Cuando en abril de 2014 Societat Civil
Catalana hizo su presentación oficial, resultaba impensable el actual
florecimiento en Cataluña de entidades que apuestan por la continuidad en la
participación de los catalanes en los proyectos español y europeo. En 2014 se
había extendido la sensación de que el proceso de secesión avanzaba como macha
de aceite sin que se apreciaran reacciones en la sociedad catalana más allá de
los grupos que desde siempre habían mostrado su oposición al nacionalismo.
En 2014 esto comenzó a cambiar. Es cierto
que siempre habían existido en Cataluña asociaciones o grupos que se habían
opuesto a la ocupación del espacio público por las opciones políticas e
ideológicas vinculadas al soberanismo; pero ninguna de ellas tenía la
pretensión de globalidad y la ambición que mostraba Societat Civil Catalana. El
especial momento histórico que se vivía explica seguramente el interés
suscitado por la iniciativa y su rápido crecimiento. Un año después de haber
nacido ya contaba con las primeras agrupaciones locales y sectoriales, había
producido documentos, participado en debates y convocado varios actos en la
calle. Dos años después era una marca ampliamente conocida, con capacidad para
entrevistarse con líderes políticos, hacer oír su voz en Cataluña, en el resto
de España, en Europa e, incluso, en Estados Unidos y su participación pública
era cada vez mayor.
A la vez que Societat Civil Catalana
crecía otros grupos aparecían cubriendo desde distintos flancos la construcción
en Cataluña de un espacio no nacionalista. “Empresaris de Catalunya” ofrecía la
posibilidad de que el mundo económico expresara su convencimiento de que el
futuro de Cataluña pasa por su permanencia en España. “Pi i Margall” se
convertía en una plataforma para el mundo de la comunicación atenta a los
desvaríos de los medios de propaganda del régimen nacionalista. CLAC ofrecía un
espacio para propuestas culturales con el objetivo de recuperar para Barcelona
y Cataluña ese lugar en la cultura universal que el aldeanismo nacionalista nos
podía hacer perder…
El 19 de enero de 2017 se presentaba
“Concordia Cívica”, otro grupo que pretende amplificar la voz de quienes se
oponen al proceso secesionista. Es encomiable el vigor que muestra la
sociedad catalana con la continua aparición de entidades o asociaciones que
tienen como objetivo hacer visibles y reforzar los vínculos entre los catalanes
y el resto de los españoles. Han pasado tan solo tres años desde 2014, pero el
cambio del paisaje es significativo. La sociedad catalana muestra así una
enorme vitalidad y son cada vez más quienes se quieren sumar a aquellos que han
(hemos) dicho con claridad que la secesión es mala para Cataluña y para los
catalanes, y que el proyecto español y europeo merecen mucho la pena. Es cierto
que aún hemos de esperar para juzgar el papel que jugará “Concordia Cívica”,
pero desde luego ha de valorarse como positivo el nacimiento de otra entidad
que colaborará en la tarea de mostrar las ventajas que para los catalanes tiene
continuar siendo españoles.
Sobre el papel que la nueva asociación
desempeñará poco sabemos todavía. En su presentación ha declarado que su
voluntad es convertirse en una especie de “ANC” del independentismo,
coordinando, amplificando o dirigiendo de alguna forma a otras asociaciones y
entidades que trabajan para que la voz de los catalanes no nacionalistas sea
oída en Cataluña, en España y en otros lugares. Hemos de ver cómo se concreta
este propósito, pero ha de apuntarse que seguramente a sus promotores no se les
escapan las dificultades de esta empresa,
tal como intentaré explicar a continuación.
Entre quienes no comparten los
planteamientos secesionistas hay una variedad enorme de posicionamientos
ideológicos. Encontramos persona que se ubican a la derecha, grupos no
democráticos de extrema derecha, personas que se identifican como liberales,
socialdemócratas o a la izquierda de la socialdemocracia. En lo que se refiere
a sus preferencias sobre la organización territorial del Estado hay desde
quienes preferirían la desaparición de las Comunidades Autónomas y la vuelta a
un Estado centralista a quienes optan por modelos federales o, incluso,
confederales.
