sábado, 26 de octubre de 2019

Flexibilización de la evaluación y fraude académico



Las noticias que nos llegan sobre la modificacion de los criterios de evaluacion en las Universidades catalanas para favorecer la participación de los alumnos en las protestas organizadas por los nacionalistas deberían escandalizarnos.
Y deberían hacerlo, ante todo, porque implican una toma de partido partidista por la Universidad que agrava las declaraciones aprobadas en los claustros hace unos días y los comunicados ya emitidos. Unos comunicados que desde hace años asumen el relato nacionalista y desprecian los valores constitucionales.
Y estamos hablando de Universidades públicas.
Pero además de lo anterior, deberían preocuparnos porque suponen un fraude académico de considerables dimensiones. Esto es quizás más difícilmente apreciable desde fuera de la Universidad, pero para el personal académico debería resultar bastante evidente. Intentaré explicarlo a continuación.
Para entenderlo tenemoo que tener en cuenta los cambios que hemos experimentado en la organización de las enseñanzas universitarias en las últimas décadas. Hace 30 años los títulos universitarios eran diseñados desde el Ministerio con competencia en materia de Universidades. Este diseño ocupaba unas pocas páginas del BOE limitándose a recoger el listado de materias que deberían impartirse (las asignaturas). A partir de ahí la cosa era sencilla: el alumno se matriculaba de cada asignatura y en algún momento el profesor responsable debía certificar que había aprobado la asignatura. El plan de estudios no se metía en cómo se obtenía ese aprobado. Se daba por supuesto que se concedería cuando el alumno hubiera mostrado que "sabía" la materia; lo que implicaba normalmente la superación de un examen que podía ser final o una suma de exámenes parciales; oral o escrito, incluir algún tipo de prueba práctica o ser simplemente "teórico". Todas estas cuestiones no estaban reguladas y era competencia de cada profesor fijar la forma en que comprobaba los conocimientos adquiridos y el nivel necesario de dichos conocimientos.
Y llegó Bolonia.
Con Bolonia los cambios fueron significativos y no cesan. Para empezar, son las Universidades quienes diseñan sus planes de estudios. Cada Universidad debe elaborar su proyecto de plan de estudios para cada título. En su momento participé en la elaboración del de mi Universidad para el Grado en Derecho (e incluso en un Libro Blanco sobre el Grado en Derecho preparado por la Conferencia de Decanos de las Facultades de Derecho Españolas) y doy fe de lo laborioso que era la elaboración de ese documento, que ya no eran unas pocas páginas, sino más de un centenar, que incluía no solamente las materias que deberían cursarse en el Grado, sino también las competencias y habilidades que deberían adquirirse al final del mismo. Estas competencias y habilidades no se limitaban a meros "conocimientos", sino que debían abarcar la capacidad del alumno para encontrar y analizar información, presentarla en público, trabajar en equipo, valorar desde una perspectiva ética determinados problemas sociales y un largo etcétera de ítems que debían figurar necesariamente en la memoria del Grado y, además, explicarse detalladamente cómo se adquirían durante los años de formación del alumno.
En este contexto el sistema de evaluación era (y es) una parte fundamental. Ya no se trata de que cada profesor decida a su gusto y manera qué nivel de conocimientos ha de adquirir el alumno, con libertad para determinar en qué forma se constata la asunción de dichos conocimientos, sino que ha de vincularse la forma de evaluación con el contenido del Grado y explicar cómo se constatará a través de la evaluación la adquisición de conocimientos, competencias y habilidades que configuran los estudios. Esta correspondencia, además, es verificada de una manera externa, tal como veremos a continuación.
Para hacerse una idea, comparto aquí el cuadro sobre correspondencia entre resultados de aprendizaje y evaluación correspondiente a algunas asignaturas seleccionadas del Grado en Derecho de la UAB elaborado en el marco del proceso de acreditación del título



