jueves, 20 de julio de 2023

Mi voto el 23 de julio

El partido que en mayor medida coincide con mis planteamientos políticos es Cs. Ahora bien, no concurre en estas elecciones, así que he tenido que buscar otra opción para votar. Desde luego, descarto el voto en blanco, el voto nulo o no votar. El voto de cada ciudadano es una de las contribuciones más importantes que podemos hacer a la vida política y no quiero desperdiciarlo.


Así que, no concurriendo el partido con el que más me identifico, se hacía necesario ver entre el resto por cuál debía optar. Y, la verdad, no ha sido excesivamente difícil.


En mi caso hay algunas circunstancias que hacen más fácil esa elección. Siendo un activista en defensa del Estado de Derecho, los principios democráticos y los derechos fundamentales (libertad ideológica y de expresión, derecho a la educación), y habiendo sigo testigo directo de los ataques que sufren quienes defienden esos principios en Cataluña, divido las fuerzas políticos en tres grupos:

- Los que utilizan la violencia física contra nosotros o defienden a quienes utilizan la violencia
- Los que están a nuestro lado cuando sufrimos esa violencia.
- Los que se quedan mirando a unos y a otros.

Obviamente, para mí las únicas opciones posibles para votar son las de quienes están en el segundo grupo; la de aquellos que cuando les llamas porque hay una carpa que puede ser acosada o está siendo acosada contestan a la llamada y se colocan a tu lado frente a los intolerantes. Y en ese grupo están Cs, el PP y Vox; lo que para estas elecciones me deja únicamente la duda de si optar por la papeleta del PP o por la papeleta de Vox.

Y entre estas dos opciones, mi elección es el PP. Discrepo de Vox en cosas esenciales, como son su euroescepticismo y su identitarismo, propio de un partido nacionalista, que es lo que me parece que es. Lo que, a su vez, también explica en cierta medida su rechazo a profundizar en la construcción europea.

Por supuesto, otras opciones están completamente descartadas. En primer lugar, aquellos partidos que defienden de manera explícita la utilización de la violencia política (la CUP) y aquellos otros que hacen expreso que actuarán al margen de la legalidad si lo consideran conveniente, tal y como han hecho en el pasado (ERC y Junts).

Y en segundo término, descarto también a los partidos que conforman el gobierno actual (socialistas, sumas, podemos y demás). Estos últimos años hemos sido testigos de cómo pactaban con los del primer grupo, firmaban manifiestos a favor de la democracia en la que también estaban quienes defienden el uso de la violencia política y atentaban de manera continua contra el Estado de Derecho y los principios democráticos. La lista de estos atentados es larga, y bastaría uno solo de los puntos que señalo a continuación para hacer imposible mi voto a ellos.

- Indultaron a quienes intentaron derogar la Constitución en Cataluña en 2017, pese a que siguen defendiendo lo que entonces hicieron y advierten que lo repetirán.

- Eliminaron el delito de sedición para hacer más fácil que pueda repetirse otro intento de sedición.

- Modificaron el delito de malversación para favorecer a quienes usaron dinero de todos para fines ilegales.

- Acordaron una negociación con la Generalitat sin límite de temas, incluyéndose en dicha negociación la integridad territorial de España.

- Pactaron con los nacionalistas la ley que tenía como fin impedir la ejecución de la sentencia del 25% de castellano en las escuelas.

- Rechazaron impugnar ante el Tribunal Constitucional la normativa dictada por la Generalitat para impedir la ejecución de dicha Sentencia y dieron instrucciones a la Abogacía del Estado para que se opusiera a la ejecución forzosa de tal Sentencia.

- Miraron para otro lado ante las frecuentes vulneraciones de la legalidad y de los derechos de los alumnos en Cataluña.

- Presentaron una proposición de ley que tenía como fin reducir las mayorías necesarias para designar a los vocales del CGPJ. El escándalo fue tan grande que tuvieron que retirar la proposición por las presiones del Consejo de Europa y de la Unión Europea.

- Los ministros y el propio presidente del Gobierno critican de manera feroz a los jueces, en contra de lo que establecen los principios europeos sobre independencia judicial.

- Promulgaron una Ley de Memoria Democrática sectaria y que amenaza la libertad de expresión.

- Promulgaron una ley que tiene como objetivo convertir al español en "lengua impropia" en las comunidades con más de una lengua oficial.

Y, aparte de esto:

- Fueron torpes en la gestión del covid. El retraso en ordenar el confinamiento causó probablemente miles de víctimas; pero, claro, había que salvar el 8 de marzo.

- Cambiaron sin consultar y de manera precipitada e irresponsable la posición histórica de España respecto al Sahara Occidental.

Como decía antes, bastaría cualquiera de los puntos anteriores para hacer imposible mi voto a socialistas y demás aliados de la autodenominada izquierda. Imagínense todos juntos ¡y en solo cinco años!

Ahora bien, también rechazo echar la culpa de lo que pasa a los votantes socialistas. Les respeto, a pesar de que, como he explicado, en mi caso el voto tiene una dimensión personal que nace de haber estado codo con codo con algunos de los candidatos recibiendo empujones, insultos, gritos y agresiones; pero eso no impide que en ese momento sagrado que es el de depositar el voto en la urna todos han de sentirse libres y respetados.



El mismo respeto que exijo también para otras opciones. En mi vida he votado al PP. Lo haré por primera vez el próximo domingo; y hay cosas que no comparto ni de su presente ni de su pasado (sobre todo de su pasado); pero he indicado qué me lleva a ello. Y quienes voten a Vox -de quien discrepo, como he dicho- se merecen también el mismo respeto. Entre otras cosas porque lo que propone Vox (ya no lo que hace, que es menos; sino lo que propone) no es peor -si tomamos como elemento de referencia los principios básicos de la democracia liberal- que lo que defienden y practican muchos de los partidos que han sido apoyo estable del actual gobierno.

Así que, votantes de la izquierda; respeto vuestras opciones; pero, por favor, abandonad esa ridícula superioridad moral (¡con lo que han hecho los partidos que se autodenominan de izquierda!) y respetad también otras opciones.

1 comentario:

Ignacio Portillo dijo...

Qué pena que una persona de su talento y conocimiento no perciba que la abstención puede llegar a ser más responsable y útil que votar. No tenemos un sistema representativo mayoritario, tenemos un sistema proporcional que impide la representación y se confunde porque todos los partidos nos machacan con que nos representan cuando sólo se representan a sí mismos. A los candidatos que forman parte de una lista de partidos sólo les interesa estar ahí y mantener sus sueldos, sus prebendas, sus privilegios de oligarcas del sistema político corrupto que se fraguó en el 78 tal y como avisó y predijo Antonio García-Trevijano. Una cosa es la representación del ciudadano y otra la integración de las masas.
Los sistemas de representación proporcional de la lista de partidos enfatizan la representación proporcional en las elecciones en las que se eligen múltiples candidatos a una lista electoral creada por un jefe de partido. Es la estafa de la democracia a la que están apuntados un buen número de países para hacer creer al ciudadano que decide algo con su voto.
En cualquier caso gracias por sus ideas y argumentos.