lunes, 31 de diciembre de 2018

La utilidad del Defensor del Pueblo


En mi pueblo, Santa Perpètua de Mogoda, como en tantos lugares de Cataluña, los edificios públicos exhiben simbología partidista que vulnera el derecho a la libertad ideológica. Les cuesta a muchos entender que los lugares que son de todos no pueden exhibir más símbolos que los comunes; esto es, las banderas y escudos oficiales, los símbolos de España, de Cataluña, de la Unión Europea y del municipio correspondiente. Quitar estos símbolos o añadir otros que responden a determinados planteamientos ideológicos que no son comunes supone una apropiación de las instituciones de todos que es inadmisible en democracia.¿Se imaginan que en aquellos ayuntamientos en los que el alcalde fuera socialista luciera la bandera del PSC? Inadmisible ¿no? Pus igual de inadmisible es que cuelguen lazos amarillos o carteles con las imágenes de Sánchez, Cuixart o cualquiera de los líderes del movimiento secesionista; con frecuencia asociados a eslogans sobre su pretendida condición de presos políticos o la necesidad de "salvar Cataluña".
En el caso de Santa Perpètua un cartel gigante con las imágenes de Sánchez y Cuixart y el eslogan "Help Catalonia. Save Europe" colgaba del edificio que es usado como Biblioteca Municipal y museo local; además de servir para actividades de la Escuela Municipal de Música, que está justo a su costado.


Estos carteles no son fruslerías. Su efecto propagandístico es cierto. Tras varias semanas colgados, mis hijos de nueve años, que pasaban varias veces a la semana por delante del cartel, comenzaron a preguntarme quiénes eran esos señores y por qué estaba allí el cartel. Cuando intentaba explicar lo que había pasado era consciente de que me costaría evitar que percibieran a quienes figuraban en los carteles como personas buenas porque, de otra forma ¿cómo es posible que sus caras estuvieran presentes en el edificio donde ellos daban sus conciertos escolares?
El otro cartes estaba el ayuntamiento, una imagen de Cuixart.


Los ayuntamientos nos han de representar a todos, con independencia de quiénes los gobiernen; que en ellos se haga manifiesta la adscripción a una determinada ideología, dándole la apariencia de oficial, es una vulneración a la libertad ideológica, tal como ya han establecido los tribunales.
La presencia de tales símbolos en lugares de titularidad pública me parece completamente inadecuada; pero la idea de presentar una reclamación ante mi ayuntamiento me pareceía una pérdida de tiempo que se uniría a otras reclamaciones ante diversas instituciones ya hechas y que, aparentemente, no habían producido resultado alguno.
Es por eso que cuando el Defensor del Pueblo anunció que atendería las quejas que se le presentaran sobre vulneración de la neutralidad de las administraciones en Cataluña me animé a dirigirle una queja. Es sencillo, se puede hacer a través de la web en pocos minutos.
Al cabo de unas semanas recibí la notificación de que mi queja había sido admitida y que se procedería a pedir al ayuntamiento de Santa Perpètua explicaciones por la presencia de tales carteles.
Unas semanas más tarde los carteles ya no estaban. No sabía si había alguna relación entre la retirada de los mismos y mi queja, pero sospecho que sí que existe, porque hace pocos días recibí una comunicación del defensor del Pueblo en la que se me indicaba que el ayuntamiento de Santa Perpètua había respondido al requerimiento enviado por el Defensor del Pueblo indicando que ningún cartel atentatorio contra la libertad ideológica lucía en ningún edificio municipal.


Supongo que el ayuntamiento no miente. Ahora no existe ningún símbolo ideológico en los edificios municipales; pero no era esa la situación antes del requerimiento por parte del Defensor del Pueblo, a quien hay que agradecerle que no mire para otro lado ante la situación que vivimos en Cataluña.
Ojalá otras instituciones hicieran lo mismo.

