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sábado, 17 de abril de 2021
Paciencia y convicción
Fernando Alonso, Honda y McLaren
Sigo a Fernando Alonso desde antes de que llegara a la Fórmula 1. Recuerdo una entrevista que le hacían en "La Nueva España" de Oviedo en el año 2000, cuando corría en Formula 3000. Me impresionó su seguridad y cuando fichó por Renault en 2001 tuve la certeza de que llegaría a ser campeón del mundo.
Es por esto que me pareció un error el desencuentro con Honda que puso fin a la relación entre McLaren y Honda en el año 2018. Como los que siguen la Fórmula 1 saben, en 2015 se inició la colaboración entre Honda y McLaren. Durante tres años Honda motorizó a McLaren. El objetivo era crear un equipo campeón con la experiencia de McLaren en la Fórmula 1 y la de Honda en las más diversas categorías del deporte del motor.
El primer año fue un desastre y el segundo no fue mejor. El tercero también mostró que el motor Honda no acababa de funcionar. Alonso criticó abiertamente a su motorizador y entre unas cosas y otras, McLaren rompió con Honda y eligió comprar motores Renault.
Pero una fábrica como Honda siempre acaba surgiendo. Tras dejar a McLaren pasó a motorizar al equipo filial de Red Bull, Toro Rosso y desde 2019 a Red Bull y en 2019 el Red Bull de Max Verstappen, con motor Honda, ganó el Gran Premio de Austria. Honda volvía a ganar. Le costó 4 años, pero volvió a ganar. No sabemos qué hubiera pasado si McLaren -y Alonso- hubieran tenido paciencia.
Porque hay apuestas en las que hay que perseverar, compromisos que no son fáciles y en los que una vez estrechada una mano hay que seguir hasta el final, cueste lo que cueste; compromisos en los que se entra por convicción, aquí la convicción de que Honda es una marca ganadora y más tarde o más temprano hará un motor ganador.
Alonso sigue sin ganar y el haberse enemistado con Honda le ha impedido también competir con coches motorizados por el fabricante japonés en las 500 millas de Indianápolis. Lo entiendo. Me imagino que los japoneses esperan que una vez sellado un pacto, no se abandone hasta que se llegue al triunfo final.
Paciencia y perseverancia; lo que es bastante oriental, como se verá en el siguiente apartado.
Unos pocos años en la cultura china
Hace 20 años me impresionó este fragmento de un relato incluido en "Doce narraciones chinas" (Círculo de Lectores, Barcelona, 2001), que es un extracto de una colección de historias mucho más extensa, escrita por Ling Mengzhu en la primera mitad del siglo XVII. La narración en cuestión se titula en la versión en español "El Manuscrito"; pero en la obra original lleva un título mucho más barroco cuya traducción supera mis escasísimas capacidades.
El caso es que en un punto de ese relato se puede leer lo siguiente (según la traducción de Manuel Serrat Crespo, no del original chino, sino de la versión francesa de André Levy):
Luego acaecieron los disturbios y las guerras de las Cinco Dinastías, de los Song y de los Yuan. Durante esos pocos siglos, muchos monumentos y tesoros célebres, antiguos y modernos, desaparecieron sin dejar rastro.
"Durante esos pocos siglos"... el período al que se refiere la época de las Cinco Dinastías, los Song y los Yuan se inicia en el siglo X y concluye en el siglo XIV; así que esos pocos siglos son más de 400 años.
Es cierto que no tengo la seguridad de que la traducción de la traducción sea fiel al original, que aquí dejo por si alguien tiene capacidad para determinar si la versión es correcta:
"後來五代、宋、元兵戈擾亂,數年間,古今名跡,海內 亡失已盡" (después de unos cuántos esfuerzos puede encontrar aquí el original); en chino simplificado es así:
"后来五代、宋、元兵戈扰乱,数年间,古今名迹,海内 亡失已尽"
pero si la damos por buena nos encontramos con que para los chinos cuatro siglos son tan solo unos pocos años (diría que en el original chino nada se dice de siglos, sino que se refiere, simplemente a "en el lapso de unos años", 數年間, en chino simplificado: 数年间).
Existen, pues, culturas, en las que el tiempo tiene un significado diferente que el que tiene para nosotros; en las que la inmediatez no es una virtud, y en la que se aprecian aquellas empresas que son largas y trabajosas. De hecho, en China se conoce como "la gran empresa" la tarea de derrocar una dinastía y establecer otra; algo que normalmente lleva décadas.
Me imagino, por tanto, la sorpresa de los japoneses (si asumimos que la cultura japonesa y la china comparten esta especial percepción del tiempo) cuando McLaren y Alonso les exigían resultados inmediatos. Me imagino a los ingenieros y jefes de Honda estupefactos ante la pretensión de que algo tan difícil como hacer un motor que pueda ganar el Mundial de Fórmula 1 pudiera improvisarse de un año para otro.
