Pues les ha quedado niquelada la visita de los eurodiputados a los nacionalistas.
Tras décadas repitiendo que el sistema de inmersión estaba reconocido internacionalmente, a la primera oportunidad que tienen de lucirlo ante un grupo de eurodiputados (una estonia, un alemán, dos polacos, una italiana y una francesa), primero intentan que la misión no venga y luego, al ver que no pueden pararla, los socialnacionalistas se bajan de ella en un claro intento de preparar el terreno para deslegitimarla.
Aún así la misión viene y ¿qué se encuentran?
- Padres que explican el doloroso camino que hay que seguir cuando, simplemente, exiges tu derecho a que una parte (¡una parte tan solo!) de la educación sea en una lengua oficial que es materna de la mayoría de la población.
- Al salir de la reunión, y cuando, quizás, los diputados se están preguntando si será cierto lo que acaban de escuchar, se encuentran con un escrache montado contra ellos por los partidarios de la inmersión en el que les insultan e increpan. Constatan así en primera persona el trato que reciben en Cataluña los que son sospechosos de cuestionar los dogmas nacionalistas.
- En los centros educativos que visitan se encuentran con un alto cargo de la Generalitat y el inspector, sin que los eurodiputados puedan charlar de manera directa y libre de presiones con directores y profesores.
- Cuando visitan el Tribunal Superior de Justicia, los magistrados les explican que las sentencias no se cumplen y que se sienten presionados cuando han de dictar decisiones en esa materia. Además, la Alta Inspección "pasa" de colaborar con los jueces cuando estos la requieren para ello.
Un panorama desolador que tuvo reflejo en la rueda de prensa de la jefa de la delegación, la eurodiputada estonia Yana Toom, quien destacó varias cosas:
- Que les habían insultado, y que entendía que hubiera pocas peticiones de una presencia mínima de castellano ante el acoso existente.
- Que no era admisible que no se cumplieran las sentencia judiciales.
- Que era normal que hubiera padres que desearan que sus hijos estudiaran en castellano, incluso más allá del 25%, sin dejar de lado el catalán.
- Que una integración forzosa era una asimilación.
- Que el catalán no estaba en peligro.
- Que el sistema no funcionaba y que nadie buscaba alternativas.
Veremos las conclusiones de la comisión en unos meses; pero lo que ya se ha dicho hasta ahora es significativo y creo que merece ser reflexionado.
Durante décadas hemos dado por bueno en España un sistema educativo que, lo digo sin exagerar, es perverso.
Lo es porque excluye una lengua oficial y mayoritaria, para darle un tratamiento secundario con el objetivo explícito de extender el uso de la lengua catalana.
No se insiste lo suficiente en que es ilegítimo que el poder público utilice los medios de que dispone, incluida la escuela, para cambiar los usos lingüísticos de la población.
El sistema educativo ha de garantizar el conocimiento de las lenguas, hasta ahí estamos de acuerdo; pero sin que se trate de imponer un uso determinado de las mismas. Intentar que se extienda el uso del catalán, lo que comportará una disminución del uso de otras lenguas y, especialmente, del castellano, la lengua que es actualmente mayoritaria entre la población es una aberración.
Imponer a las familias que presten sus hijos para este programa de sustitución lingüística es perverso. Un mecanismo de asimilación (como ha sido denominado por Yana Toom) es, en sí -y a mi juicio- equivocado; pero cuando no se da alternativa, cuando se impone a todos sin siquiera preguntarles se convierte en ilegítimo, en un ataque a la libertad, la dignidad y a la identidad de los niños y de sus familias.
No somos herramientas para que los nacionalistas construyan su soñada "Cataluña en catalán". Y es triste que tengan que venir de afuera a recordárnoslo.
Pero es que aún hay más. Los eurodiputados parece ser que estaban asombrados de que las sentencias no se cumplieran. Esto es una quiebra esencial de un principio nuclear en la UE: el respeto al Estado de Derecho. Algunos llevamos repitiéndolo hace años, pero hasta ahora ninguna acción se había llevado adelante por parte de la UE, que rechaza fiscalizar a entidades subestatales como es la Generalitat. Confío en que la visita de los eurodiputados ayude a cambiar la perspectiva de la Comisión e indague en la forma en que son despreciadas y cuestionadas las decisiones judiciales en Cataluña.
Comentario aparte merece la agresividad nacionalista, que los diputados pudieron comprobar en primera persona. En España se comenta poco que si el número de familias que piden la enseñanza bilingüe es reducido se debe en buena medida a las presiones existentes para evitar que se extienda la demanda de este tipo de enseñanza. Debería indignarnos que demos por bueno un sistema de presión y acoso generalizado orientado a impedir que las personas ejerciten sus derechos.
Y, finalmente, el mantra de que el catalán está en peligro. Lo ha dicho con claridad Yana Toom: el catalán no está en peligro.
Lo de que el catalán está en peligro ha sido la excusa utilizada para imponerlo en la administración y en la escuela.
Que conste que aunque así fuera no habría justificación para tales imposiciones. Más en peligro estaría el aranés y no se nos ocurre establecer un sistema de inmersión obligatoria en aranés para "salvarlo". Además, como he dicho, no puede imponerse a los alumnos que se conviertan en "salvadores de lenguas". Esa es una opción que uno puede adoptar si quiere, pero no puede obligarse a ello desde el poder público.
Pero es que, además, es mentira. Existen ahora mismo unos diez millones de personas que conocen el catalán/valenciano. De estos, hablantes nativos de la lengua habrá más de cuatro millones, incluyendo Cataluña, Valencia y Baleares. No existe pérdida de la transmisión intergeneracional; esto es, los padres que tienen el catalán como lengua materna se lo transmiten a sus hijos; pero, incluso si asumiéramos una pérdida intergenaracional de un 20% (que es muchísimo y que, repito, no se ajusta en absoluto a los datos existentes, que hablan, incluso, de una ganancia en la transmisión intergeneracional), pasarían casi 200 años antes de que el catalán bajara del millón de hablantes nativos.
Si en vez de hablantes nativos consideramos el total de hablantes, el tiempo necesario para que se produjera esa situación por debajo del millón de hablantes, partiendo de una pérdida del 20% en cada generación, sería de unos tres siglos.
No, el argumento no es la "desaparición" del catalán, sino la imposición de un proyecto de construcción nacional que exige la modificación de los usos lingüísticos de los hablantes, una modificación que tiene en la escuela una herramienta esencial; una herramienta en la que nuestros hijos hacen el papel de tornillos o pistones.
Es hora de ponerle fin, y confío en que la misión de eurodiputados sea una ayuda en una lucha tan justa como desigual.
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