Estamos muy lejos de una improvisación sobre lo que cada profesor puede hacer para poner la nota en su asignatura. Y ahora no quiero entrar en si esto es bueno o malo (mi impresión personal es que muy bueno no es, pero ese es otro debate). Aquí me interesa dejar claro que los sistemas de evaluación en la Universidad están reglados y han de corresponderse de manera estricta con competencias, resultados de aprendizaje y, en definitiva, con lo que nos hemos comprometido a transmitir a los estudiantes que se matriculan en nuestros estudios.
Como digo, esto, a su vez, es verificado de manera externa. Cada cuatro o cinco años las Facultades han de elaborar un informe de evaluación, que es un documento de varios centenares de páginas, donde se explica qué se enseña, cómo se enseña y cómo se evalua. Dejo aquí el enlace al último informe de las titulaciones de la Facultad de Derecho de la UAB.
En ese informe, como acabo de explicar, se incluye lo relativo a la evaluación; y éste es uno de los aspectos más relevantes en la verificación del título. Una vez elaborado este informe por la Facultad es sometido a una comisión de expertos externos que lo analizan y valoran, a la vez que hacen críticas y propuestas de mejora. Como digo, el sistema de evaluación es uno de los aspectos objeto de consideración y en los informes se introducien indicaciones sobre este, así como propuestas de mejora. Comparto a continuación las páginas del autoinforme de la Facultad de Derecho dedicado a la evaluación en el Grado en Derecho:






Así como el reflejo de esto en las propuestas de mejora de la titulación


A lo anterior responde, por ejemplo, que en mi Facultad se haya incidido de manera profunda en la evaluación, haciendo obligatoria, por ejemplo, la evaluación continua. Esto es, no es posible realizar un examen final de la asignatura. Por indicación de los responsables académicos de la Facultad, y en aras, precisamente, de mejorar la calidad de la docencia y obtener mejores resultados en la próxima acreditación externa, se ha establecido un límite del 50% en el peso del examen final sobre el total de la calificación de la asigntura. El otro 50% de la nota deberá estar integrado por pruebas realizadas durante el curso. Por otra parte, el sistema de evaluación de cada asignatura ha de ser dado a conocer con carácter previo al inicio del curso, siendo también un elemento clave de la guía docente de la materia. Comparto a continuación, por ejemplo, lo relativo a evaluación de la guía docente de una de las asignaturas que imparto y que tuve que facilitar ya en el mes de julio con el fin de que estuviera publicada en el momento de empezar el curso


Se trata, como se ve, de información detallada, que ha de ser pública antes del comienzo del curso y que vincula la evaluación con los resultados del aprendizaje, tal como puede verse en el cuadro que figura al final del apartado.
En definitiva, la evaluación es algo reglado, que ha de corresponderse con lo realizado durante el curso y, además, esto que se realiza durante el curso ha de coincidir con aquellas competencias y habilidades que integran el título y que han sido explicitados en los documentos elaborados para su aprobación.

¿Nos damos cuenta ahora de la barbaridad que es cambiar a mitad de curso el sistema de evaluación para adecuarlo a las necesidades de los fabricantes de barricadas?

Que los claustros hayan aprobado declaraciones o peticiones que vayan en este sentido es grave; pero que los órganos de gobierno de la Universidad (equipos rectorales, consejos de gobierno, equipos decanales, etc.) hagan lo mismo entra de lleno en el fraude universitario, en el engaño con alevosía y en la mala práctica profesional.
Porque son esos mismos equipos de gobierno y consejos de gobierno los que llevan más de una década insistiendo en la necesidad de formalizar el sistema de evaluación, adecuarlo a los resultados de aprendizaje, someterlo a evaluación externa y condicionar la libertad del profesor a la hora de decidir cómo califica a sus alumnos.
Ahora, cuando llegue el próximo proceso de verificación externa de los títulos de nuestras Universidades ¿cómo meteremos en el autoinforme del título la flexibilización de la evaluación para facilitar que nuestros alumnos vaya a colocar barricadas o a quemar contenedores?
Espero que los equipos y consejos de gobierno reflexionen y no cedan a las presiones para destruir nuestro sistema universitario.

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