viernes, 9 de junio de 2023

Cómo muere la democracia... en Cataluña

Hace unos años, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt publicaban "Cómo mueren las democracias", un libro que aporta información y análisis sobre la evolución de las democracias en el mundo y en qué forma se pueden ver amenazadas desde adentro. Muchos de los ejemplos son de Estados Unidos, pero también hay bastantes referencias a otros países.


La lección que se extrae del libro es que las democracias precisan del respeto a ciertos consensos, incluso aunque no estén formalizados, para sobrevivir. Una de ellas es la tolerancia hacia el rival político; pero, a la vez, Levitsky y Ziblatt advierten que cuando un político rompe esos consensos en los que se basa la democracia debería advertirse y reaccionarse con convicción. Esto es, no pueden legitimarse las actuaciones contrarias a la democracia.
En concreto, en "Cómo mueren las democracias" se advierte que "Los políticos deberían evitar actos que contribuyan a "normalizar" o confieran respetabilidad pública a figuras autoritarias". Para identificar estas figuras autoritarias hemos de estar atentos a si cumplen alguna de estas condiciones:

- Rechazan, ya sea de palabra o mediante acciones, las reglas democráticas del juego.
- Niegan la legitimidad de sus oponentes.
- Toleran o alientan la violencia o
- Indican su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación.

Hoy el Parlamento de Cataluña nombrará su presidenta a Anna Erra. Impulso Ciudadano ha dirigido una carta a los grupos parlamentarios advirtiendo de las consecuencias de dicho nombramiento (puede leerse aquí).
La Sra. Erra, alcaldesa de Vic, es ejemplo de cómo se rompen prácticamente todas las reglas que Levitsky y Ziblatt identifican como esenciales para el mantenimiento de la democracia.
Así, la sra. Erra, en tanto en cuanto integrante de una formación política (Junts) que aboga abiertamente por la secesión de Cataluña al margen de las previsiones constitucionales rechaza las reglas democráticas del juego.
Pero es que, además, la Sra. Erra ha denegado reiteradamente, como alcaldesa de Vic, que aquellos que no comparten los planteamientos nacionalistas puedan utilizar las calles de la localidad para expresar sus opiniones. Tanto Cs como el PP y la Plataforma Escuela de Todos han visto como sus peticiones de autorización para carpas informativas eran denegadas con el argumento de que sus planteamientos no se correspondían con los de la mayoría de la población.




Impedir que quienes no comparten tus ideas puedan expresarlas atenta contra el pluralismo político y supone deslegitimar a tus oponentes; pero es que, además, implica una vulneración de sus derechos civiles. Esto es, dos de las actuaciones que en "Cómo mueren las democracias" deberían servirnos de alerta.

Pero es que, además, la señora Erra, como alcaldesa de Vic, ampara no solamente que se utilice el edificio del ayuntamiento para que se exhiba propaganda nacionalista.


Y se llegaba a usar la megafonía del ayuntamiento para lanzar consignas nacionalistas, como en cualquier régimen autoritario que se precie




En definitiva, Anna Erra está en las antípodas de lo que deberían ser prácticas democráticas sanas en una democracia. De acuerdo con las advertencias de Levitsky y Ziblatt debería evitarse la  normalización de actuaciones como las protagonizadas por la Sra. Erra. Y, sin embargo, hoy el Parlamento de Cataluña la convertirá en la segunda autoridad de la Comunidad Autónoma.


No vamos bien. Y no hay excusa. El libro de Levitsky y Ziblatt no es una obra oscura y desconocida, sino que ha sido ampliamente comentada en todo el mundo. Sus advertencias son claras; pero aquí no quieren seguirse.
Y, seamos justos, quienes no quieren seguirlas son los partidos nacionalistas y los partidos de izquierda que no hacen más que blanquear la actuación de los nacionalistas.
Así que cuando con gesto serio les adviertan desde el PSOE acerca de Vox, ríanse un poco. No con la risa despreocupada o cínica del que no se preocupa por lo que lo que pasa en su país, sino con la risa dolorosa de quien bien sabe lo hipócrita que es la izquierda que levanta maniqueos mientras calienta en su seno ya no el huevo de la serpiente, sino la serpiente misma.

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