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domingo, 8 de agosto de 2021

¿Qué posición ocupa la universidad española en el mundo?

Aprovechando que estamos de vacaciones, me he permitido tomar unas horas para hacer unos números.
Vuelvo sobre el tema de los rankings universitarios. Hace años ya escribí sobre ellos, mostrando, además, mi escepticismo hacia esas clasificaciones que jerarquizan los centros de educación superior ["Sobre la gobernanza universitaria (II)", del año 2012]. No volveré sobre aquello y me limitaré a recordar que estos rankings no miden propiamente la calidad, sino una serie de ítems (presupuesto en relación a los estudiantes y a los profesores, ratio, proporción de estudiantes de grado y postgrado, proporción de estudiantes internacionales, número de patentes, número de publicaciones en determinadas revistas...) que fácilmente pueden introducir un sesgo. De hecho, creo que el sesgo en favor del mundo anglosajón es evidente; pero, como digo, no voy a entrar en ello. Demos todo esto por reproducido y quedémonos con cuál es la posición de la universidad española de acuerdo con esos rankings. Creo que es un tema sobre el que conviene volver porque siempre que sale en la prensa esta cuestión aprecio un notable desconocimiento que va acompañado de un defectuoso enfoque. Lo que sigue a continuación está basado en el ranking QS para el año 2022. Puede consultarse aquí. Quien se anime, puede repetir la indagación (y enriquecerla) con el resultado de otra clasificaciones de universidades.


Cuando se dan a conocer estos rankings, la prensa suele prestar atención a que no hay ninguna universidad española entre las 100 primeras del mundo y que hay pocas entre las 200 primeras. En la clasificación que hace QS la primera universidad española, la Universidad de Barcelona, está en el puesto 168. No hay ninguna otra entre las 200 primeras y luego nos encontramos con otras cuatro universidades entre las 250 primeras del mundo (Universidad Autónoma de Madrid, en el puesto 207; Universidad Autónoma de Barcelona, en el 209; Universidad Complutense de Madrid, en el 223 y Universidad Pompeu Fabra en el 248). Hay otras 7 universidades españolas entre las 500 primeras del mundo y otras 14 entre las primeras mil universidades del mundo. Se trata de resultados que la opinión pública y algunos políticos desdeñan, sin que falte el añadido de que eso muestra el fracaso del sistema universitario español, a lo que se suele añadir propuestas de reformas de organización, sin caer en la cuenta, por ejemplo, de que simplemente, un aumento de la financiación de la universidad, sin más, ya supondría ascender en el ranking, pues el presupuesto incide directamente en los puntos obtenidos en algunos rankings (no en el QS) ey también indirectamente, en tanto en cuanto puede ayudar a mejorar las ratios, que también se tienen en cuenta (en el caso del ranking QS la ratio es un 20% de la puntuación final de la universidad). Para acabar con el tema de la financiación: mi propia universidad, la UAB, está en el puesto 209 del ranking QS con un presupuesto de algo más de 300 millones de euros anuales. La Universidad del Estado de Arizona, que en ese mismo ranking está situada 7 posiciones por detrás de la UAB tiene un presupuesto casi diez veces mayor (para un tamaño parecido). Lo dejo apuntado para cuando alguien quiera hablar en serio de la calidad del sistema universitario español.
Como digo, estos resultados normalmente son considerados de manera superficial, como si no tener ninguna universidad entre las 100 primeras del mundo supusiera que el país en su conjunto no está entre los 100 primeros del mundo. Ese es un error que pasa por alto que en el mundo hay más de 15.000 centros universitarios; lo que implica que estar entre las 170 primeras universidades del mundo es estar en el 2% superior. Más del 98% de todas las universidades del mundo estarían situadas por detrás de la primera universidad española.


