domingo, 9 de junio de 2024

Historia, memoria y víctimas

Pablo de Lora ha publicado Recordar es político (y jurídico). Una desmemoria democrática


Recomiendo su lectura. El autor parte del recuerdo familiar de las muertes en la Guerra (discúlpenme las mayúsculas; más de 80 años después, en España todos sabemos a qué nos referimos cuando hablamos de "la Guerra"; no añadiré nada al sustantivo); para analizar con rigurosa pasión las políticas de memoria que se han ido desarrollado.
Es un tema que me interesa, y la perspectiva del autor, que toma como centro a las víctimas, me parece de lo más oportuna. Hace poco, se publicaba un libro sobre los 40 años de los juicios a la cúpula militar argentina en el que se me invitó a participar y contribuí con un trabajo en relación a este tema: la relación entre memoria y víctimas. Ya antes me había ocupado, durante su tramitación, de la Ley de Memoria Democrática, cuestionando -entre otras cosas- la forma en que ésta trataba la memoria de las víctimas.

En el libro de Pablo de Lora las víctimas lo son todo. Comienza con el relato de lo sucedido en Paracuellos del Jarama, donde fue fusilado el abuelo del autor, Cecilio, y, como ha de ser, no lo deja ahí, sino que continúa con la forma profunda en que aquel asesinato cambió la vida de tantas otras personas. Coloca a las víctimas en su contexto personal y familiar y nos hace sentir lo que supone la pérdida de una vida arrebatada por la fuerza. Con naturalidad, a partir de ahí, nos muestra, sin necesidad de hacerlo explícito, lo que fue la Guerra; pues, al explicarnos cómo se desarrolló la vida de Cecilio de Lora, nos encontramos con su primo, Cristobal de Lora, militar (como Cecilio), masón, torturado y fusilado en Marruecos por los militares alzados en armas. Apenas unos meses separan los asesinatos de los dos primos.
Creo que es un acierto que el libro se detenga en el relato de lo sucedido a los primos de Lora. A la larga, las historias de las guerras lo son más de las tragedias individuales que de los grandes movimientos de tropas; de las miserias que explican delaciones o de los errores que conducen a estar en el lugar equivocado, que de las ideologías que movían a unos y a otros. Si perdemos este lado humano, lo habremos perdido todo.
Y sin embargo...

De una manera sutil, Pablo de Lora nos traslada de la memoria familiar en la que conviven Cecilio y Cristobal, con el sufrimiento o, incluso, la indignación que supone la pérdida de lo que no se ha llegado a conocer y que, sin embargo, se tendría derecho a haber conocido; a la memoria colectiva, esa que pretende  imponer una forma de entender el pasado en el que unas víctimas han de ser recordadas y otras, en cambio, olvidadas. A partir de este punto, el autor nos acompaña por los momentos de reconciliación que se vivieron durante el franquismo para seguir con la Transición y acabar en las leyes que de memoria histórica o democrática que se han ido desarrollando durante los últimos veinte años; unas leyes que se insertan en unas políticas que van más allá del recuerdo para intentar utilizar la tragedia de nuestros abuelos (o bisabuelos o tatarabuelos; la Guerra lo fue de los abuelos de quienes ahora tienen nietos) para intereses presentes.
Volveremos luego sobre estos intereses presentes; pero antes hemos de reparar en la injusticia que supone imponer (sí, imponer) una memoria selectiva en la que no solamente se olvida a unas víctimas, sino que se honra a sus victimarios. Existe un fragmento del libro que, en este sentido, es -a mi juicio- definitivo. El autor introduce el nombre de su abuelo, asesinado en Paracuellos, en la página web del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática, en la sección "buscador de víctimas", dentro de la pestaña de personas desaparecidas y no obtiene ningún resultado. Sí que los consigue, en cambio, al buscar los nombres de quienes participaron en aquellos fusilamientos y que luego, a su vez, fueron fusilados.
Más allá de la tristeza o indignación personal, ¿cómo es posible que las víctimas sean olvidadas y sus victimarios recordados? ¿a qué abismo nos estamos asomando? Un abismo que se ve confirmado en otro fragmento estremecedor del libro; aquel en el que se relata lo que sucedió al exhumar una fosa común en Segovia. Transcribo el texto:

"Entre ellos se encontraron al menos dos cadáveres con correajes, hebillas y restos de uniforme compatibles con su condición de soldados "franquistas". "Estas personas las descartamos porque no son el contexto que nosotros buscamos", decía un técnico de la excavación tal en respuesta al periodista del diario digital Acueducto. Se calcula que puede haber cientos de tales soldados "fuera de contexto" y de ellos se habrá de ocupar finalmente la Administración autonómica".

