lunes, 27 de febrero de 2017

María Moliner

Leía hace poco un artículo sobre María Moliner que me ha hecho reflexionar sobre la magnitud de la injusticia que se ha cometido con ella.
La obra de María Moliner es difícilmente concebible para una persona sola. Que alguien sin más medios que los propios sea capaz de elaborar un diccionario del fuste que tiene el redactado por la filóloga aragonesa entra en lo heroico o en lo sublime. Y que tras lograr semejante proeza no hubiera recibido un asiento en la Real Academia de la Lengua Española solamente es explicable en un país tan miserable como en ocasiones es el nuestro. Tremenda injusticia que María Moliner no hubiera alcanzado la categoría de académica cuando fue capaz, ella sola, de redactar un diccionario que, en lo que yo he visto, supera al diccionario de la Academia.
No es que consulte mucho el diccionario de María Moliner, pero recuerdo que hace años quise empezar un comentario de jurisprudencia con la definición del término "batalla". Acudí, como tengo por costumbre, al Diccionario de la RAE y me encuentro con la siguiente definición:

"Combate o serie de combates de un ejército con otro, o de una armada naval con otra"

Me quedé sorprendido, porque la definición no es correcta. Excluye aquellos casos en los que en la batalla intervienen tanto ejércitos como armadas o fuerzas aéreas. Consulté entonces el diccionario de María Moliner y lo que hallé es la siguiente definición:

"Cada episodio de una guerra en que se encuentran y luchan los ejércitos enemigos".

Creo que no cabe duda de qué definición es mejor, y así lo hice constar en aquel comentario de jurisprudencia. La RAE introduce la distinción entre ejércitos y "armadas navales" (¿se trata de una redundancia? ¿hay armadas que no sean navales?) que no es precisa, ya que ejército puede entenderse que engloba tanto fuerzas terrestres como navales, aéreas y hasta espaciales si se quiere. Y esa distinción lleva a una definición que deja fuera una parte de los términos definidos. María Moliner había logrado un resultado superior al de la Academia desde su propia casa y sin más armas que el entusiasmo y la paciencia.
Y pese a haber superado a la Academia -o quizás por ello- nunca consiguió entrar en ella. ¡Lástima! ¡Qué oportunidad se perdió de mejorar un diccionario que tiene errores más que evidentes!
Más allá de ello, es muestra de lo poco que sabe España reconocer a quienes han mostrado talento y capacidad de trabajo. En este caso, además, se unía la condición de mujer de la protagonista, lo que sin duda en nada la benefició para ver plenamente reconocida su obra.
María Moliner, filóloga autora de una obra sin parangón en España y, quizás, en el mundo. Represaliada tras la Guerra Civil y no reconocida en su madurez cuando todavía podría haber aportado a la Academia. La viva imagen de un país que padece porque sus instituciones son incapaces de aprovecharse del talento de nuestros conciudadanos
¿Cambiaremos en algún momento?



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