De hecho, solamente 35 países tienen alguna universidad entre las 200 primeras del mundo. Son estos:

- Estados Unidos
- Reino Unido
- Suiza
- Singapur
- China
- Hong Kong
- Canadá
- Australia
- Japón
- Corea del Sur
- Francia
- Alemania
- Países Bajos
- Malasia
- Taiwan
- Argentina
- Rusia
- Nueva Zelanda
- Suecia
- Dinamarca
- Irlanda
- Noruega
- Finlandia
- México
- Arabia Saudí
- Brasil
- Chile
- Bélgica
- Italia
- Austria
- España
- Kazastán
- India
- Emiratos Árabes Unidos
- Israel

De los 27 países miembros de la UE tan solo 11 tienen alguna universidad entre las 200 primeras del mundo (Francia, Alemania, Países Bajos, Suecia, Dinamarca, Irlanda, Finlandia, Bélgica, Italia, Austria y España).
Y si consideramos países que tienen alguna universidad entre las 500 primeras del mundo la lista llega a los 58. Entre estos, todavía hay 9 países miembros de la UE que no aparecen en la lista (Letonia, Luxemburgo, Malta, Eslovenia, Eslovaquia, Croacia, Hungría, Rumanía y Bulgaria).
Ahora bien, el sistema universitario no se mide únicamente por aquella universidad que destaca más en el mismo, sino que debería considerarse el conjunto; y es por eso que sería conveniente examinar cuántas universidades coloca cada país entre esas 500 mejores del mundo. Si nos fijamos en ese dato, este es el resultado:

El país que más universidades tiene entre las 500 mejores del mundo es Estados Unidos, con un total de 87, seguido del Reino Unido, que suma 49 universidades a esa lista. El tercero en este ranking es Alemania, con 31 universidades.
Hago el inciso de que lo desproporcionado de la posición del Reino Unido (más que la de Estados Unidos) algo, quizás, nos dice del sesgo hacia el mundo anglosajón que tiene este ranking. Sería necesario examinarlo con más detenimiento y aquí no puedo hacerlo; pero que el Reino Unido supere a Alemania en cuanto a universidades entre las mejores del mundo, y lo haga por más de un 50% tiene una difícil explicación si consideramos la población, recursos y relevancia de los estudios superiores en uno y otro país. No insistiré, sin embargo, en esto y, como digo, me conformo con dejarlo apuntado.
Por detrás de estos tres países nos encontramos ya a China (en el ranking se separan las universidades de Hong Kong de las del resto de China, no sé si esto está justificado), con 26 universidades entre las 500 mejores (si se incluyeran las de Hong Kong serían un total de 32, más que las alemanas). Luego otros dos países anglosajones, Australia y Canadá; Rusia, Japón y Corea y a partir de ahí, seguidos, cinco países europeos: Italia, Países Bajos, España, Francia y Suiza. España se sitúa en la posición 12 del mundo en cuanto a número de universidades entre las 500 primeras del mundo.
Esta clasificación ya se corresponde más con lo que puede ser la posición natural de los países en cuanto a sus sistemas de educación superior. Visto desde esta perspectiva, España estaría entre los 15 primeros países del mundo en lo que se refiere a la presencia de sus universidades entre las mejores del mundo; una posición que se confirma si tenemos en cuenta otro indicador. Vamos ahora con él.
En la gráfica anterior se medía el número total de universidades entre las 500 primeras del mundo; pero, claro, no es lo mismo que la universidad esté en el número 500 o en el número 1. Llamo la atención, sin embargo, sobre lo que apuntaba antes: en cualquier caso estamos hablando del 5% superior del conjunto de universidades del mundo; por lo que estar en ese "club" ya es significativo. Ahora bien, podemos matizar la tabla anterior clasificando los países en función de los puntos que acumulan las universidades de cada uno de ellos en el ranking QS. De esta manera, sumamos los puntos de todas las universidades incluidas en la clasificación QS para ver cuál es el total de puntos por cada país. El resultado es éste:


En esta clasificación Estados Unidos y el Reino Unido siguen siendo los primeros, pero en tercer lugar ya aparece otro país anglosajón (Australia) y Alemania queda relegada al cuarto puesto. Hay algunas variaciones con respecto a la clasificación anterior, pero que no alteran significativamente el orden que habíamos visto antes. De acuerdo con este criterio, España, que en la primera gráfica estaba en al posición 12 pasa a la 15 del mundo; lo que implica que hay otros países que tienen menos universidades entre las 500 primeras del mundo, pero que se encuentran en mejores posiciones que las españolas. Así sucede en el caso de Francia, Suiza y Hong Kong.
Visto de esta forma, el sistema universitario español se encuentra más o menos en la posición que es habitual para nuestro país en muchas clasificaciones. España es, por PIB nominal, el país 14 del mundo, el 16 por PIB a paridad de poder adquisitivo;  y el 12 por número de publicaciones en revistas internacionales. Si se me permite la broma, hasta esa sería una buena posición en el medallero olímpico (al cerrarse los Juegos de Tokio, España se quedó en la posición 22).
Me gustaría que esto que comparto sirviera para que cuando se publiquen noticias sobre rankings universitarios no nos quedemos con el titular de que no hay ninguna universidad española entre las 100 primeras del mundo y sepamos mirar esas cifras con un poco de perspectiva, para darnos cuenta de que lo que reflejan dichas clasificaciones es que nuestro sistema universitario se sitúa, a nivel mundial, más o menos donde lo colocan la mayoría del resto de indicadores que utilizamos habitualmente
Y lo anterior no solamente es importante para tener una visión correcta de la realidad -que ya sería bastante- sino que nos puede servir también a hacer un diagnóstico de la situación que nos ayude a tomar decisiones de cara al futuro.
Vemos que España tiene un número no desdeñable de universidades entre las mejores del mundo, estando en una situación parecida a la de otros países de nuestro entorno como Francia o Italia; si bien se aprecia que Europa en su conjunto muestra un retraso injustificado respecto a los países anglosajones y algunos países asiáticos. Esto se verá con más claridad en el último gráfico que comparto.


Este gráfico muestra el resultado de dividir los puntos totales obtenidos por todas las universidades de cada país que se encuentran entre las 500 primeras del mundo y el número de universidades de cada país en la lista. Esto es, nos da la media de puntos de las universidades que, en cada país, se encuentran entre las 500 mejores del mundo. Y es un gráfico que cambia significativamente respecto a los anteriores.
Las primeras posiciones no están ocupadas por Estados Unidos y el Reino Unido, sino por Singapur y Hong Kong, dos territorios pequeños que se vuelcan, seguramente, en las pocas universidades que tienene, a las que, evidentemente, dotan de una especial preferencia, pues sus gráficas destacan sobremanera de las demás.
El tercer país es México, que cuenta con solamente dos universidades entre las 500 mejores del mundo; pero donde, presumiblemente, se concentran, en esos dos centros, gran número de recursos y talento.
A partir de ahí la pendiente va en suave descenso; pero esto no debe impedirnos ver que países que en las gráficas anteriores estaban muy próximos aquí están separados. Así, los Países Bajos, Francia y Suiza, que en clasificaciones anteriores estaban cerca de España o Italia, ahora están muy lejos de estos países. En concreto, Suiza está en cuarta posición, los Países Bajos en sexta y Francia en octava; mientras que España está en la posición 34 e Italia en la 43.
Esto se confirma si relacionamos los puntos que obtienen las universidades de cada país con la población de dicho país. El gráfico que resulta es el siguiente:

En esta clasificación España está en la posición núm. 31, y se observa, al igual que en la anterior, que Alemania, Francia o Italia se sitúan por esa franja. Alemania está en la posición 23 y Francia e Italia se sitúan por detrás de España; Francia en la posición 33 e Italia en la 34. Si se tiene en cuenta la población, Estados Unidos, que copa, junto con el Reino Unido, los primeros puestos de la clasificación de universidades, como país se ubica en la posición núm. 26, flanqueado por Corea del Sur y Malasia. China se sitúa a la cola, porque sus muchas universidades de calidad se relativizan cuando se ponen en relación con una población de más de 1.400 millones de personas. En la primera posición se sitúa Brunei; pero seguramente hay que tener en cuenta que en un país con una población que no llega al medio millón de habitantes, la relación entre universidades y población no es tan signficativa como en países más grandes. Si excluimos de la gráfica a los países o territorios que no llegan a los 5 millones de habitantes es esto lo que nos encontramos:

