Llevo doce años contando casi a diario un cuento para niños. Primero con mi hija mayor, Cecilia. Ahora con Amanda y Héctor, mis hijos pequeños, nacidos en 2009. Muchas veces los cuentos son variaciones sobre el mismo tema. Hay algunos personajes que se van repitiendo. Por ejemplo, Francis Bacon, un implacable asesino que invariablemente engaña a la policía y es desenmascarado por un niño que siempre está ahí para descubrir la verdad. Otros cuentos que se repiten son los de los krokut. Cuando un niño se porta mal, por la noche los krokut, una especie de monstruos parecidos a los murciélagos, los vienen a buscar para llevárselos a su cueva. Allí el niño se va transformando poco a poco en otro krokut hasta olvidarse de su familia. El cuento, invariablemente, nos habla de un niño que ya en la cueva se arrepiente de haberse portado mal y quiere escapar para no verse convertido en krokut. Evidentemente, el cuento acaba con el niño que ha recuperado su forma de niño y regresa a su hogar.
Pero todo esto acaba agotándose también, así que también recurro a los clásicos. Ya conté hace tiempo un "Macbeth para niños" y el otro día me atreví con un "Hamlet para niños". Es el relato que sigue.
Hace mucho años, en un reino llamado Dinamarca había un rey, pero un día se murió. Una enfermedad le invadió y en pocos días falleció. El rey tenía un hijo, Hamlet, de quince años de edad; pero como era todavía pequeño para reinar nombraron rey a su tío, el hermano del anterior rey. El nuevo rey decidió entonces casarse con la viuda del viejo rey, la madre de Hamlet, y así pasaron a ser el rey y la reina del país y Hamlet se sintió muy solo y abandonado.
Había pasado un tiempo desde la muerte del rey cuando Hamlet, en la noche, paseando cerca del castillo donde vivía con su madre y su padrastro, vio una figura misteriosa de color blanco que aparecía y desaparecía entre unos árboles. Hamlet tenía miedo cuando veía la figura y no se atrevía a aproximarse. Volvió al castillo, pero los siguientes días regresó al lugar donde había visto la figura. Cada noche aparecía y un día decidió avanzar hacia ella, entonces el fantasma -pues se trataba de un fantasma- se le acercó y le dijo:
- Hamlet, ¿no me reconoces?
Hamlet negó; entonces el fantasma le dijo: "Soy el fantasma de tu padre".
Hamlet se asustó y escapó corriendo; pero a la noche siguiente volvió al sitio en el que se aparecía el fantasma porque quería saber qué le podía contar.
A la hora habitual apareció el fantasma, se acercó a Hamlet y así le habló:
- Soy el fantasma de tu padre, y has de saber una cosa: mi muerte no fue natural, me asesinaron. Tu tío se acercó a mí mientras dormía y me echó un veneno en el oído. Ese veneno penetró en mi cuerpo y me provocó la enfermedad que me causó la muerte.
Hamlet se quedó estupefacto ante lo que le contaba el fantasma; y antes de que pudiera decir nada el fantasma continuó.
- ¡Es necesario que me vengues y mates a tu tío!
Y entonces el fantasma desapareció.
Hamlet se quedó solo y muy angustiado. Pensaba en lo que le había dicho el fantasma, pero no sabía si creerlo. El fantasma decía que era el de su padre muerto, pero Hamlet no estaba seguro, y lo que le explicaba era muy grave ¿cómo era posible que su tío hubiera asesinado a su propio hermano?
Hamlet quería olvidarse de lo que le había dicho el fantasma, pero no podía quitárselo de la cabeza. Si era verdad lo que le decía debería vengar a su padre, pero ¿cómo lo haría? ¿cómo podía estar seguro de que el fantasma decía la verdad?
Dudaba y dudaba Hamlet hasta que tuvo una idea. Sigilosamente entró en las habitaciones de su tío a ver si encontraba una pista. En la habitación miró y buscó y encontró una cosa que le llamó la atención, un embudo que parecía muy apropiado para colocarlo en un oído. Tomó el embudo y miró su interior. Vio que había gotas de un líquido y con mucho cuidado las recogió y las metió en un frasco.
Hamlet era aficionado a la ciencia y en sus habitaciones tenía un laboratorio. Utilizó el laboratorio para analizar el líquido que había encontrado y comprobó que efectivamente era un veneno.
Aquello le hizo ver la verdad: era cierto que su padre había sido asesinado por su tío y él tenía que vengarlo, pero ¿cómo?
Hamlet se puso a pensar y encontró una solución para su venganza. Preparó lo necesario y se dirigió a ver a su tío.
- Tío, deberías entrenarme en el manejo de la espada. Tengo edad para aprender esgrima. ¿Me puedes enseñar?
Su tío se quedó un poco sorprendido, pero no se negó. Entonces Hamlet sacó las espadas que había traído. Eran espadas con un botón en la punta para no herirse; pero en una de ellas Hamlet había dejado una pequeña arista que podía rasgar la piel. En esa arista había puesto un poco de veneno. Le dio a su tío la otra espada y él se quedó con la que estaba envenenada.
Se pusieron a luchar con las espadas. Se movían mucho y sudaban, y el rey dispuso que sirvieran agua con limón. Hamlet estaba cansado y sediento y bebió de la limonada que habían preparado.
Llevaban luchando un rato cuando Hamlet consiguió rasgar la piel de su tío. Éste se dio cuenta de que había sido herido, aunque superficialmente.
Al ver que había conseguido hacerle sangrar Hamlet dejó de luchar y le dijo a su tío.
- Ahora morirás, la punta estaba envenenada y así vengaré a mi padre.
El rey se dio cuenta de lo que había pasado y se giró enfurecido hacia Hamlet.
- Me matarás, sí, pero yo también a ti. La limonada que has bebido estaba envenenada. Te mataré a ti igual que antes maté a tu padre.
Entonces Hamlet comenzó a sentirse mal. Notaba que se le nublaba la vista por el veneno de la limonada, a la vez el rey se caía como consecuencia del veneno de la espada.
La reina que estaba viendo la escena soltó un grito: no podía creer lo que oía. Su marido había matado a su anterior marido y ahora su hijo estaba envenenado.
La reina corrió hacia su hijo mientras el rey moría. Como la reina era maga, tenía hierbas que curaban y se las puso a Hamlet en la boca para que las masticara. Al hacerlo se pasó el efecto del veneno en la limonada y se recuperó.
El rey había muerto y Hamlet fue coronado nuevo rey. Vivió muchos años junto con su madre y fue un rey justo para Dinamarca
Y cuento contado, cuento acabado.
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