jueves, 13 de diciembre de 2018

El señor Cuixart no es un preso político


El pasado 19 de octubre “The National” publicaba un artículo del Sr. Jordi Cuixart en el que éste afirmaba que se trataba de un preso político y lanza graves acusaciones contra el gobierno español a la vez que cuestiona la calidad de la democracia en España.
Es comprensible que cualquier persona en prisión y que se enfrenta a la acusación de delitos graves, como es el caso del Sr. Cuixart, intente utilizar todos los medios posibles para su defensa; pero no pueden dejarse pasar afirmaciones que son radicalmente falsas y que, además, ocultan la gravedad de los hechos acaecidos en Cataluña en los meses de septiembre y octubre de 2017.
El Sr. Cuixart afirma que es un preso político. Esto es radicalmente falso. De acuerdo con la definición de preso político de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa [Resolución 1900 (2012)] una persona privada de su libertad será considerada “prisionero político” si su detención se ha realizado vulnerando alguno de los derechos fundamentales recogidos en el Convenio Europeo de Derechos Humanos y sus protocolos, en particular libertad de pensamiento, conciencia, religión, expresión, información, reunión y asociación; si la detención fue impuesta por puras razones políticas sin conexión con ninguna infracción; si la duración de la detención o sus condiciones son desproporcionadas respecto a la infracción de la que es acusada la personas; si la detención se ha realizado de manera discriminatoria respecto a otras personas o si la detención se deriva de procedimientos claramente irregulares o que parecen conectados con los motivos políticos de las autoridades.
Nada de lo anterior es atribuible al Sr. Cuixart.
El Sr. Cuixart no se encuentra en prisión a espera de juicio por, como dice él, haber defendido derechos fundamentales ni por haber subido a un coche de la policía ni por haber incitado a la participación en el referéndum del 1 de octubre. Tal como detalla el auto de procesamiento dictado en el mes de marzo de 2018 el Sr. Cuixart era, y continúa siendo, presidente de Omniun Cultural, una entidad soberanista que promueve el proceso de secesión de Cataluña, y en su calidad de tal participó en el desarrollo de un plan que tenía como fin conseguir por la vía de hecho y al margen de la legalidad española la creación de un Estado en el territorio de la actual Comunidad Autónoma de Cataluña. Este proceso implicaba que las autoridades públicas desobedecieran al Tribunal Constitucional español, y así lo pidió públicamente Jordi Cuixart (p. 41 del auto de procesamiento) y una movilización en la calle que no se limitaba a la organización de manifestaciones, sino también la resistencia a la autoridad pública.
Esta resistencia se concretó el 20 de septiembre de 2017 en la convocatoria a la población ante la sede de la Consejería de la Vicepresidencia, Economía y Hacienda de la Generalitat de Cataluña, lugar en el que agentes judiciales acompañados de policías realizaban una investigación en el marco de la depuración de responsabilidades por los delitos de desobediencia que pudieran estar cometiéndose al desatender las autoridades catalanas las órdenes de los tribunales que prohibían la realización del referéndum previsto para el 1 de octubre.
La convocatoria ante la sede de la Vicepresidencia de la Generalitat aquel día 20 de septiembre, en la que participó activamente el Sr. Cuixart, es de una enorme gravedad, puesto que tenía por objeto intimidar e impedir la actuación de los agentes judiciales y policías que realizaban el registro judicial, quienes quedaron rodeados en el edificio de la Consejería del que no pudieron salir en horas. De hecho no fue hasta la noche cuando el Sr. Cuixart, acompañado por el Sr. Sánchez, presidente de la ANC, pidió a los congregados que pusieran fin al bloqueo de la Consejería.
En el Código Penal español se tipifica como delito impedir la actuación de funcionarios o agentes de la autoridad y ésta es la acusación que pesa sobre el Sr. Cuixart en lo que se refiere a los hechos del 20 de septiembre de 2017. En las páginas 43 y siguientes del auto de procesamiento del Sr. Cuixart y resto de implicados en los hechos de septiembre/octubre de 2017 pueden encontrarse los detalles de su participación en el bloqueo de los agentes judiciales y policías encerrados en la Vicepresidencia y Consejería de Economía y Hacienda de la Generalitat.
En lo que se refiere a su participación en los hechos del 1 de octubre, la acusación que pesa sobre el Sr. Cuixart no es por haber animado a la participación en el referéndum, sino por haber organizado desde Omnium Cultural, junto con el Sr. Sánchez, presidente de la ANC, la ocupación ilegal de los colegios designados como centros de vocación con el fin de impedir, de nuevo, la actuación de la policía. En el auto de procesamiento se detalla cómo los Sres. Sánchez y Cuixart promovieron que grupos de personas ocuparan los edificios públicos (entre ellos escuelas y centros sanitarios) para llevar a cabo el referéndum ilegal del 1 de octubre e impedir que la policía cumpliera las órdenes judiciales de evitar que tales edificios fueran utilizados para la celebración del referéndum prohibido por el Tribunal Constitucional. La policía, además, tenía órdenes de requisar el material que hubiera en dichos centros, que sería utilizado como prueba en los procesos abiertos por desobediencia. Esto es, los ocupantes de los colegios no solamente impedían que se cumpliera la orden judicial de cerrarlos, sino que protegían también pruebas que eran necesarias para proseguir una investigación criminal.