Realizar propuestas que permitan reunir a
todos estos grupos es imposible. Societat Civil Catalana, por
ejemplo, siempre ha manifestado su repulsa hacia los grupos que no comparten
los valores democráticos y, por tanto, expresamente rechaza cualquier
colaboración con ellos. Más allá de este rechazo, todos aquellos que comparten
los valores democráticos pueden participar en Societat Civil Catalana, pero la
variedad de planteamientos de sus integrantes hace que las propuestas que se
hagan desde la entidad sean realmente de mínimos, pues ha de intentarse siempre
que todos los que son contrarios a la secesión y comparten los valores
democráticos se sientan representados. Esta es la función de Societat Civil
Catalana.
Esto explica que existan otras entidades
que también comparten el rechazo a la secesión y que ponen el acento en
planteamientos que, por ejemplo, Societat Civil Catalana no podría asumir por
su transversalidad. Lo anterior no implica que no sea conveniente la
colaboración con estas entidades; pero cada colaboración es fruto siempre de un
trabajo de identificación de los puntos comunes en los que coincidimos y a
partir de un ejercicio relevante de generosidad por parte de todos los que
colaboran.
Es por lo anterior que Societat Civil
Catalana desde sus inicios se planteó como una asociación de personas, y no
como una agrupación de asociaciones o entidades. Éramos conscientes de que la
pluralidad de quienes se oponen a la secesión no podía ser reconducida a una
unidad que provocaría tensiones y acabaría provocando conflictos.
Más allá de eso, hemos de plantearnos si
es adecuada una estrategia “frentista”, que replique a la de los nacionalistas.
Societat Civil Catalana siempre se ha mostrado también escéptica ante
propuestas como la de la articulación de una lista conjunta de los partidos
constitucionalistas o de la creación de estructuras que articulen la pluralidad
de la sociedad civil al modo en que hacen los nacionalistas.
Lo normal en una sociedad democrática es
pluralidad de voces y de acentos. Discrepancias en unos puntos y acuerdos en
otras. Existiendo argumentos a favor de la tesis contraria, hasta ahora
Societat Civil Catalana ha preferido alejarse de ese frentismo para realizar
propuestas que no limiten de ninguna manera los matices que existen dentro de
quienes se oponen al secesionismo. El hecho de que muchas personas que
colaboran con Societat Civil Catalana participen también en partidos políticos
u otras asociaciones es muestra de que no es incompatible una “militancia
múltiple”, que seguramente es más fiel a la realidad de nuestra sociedad.
Seguramente “Concordia Cívica” es
consciente de todo lo anterior. Esperamos sus propuestas mientras seguimos
realizando la actividad que en estos tres últimos años nos ha llevado a
presentar a través de actos y documentos las ventajas para los catalanes de
continuar siendo parte de España y de la Unión Europea, a denunciar las
mentiras y abusos del nacionalismo, a explicar a la opinión pública tanto
española como internacional otra visión de la realidad catalana, a comparecer en las instituciones catalanas, españolas y europeas como catalanes no
nacionalistas que desean seguir participando en la comunidad política con la
que nos identificamos y rechazan que por la vía de hecho se les arranque de ella.
En definitiva, continuaremos haciendo la labor que llevamos haciendo y
confiamos en que Concordia Cívica se convierta en un actor útil para la
convivencia entre catalanes y entre el conjunto de los españoles.
En cualquier caso, hemos de felicitarnos por la indudable vitalidad de la sociedad catalana en estos momentos difíciles y debatir con tranquilidad sobre los equilibrios que han de buscarse entre diversidad y unidad en las propuestas de quienes defienden que los catalanes sigamos siendo españoles y europeos.
En cualquier caso, hemos de felicitarnos por la indudable vitalidad de la sociedad catalana en estos momentos difíciles y debatir con tranquilidad sobre los equilibrios que han de buscarse entre diversidad y unidad en las propuestas de quienes defienden que los catalanes sigamos siendo españoles y europeos.
Los independentistas nos llevan ventajas. Se presentan unidos desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda y los antisistemas anarquistas. Todos tienen el mismo fin.
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