Paciencia, mucha paciencia.
Y convicción.
Y esto me lleva al tercer punto.
La convicción en la política
Me ha venido a la cabeza el desencuentro de McLaren/Alonso con Honda, y la frase del relato de Ling Mengzhu al leer un artículo de Arcadi Espada, que destacaba en su muro de facebook Leyre Iglesias. Y, en concreto, este fragmento:
En Cataluña, Ciudadanos no se colocó en la selecta y circunstancial equidistancia, sino enfrente del irracionalismo nacionalista. Y fue desde este lugar como logró convertirse en el primer partido político de Cataluña. La misma intención hubo de tener -y no tuvo- en la general política española. Albert Rivera cometió un grave error al pretender que el partido sustituyera al Pp. Pero el error habría sido el mismo de haber querido sustituir al Psoe. Renunciar a las dos imposturas no supone que Ciudadanos estuviera condenado a la relativa insignificancia del partido bisagra: solo que el camino hacia la hegemonía política tenía que ser más lento, duro y opaco, características incompatibles con el enfermizo añinamiento de sus dirigentes.
No estoy en condiciones de juzgar si es cierta la afirmación de que los dirigentes de Ciudadanos adolecían de aniñamiento. Sí que creo que fue un error intentar sustituir al PP; aunque pienso que el papel de partido bisagra no es insignificante, ni siquiera de una forma relativa; pero no me quiero detener en ello; porque lo que me llamó la atención del párrafo transcrito es la recia propuesta de un proyecto político "lento, duro y opaco". Ahí es donde recordé el intento de Honda de volver a triunfar en la Fórmula 1 y esa particular manera oriental de ver el transcurso del tiempo que le hace pensar que cuatro siglos son unos pocos años. Esto me pareció muy lúcido, porque en España hay una tarea política pendiente que no puede abordarse con prisas, con apuros e improvisación; una tarea que requiere asumir que pasarán años y puede que décadas; que en muchos momentos parecerá que se está a punto de fracasar definitivamente; pero en la que aún así hay que perseverar. Esa tarea es la de construir un proyecto político radicalmente comprometido con el respeto a la ley, a los principios democráticos, a la defensa de los derechos fundamentales, a la búsqueda de una sociedad libre y abierta, plenamente conectada con Europa y en la que el progreso de todos y el bien común sean el único propósito y objetivo.
Un proyecto como el anterior es necesario, no se puede renunciar a él y bien merece la pena comprometerse en el mismo más allá de las derrotas que se producirán y de los años que deberán perderse en la lucha. Para ello lo único que hay que tener es la convicción a la que me refería antes. Una convicción profunda que surja de la razón pero que envuelva también el corazón. Un espíritu que conecte con el de ese poema maravilloso de Kipling, "If", al que me parece intuir que Espada se refiere cuando habla de "renunciar a las dos imposturas".
Es claro que este proyecto no está representado por el PSOE, quien permite y apoya la vulneración de los derechos de los niños en la escuela catalana, quien se aviene a pactar con quienes utilizan la violencia contra sus adversarios políticos y es incapza de solidarizarse con quienes sufren el acoso y la humillación. Es claro que el PSOE, que no oculta su desdén por la independencia judicial y huye de la defensa de un proyecto común para todos los españoles no representa la propuesta política a la que me refería antes.
Y el PP tampoco. Tal como indicaba hace unos días, el PP ha sufrido esa "confederalización" que resulta de ejercer el poder en las comunidades autónomas sin tener claro cuál es la propuesta y los desafíos que podemos fijarnos como país.
y sin que tampoco parezca tener claro qué es la independencia judicial, pues continúa empecinado en una negociación sobre el nombramiento de vocales del CGPJ que debería limitarse a proponer una reforma de la LOPJ que se adecue a las exigencias del Consejo de Europa y que conduzca a que al menos la mitad de dichos vocales sean elegidos por los jueces.
No me pronuncio tampoco sobre si esa propuesta la encarna Ciudadanos. No quiero sumar más confusión a la confusión y los errores cometidos en los últimos años merecerían una explicación y rectificación que todavía no se ha dado y que un partido "diferente" tendría que haber asumido hace tiempo; pero con independencia de que sea Cs o sea otro, lo que es claro es que la reivindicación de los valores que antes mencionaba: Estado de Derecho, principios democrácitos, derechos fundamentales, fortalecimiento del proyecto común y renuncia a buscar apoyos en quienes lo que quieren es debilitarlo, deberían estar representados por alguien, tenga más o menos apoyo, más o menos votos, más o menos fuerza.
Alguien que sea capaz de asumir lo que propone Kipling: enfrentarse al triunfo y al desastre y tratar igual ambas imposturas.
Algunos que tengan convicción, compromiso y paciencia.
Mucha paciencia.
Como dice Espada, que tengan la voluntad de llevar a cabo una tarea lenta, dura y opaca.
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