Es importante destacar que la resistencia que ofrecieron los ocupantes a la policía no fue solamente pasiva. A lo largo del día 1 de octubre varios policías fueron atacados y heridos por quienes participaban en las ocupaciones organizadas con intervención del Sr. Cuixart. En este sentido, es revelador el testimonio de la corresponsal en España de “Le Monde”, quien relata cómo le explicaban en uno de los colegios ocupados en qué forma habían conseguido emboscar a la policía cortando tanto la calle por la que avanzaban como la calle por la que debería retroceder la policía.
Como se ha indicado, impedir que la policía cumpla órdenes judiciales es un delito tipificado en el Código Penal español, y cuando existe una actuación concertada, multitudinaria y violenta que tiene como fin la derogación de la Constitución o la secesión de una parte del territorio se incurre en el tipo de rebelión del artículo 472 del Código Penal. De esto de lo que se acusa al Sr. Cuixart. No de defender la independencia de Cataluña, y ni siquiera de defender la conveniencia de llegar a dicha independencia por medios ilegales, sino de haber organizado el bloqueo de una comisión judicial el día 20 de septiembre de 2017 y haber participado en la organización de grupos que pretendían impedir el cumplimiento de órdenes judiciales y que llegaron a herir a varios agentes; grupos que pretendían mediante la realización de estas actuaciones ilegales, conseguir por la vía de hecho la derogación de la Constitución en Cataluña y la creación de un Estado en el territorio de la actual Comunidad Autónoma.
Evidentemente, será en el juicio que se desarrollará en los próximos meses cuando todos estos extremos que han resultado de las investigaciones desarrolladas hasta ahora deban ser probados y es exigible que el proceso se desarrolle con todas las garantías, como es habitual en España, uno de los países que menos condenas tiene por parte del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. De acuerdo con las estadísticas del propio Tribunal hay 103 sentencias de la Corte de Estrasburgo que han encontrado al menos una violación del Convenio de la que es responsable España. La cifra para otros grandes países europeos es la siguiente: Alemania, 193; Francia, 728; Reino Unido, 314; Italia, 1819. Bélgica, otro país que es puesto como ejemplo por el Sr. Cuixart, acumula 171 sentencias condenatorias. Más que España pese a que su población es menos de una cuarta parte de la población española.
Esto ha de ser destacado especialmente. España es un país plenamente democrático en el que existe respeto a los derechos fundamentales y separación de poderes. Todos los estándares internacionales confirman el carácter plenamente democrático de España y no pueden dejarse pasar las acusaciones de falta de democracia o de peligro para los derechos fundamentales en nuestro país. Esto simplemente es falso. En España se pueden expresar todas las opiniones y prueba de ello es que de nuevo se encuentran en el gobierno de la Generalitat quienes no ocultan que su propósito es la secesión de Cataluña; una situación que sería, seguramente, imposible en otros países con una amplia tradición democrática. Esta tolerancia, sin embargo, no puede implicar que pueda atentarse contra el orden constitucional sin que este atentado quede sin castigo alguno. Si el Sr. Cuixart se encuentra en prisión es porque está acusado de delitos graves, tal como hemos examinado. Su caso, como se ha indicado, será juzgado por un tribunal en los próximos meses; y será éste quien decida sobre su culpabilidad o inocencia; pero no puede negarse que existen indicios de que cometió los delitos de los que se le acusa y que, por tanto, su detención y mantenimiento en prisión no son en absoluto arbitrarios o desproporcionados.
No puede perderse tampoco de vista que los hechos de septiembre y octubre de 2017 no solamente supusieron un desafío institucional al ordenamiento constitucional español, sino que también fueron percibidos como una amenaza y agresión concreta por muchos ciudadanos que no compartían los planteamientos nacionalistas y que se vieron enfrentados a la amenaza de sufrir la pérdida de sus derechos ciudadanos y a la derogación de la Constitución en su tierra. Estos ciudadanos se vieron sometidos durante semanas a un poder público, la Generalitat, que actuaba al margen de la ley, vieron como sus datos como nombre, DNI y dirección fueron utilizados ilegalmente para crear las bases de datos necesarias para la secesión y cómo la escuelas en las que sus hijos estudiaban eran politizadas y convertidas en instrumentos para la secesión. Cuando el Sr. Cuixart pretende colocarse como víctima olvida que durante las semanas en que estuvo abierta la posibilidad de la secesión todos los ciudadanos, y especialmente aquellos que se oponían al nacionalismo, fueron también víctimas de comportamientos amenazantes e intimidatorios. Un Estado de Derecho no puede dejar pasar actuaciones como éstas y, por tanto, la investigación y juicio de las mismas no puede ser objeto de ninguna componenda política, precisamente para preservar los principios y valores esenciales de la democracia.
Desde un punto de vista humano es lamentable que cualquier persona se encuentre en prisión; pero esta situación es la misma para el Sr. Cuixart que para los otros 58.000 internos que hay en las cárceles españolas, de los cuales más de 8.000 están, como el Sr. Cuixart, en situación de prisión preventiva.
Confiemos en que los tribunales se pronuncien lo antes posible sobre las acusaciones que pesan sobre el Sr. Cuixart y sobre el resto de implicados en los hechos de septiembre y octubre y que todos asumamos que en los países democráticos, como es España, no es legítima ninguna actuación política que se realice al margen y en contra de la ley.


