; esto es, unos 2,5 millones de personas, que es 7 veces la cifra oficial de personas que han contraído el coronavirus.
Y si vamos a las cifras de fallecidos en el último mes nos encontramos lo siguiente:



No hay crecimiento exponencial, sino el mantenimiento de un número de fallecidos que en todos los días excepto uno, no supera las diez personas.
Si pasamos al número diario de casos nos encontramos con esto:


Aumenta el número de casos, pero no exponencialmente. Ahora bien, hay que hacer algunas matizaciones.
La primera es que llama la atención como en cantidades altas, existen varios días en que se repiten exactamente los mismos números. Mi hipótesis es que esas cifras lo que muestran es el límite de la capacidad de rastreo, no la situación real de casos existentes. No habrá una diferencia como la que nos encontramos en marzo, pero hay una diferencia. El bajo número de rastreadores existentes es un importante inconveniente para el seguimiento de la enfermedad y una consecuencia que ha de extraerse es que no se ha hecho bien estos meses en ese tema, las Comunidades Autónomas (o, al menos, algunas Comunidades Autónomas) no se han preparado de manera adecuada para afronter la lucha contra el virus. Aumentar la capacidad de detección es fundamental para hacer frente al repunte que ahora mismo estamos sufriendo.
Otro apunte: la situación varía mucho en función de las Comunidades Autónomas.

(en este caso los datos están tomados del Ministerio de Sanidad)

La variedad de unas a otras Comunidades Autónomas es enorme. A simple vista se comprueba que Aragón (220,12), Cataluña (103,62) y Navarra (100,58) están en una situación mucho peor que el resto, donde la situación en el País Vasco y en La Rioja tampoco parece buena. El resto de Comunidades Autónomas, sin embargo, tienen unas cifras bastante tranquilizadoras.
En tercer lugar: hay que esperar que el aumento de los casos en los últimos días se traduzca al cabo de unas semanas, en un aumento significativo del número de fallecimientos. Por optimistas que seamos, 2000 casos diarios supondrán inevitablemente del orden de entre 10 y 20 fallecidos diarios al cabo de unos días.
Lo que dicen estos gráficos es que hay que adoptar medidas en Aragón, Cataluña y Navarra (probablemente también en el País Vasco y La Rioja) a fin de parar la extensión del brote a otras Comunidades Autónomas. Creo que impedir los desplazamientos entre estas Comunidades y el resto del país sería una medida muy apropiada. Una medida que tan solo puede aprobar el gobierno de acuerdo con la interpretación que hasta ahora se ha hecho de la confusa normativa en la materia que tenemos.
Ya se está tardando- me parece- en adoptar esta medida.
Por otra parte; en estas comunidades el nivel de casos es tan alto que el rastreo tiene una eficacia limitada. La única forma de parar la expansión es extremar las medidas de protección y de mantenimiento de la distancia física, unido a la prohibición de realizar determinadas actividaes y a la limitación de otras (reducción del aforo en restaurantes, por ejemplo).
No se trata en ningún caso de volver al confinamiento, una medida que la expereiencia comparada ha mostrado como ineficiente y que tendría unos costes económicos inasumibles; una medida que tan solo debe usarse como último recurso en aquellos casos en los que la falta de previsión y de preparación no deja ninguna otra alternativa. No son mis palabras, son las del Informe sobre Desarrollo Sostenible de 2020, que analiza la respuesta global al coronavirus.




Desechado el confinamiento, han de aislarse las zonas en las que la incidencia es mayor y ser exigente en las medidas de higiene, protección y distancia física. Además, han de incrementarse los controles y los rastreos y mejorar la respuesta sanitaria a la crisis. Ahora no debería pasar como hace unos meses, cuando en algunas Comunidades Autónomas las UCIs estaban colapsadas mientras otras presumían de que no habían precisado más que ocupar un 75% de sus camas. Hay que ir estableciendo planes para desplazar medios y personal sanitario de unas Comunidades Autónomas a otras o bien desplazar enfermos (como hizo Francia, por ejemplo).
En definitiva, no estamos en una situación como la de marzo y no debería repetirse lo que entonces se vivió; pero para eso es necesario:
- Mejora en los mecanismos de rastreo, seguimiento y atención.
- Adopción de medidas de aislamiento de las zonas más afectadas lo antes posible (ya estamos tardando).
- Extremar las medidas de higiene y protección.
- Reducir o limitar las actividades que más riesgo suponen para la transmisión de la enfermedad.
- Elaboracion de planes para el caso de que sea necesario desplazar pacientes o material y personal sanitario de unas Comunidades Autónomas a otras.

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