¿Qué nos quiere decir?
En primer lugar, que la posición del conjunto del sistema universitario español se corresponde con la que reflejan otros indicadores. Si en términos absolutos España se situaba en torno a la posición 15 del mundo (lo que coincidía, más o menos con la posición que tiene el paíse en el mundo en función de su PIB), poniendo esto en relación a la población nos encontramos con que España está hacia la posición 30, que es también la que se corresponde con la que le toca por su renta per cápita. España, es, justamente, el 32 paíse del mundo por renta per cápita a paridad de poder adquisitivo.
Este índice, por otra parte, creo que nos permite tener una intuición de la calidad de los sistemas universitarios. Si dejamos de lado el sesgo proanglosajón y aquellos territorios que, por tener una población pequeña, podrían ofrecer resultados menos significativos, vemos que Suiza, Finlandia, Dinamarca, Suecia y los Países Bajos son quienes parecen tener unos sistemas más robustos. No solamente tienen un número importante de universidades (teniendo en cuenta la población) entre las 500 primeras del mundo; sino que esas universidades están en puestos destacados de la clasificación. Creo que si tenemos que fijarnos en algún modelo, debería ser este; pero teniendo siempre en cuenta que los trasplantes han de hacerse con mucho cuidado.
Nos indica, además, otra cosa: en España e Italia no se prima la excelencia de algunas universidades, sino que se ofrecen posibilidades a todas para tener un nivel digno que solamente con mucho tiempo y esfuerzo puede llevarnos a subir posiciones en los rankings internacionales. La situación de Francia y de Alemania es parecida.
Es una opción y, además, una opción que no me parece mala; pero tenemos que ser conscientes de ello. Si queremos tener alguna universidad entre las, digamos, cien primeras del mundo (o las cincuenta primeras, ¿por qué no?) deberemos hacer algo diferente; y no se trata de cambiar las estructuras para todas las universidades, sino de ver cómo se pueden potenciar algunas universidades concretas. Estados Unidos, con una población que es 7 veces la española, tiene 87 universidades entre las 500 primeras del mundo. España, tiene 12; esto es, en relación a la población, España tiene más más o menos las mismas universidades entre las 500 primeras del mundo que Estados Unidos. No quiero decir que no pueda ampliarse ese número (en proporción a la población España tiene menos universidades en ese grupo que los Países Bajos, Suecia o Suiza, por ejemplo); pero no es realista pensar que las más de 80 universidades españolas estarán todas ellas entre las 500 mejores del mundo. Tampoco que lo estarán las 50 universidades públicas.
Así pues, si queremos mejorar globalmente en estos rankings será preciso potenciar a unas universidades frente a otras. Cualquier otra cosa es pensamiento ilusorio. No se tratará únicamente de que alguna otra universidad se sume a las que ya están en el selecto grupo de las 500 mejores del mundo; sino que algunas entre ellas dispongan de recursos suficientes para dar el salto que supone entrar entre las 100 primeras. Para hacerse una idea, la mejor de las universidades españolas, la Universidad de Barcelona, tiene una puntuación de 47,6 puntos. La número 100 del mundo alcanza los 59,6 puntos. Esos 12 puntos de diferencia son más de un 25% de mejora.
Ahora bien, si se tiene claro qué se quiere conseguir y cómo lograrlo, es posible hacerlo. No hay nada que impida que una o unas pocas universidades españolas estén entre las mejores del mundo. Me satisface que esto se haya planteado como objetivo de forma explícita por algunos responsables universitarios; pero hay que ser conscientes de qué medios hay que poner para lograrlo y de cómo se articula con el conjunto del sistema universitario.





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