domingo, 9 de diciembre de 2018

Bajo el mar

Estoy en un curso de buceo. Una de esas cosas que pensaba que nunca haría. Soy, por tanto, un aprendiz de buceador y voy a poner por escrito un apunte de las sensaciones que ahora tengo y que quizás dentro de unas semanas sean ya diferentes (o no).
Lo primero es que cuando estás en el barco que te lleva al punto de buceo lo que quieres es tirarte al agua cuanto antes; y no solamente porque es lo que has ido a hacer, sino porque el barco, cuando ya está anclado, se mueve bastante, incluso con la mar tranquila, y todo el trajín de preparar el equipo (poner los plomos, buscar la máscara y las aletas, colocarse las aletas) implica subir y bajar la cabeza, lo que puede acabar mareándote. Empiezas a pensar en el momento de tocar el agua como aquel en el que su frescor hará desaparecer la náusea que empieza a invadirte.
Además, una vez colocado el equipo (jacket, botella, máscara, regulador, aletas...) en tierra o en la cubierta de un barco no eres más que un pato o un pingüino. Es completamente antinatural caminar con plomos y una botella de 15 litros a la espalda, con una máscara que te quita una parte de la visión y con un regulador en la boca. El equipo solamente adquiere sentido en el agua, y es, por tanto, ahí donde quieres ir.
Una vez que te tiras y estás flotando a la espera de que se organice el grupo para empezar la inmersión el deseo de tirarse al agua es sustituido por el deseo de sumergirse. Y, de nuevo, no solamente por las ganas de ver qué es lo que hay en el fondo, sino porque el equipo de buceo está pensado para el agua, pero no para su superficie. Una de las cosas que más sorprenden la primera vez que te tiras al agua, ya en la piscina donde se hacen las primeras clases, es que nada (o casi nada) de lo que sabías acerca de nadar te sirve cuando llevas puesto un equipo de buceo. La técnica es diferente y los instintos que tienes como nadador son casi antitéticos con los que tienes que desarrollar para bucear. Con el jacket inflado flotas muy bien en el agua, pero no te sientes en tu habitat natural. Cuando se da la instrucción de vaciar los jackets y estás ya completamente sumergido la sensación cambia completamente. Te sientes mucho más libre. No tienes la frontera que marca la superficie entre el aire y el agua, sino que todo lo que te rodea es agua. Si pegas aletas hacia abajo bajas; si lo haces hacia arriba, subes; si estás en horizontal, avanzas. No estás limitado a dos dimensiones, sino que las tres te pertenecen. Es una sensación extraordinaria.
Hoy cuando descendía llevaba por delante a quien era mi compañera, Magnolia, y al instructor que iba a su lado. Delante de mi el cabo que nos servía de guía para descender, que bajaba en suave pendiente perdiéndose en medio del azul verdoso de la mar, más allá de donde llegaba mi vista y sin llegar a distinguir el fondo. En medio de ese azul las figuras negras de Magnolia y Àlex, el instructor. El azul, el negro y el cabo del ancla. Nada más. Era un contraste bellísimo. Una escena realmente hermosa.
Y sí, todavía no he dicho nada de los peces, del fondo marino, de los bichitos que se encuentran, del cambio de colores y de lo que hay entre la arena y las rocas; pero es que lo que hoy más me ha llamado la atención ha sido esa irrealidad del azul marino rodeándote por todas partes.
Hermoso.