"Fuera de contexto". Esto es, personas que no interesan al relato oficial y que, sin embargo, fueron asesinadas, torturadas o mutiladas en el mismo conflicto en el que quienes les asesinaron, torturaron o mutilaron reciben reconocimiento público. Como digo, es un horror difícilmente mensurable. Desde mi perspectiva, que comentaba en la entrada que citaba un poco más arriba; convertir la Guerra en un relato de buenos y malos, como pretende la propaganda oficial, no solamente es una falacia, sino que resulta profundamente miserable; entre otras cosas, porque, como adelantaba, implica la utilización de una tragedia pasada para obtener réditos presentes. De esta forma se explica, por ejemplo, la privatización de la exhumación de fosas que en su momento ya denunció el Defensor del Pueblo, tal y como recoge el libro de Pablo de Lora, que transcribe una parte de un informe de aquella institución elaborado en el año 2003:

"Hubiera bastado la actuación de los jueces, forenses y empleados públicos que hubiera sido menester para exhumar, identificar y devolver a sus familiares los cadáveres ilegalmente enterrados en fosas comunes para que les dieran digna sepultura. Esa habría sido una política de Estado, pero como de una política de ese tipo el PSOE no hubiera obtenido ningún rédito político, no interesó a su Gobierno atender la llamada del Defensor del Pueblo".

Quizás uno de los efectos de esta política, que yo califico como miserable, es que aparezcan obras como ésta de Pablo de Lora. Reconozco que cuando me hice con ella pensaba que me encontraría con un ensayo jurídico o político sin la carga personal que tiene este libro. Me sorprendió inicialmente el detalle en la reconstrucción de lo que había sucedido en Paracuellos y de cómo esto había afectado a su familia. A medida que avanzaba, sin embargo, entendía -creo- la lógica del autor; quien, una vez presentada la tragedia familiar, engarza, como adelantaba, con las políticas de memoria desarrolladas en los últimos 80 años para concluir con otra reflexión personal, en el marco de una visita al cementerio de Paracuellos acompañado por Consuelo Martínez-Sicluna, profesora de Filosofía del Derecho, como Pablo de Lora, y también con familiares enterrados en ese cementerio. En ese punto, Pablo explica las veces en las que, como el protagonista de "Regreso al Futuro", deseaba volver al pasado para evitar el fusilamiento de su abuelo. Él no lo menciona; pero existe un tema parecido en otra película, "El final de la cuenta atrás", en la que un moderno portaaviones americano es trasladado en el tiempo a la víspera del ataque japonés a Pearl Harbor, teniendo la oportunidad de evitar la destrucción de la flota allí estacionada.
Ni en una ni en otra película se modifican ni el pasado ni el presente; pero la lección es que si somos lo que somos y hacemos lo que hacemos es por lo que sucedió en el pasado. Esto está claro desde la primera línea del libro y, tras varios episodios -la trama-, a eso se vuelve al final. El mensaje es claro: Pablo de Lora se dirige a su abuelo y le dice que escribe "porque te fusilaron"; y esa es la penúltima frase del libro; pero tengo dudas de si no escribe este libro -éste, precisamente- no solo porque fusilaron a su abuelo; sino porque es preciso recordar que lo fusilaron; a él, como a tantos otros de uno y otro bando (como su primo Cristobal). Y si este libro es valioso no lo es solamente porque comparte una experiencia personal que nos une en nuestra humanidad; sino porque centra un debate que nos afecta a todos, hayamos tenido o no hayamos tenido víctimas de la Guerra (bueno, en realidad, todos, hasta los que vivieron, fueron víctimas de la Guerra). El debate sobre la relación entre la memoria personal, la historia, la memoria colectiva y el papel que ha de tener el poder público en unas y en otras.





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