sábado, 30 de agosto de 2014

San Google y el pecado original

Me comenta mi mujer que esta mañana en la radio estaban hablando de educación y nuevas tecnologías. Parece ser que se defendía la necesidad de abandonar métodos tradicionales de enseñanza y utilizar nuevos acercamientos que hicieran el aprendizaje más atractivo para los estudiantes. En el programa se le preguntaba a un adolescente cómo le gustaría estudiar el tema de los reptiles (por poner alguna materia como ejemplo) y el chico contestó que lo que le gustaría es ir a google poner la palabra reptil en el buscador y a partir de ahí ver qué salía.
Me detengo aquí porque creo que hemos llegado a uno de los puntos más delicados de la enseñanza actual: la utilización de Internet para localizar información se ha extendido por universidades, institutos, colegios y hasta guarderías. Desde luego mucho más de lo que piensan algunos que aún creen necesario incentivar el uso de una herramienta que, en mi experiencia, es amplísimamente conocida y utilizada tanto por los alumnos como por los enseñantes. Para mi gusto, demasiado incluso.
Y es que el recurso directo a la información que facilita google (o cualquier otro buscador) ha de enfrentarse a la necesidad de discriminar entre las aportaciones de calidad, las que simplemente son descriptivas y aquellas otras que contienen errores. En internet hay de todo y no todo es cierto. Esto, que a los que tenemos una cierta edad nos parece evidente no lo es tanto para quienes aún no llegan a los veinte años, y casi diría que quienes tienen entre veinte y treinta años padecen también en buena medida esta falta de sentido crítico.
En mis clases a los alumnos de primero de Derecho insisto en este punto. Cuando tratamos el tema de la búsqueda de información les explico que en primer lugar han de consultar los manuales. Una vez que gracias a los manuales tienen una comprensión inicial de la materia que quieren abordar han de acudir a tratados y a obras más específicas: monografías, artículos doctrinales y colaboraciones en obras colectivas. Tras haber manejado este material ya están en condiciones de entrar en internet; pero primero acudiendo a blogs especializados o páginas contrastadas y solamente a partir de ahí  podrán poner en google el término que quieren buscar, porque será entonces cuando tengan el criterio suficiente para discriminar entre lo que vale y lo que no vale.



Recuerdo las caras de estupefacción de los estudiantes cuando les explicaba esto. Les miraba y les decía: estoy seguro de que vosotros lo hacéis al revés, lo primero que consultáis es google. Asentían con cara de preocupación y no pocos acudieron al final de la clase a pedirme detalles del "novedoso" método de búsqueda de información que les había explicado. Son chicos y chicas listos y lo captaron enseguida, a la vez que se daban cuenta de que, efectivamente, acudir en primer lugar a google plantea el problema de ser incapaz de separar el polvo y la paja, lo que vale y lo que no vale.



Hace ya bastantes años el profesor Peces-Barba escribió un artículo en el que decía que las nuevas tecnologías eran una herramienta muy útil para quien tenía una formación "clásica", pero que quien carecía de ella podía salir más perjudicado que beneficiado de adentrarse sin guía en el inmenso almacén de datos e información que es internet. Estoy plenamente de acuerdo. Sin tener un previo conocimiento de la materia que se quiere estudiar el recurso a internet es peligroso.

El problema no se limita a la mala formación de los estudiantes. Lo que yo explico a mis alumnos de primero de Derecho y que tanta sorpresa les causa debería ser objeto de tratamiento en los primeros cursos de primaria o, al menos, antes de llegar al instituto. El problema, como digo, va más allá sin embargo, porque se ha extendido la idea de que todo vale, de que no es preciso analizar datos y propuestas, sino que basta con acumularlos de tal forma que ante un estudio siempre se podrá oponer otro con lo que el debate no podrá ser nunca resuelto por vía del razonamiento y la confrontación de ideas. Me sucede cada vez con más frecuencia que en los debates en las redes sociales ante la aportación de un dato enseguida alguien replica con cualquier información encontrada en internet que valdrá lo mismo que lo que yo indico sin entrar a discutir si está mejor o peor fundada.
Lo que quiero decir es que advierto con preocupación que el razonamiento es cada vez más difícil y que el voluntarismo impera por doquier. No creo que este fenómeno esté desvinculado del fenómeno que aquí comento: el fácil acceso a la información facilita el conocimiento; pero también que cualquiera se crea capacitado para discutir de política, historia, economía o filología a partir de la lectura de un par de entradas de la wikipedia (en el mejor de los casos). Y esto ya no es una anécdota, sino que está afectando a la forma en que se desarrolla el debate público. Poca broma.



1 comentario:

Investigaciones y remos dijo...

Como profesor, doy cada año un sermón idéntico al tuyo (y eso que no nos hemos puesto de acuerdo). En efecto, a los alumnos les sorprende que pueda ponerse en duda el acceso ordinario a Google.
Por lo que respecta a las redes sociales, ya me di de baja. Aunque tus artículos siempre son muy interesantes (es lo único que miro A VEZES...)