Pone los pelos de punta leer el reportaje de El País sobre los (pre)parados. Una generación que ha hecho lo que se suponía que tenía que hacer (estudiar, formarse, aprender idiomas) y que, sin embargo, no recibe de la sociedad lo que se suponía que ésta tenía que darle: muchos no tienen trabajo estable, los sueldos son insuficientes para vivir y la ayuda de las familias sigue siendo imprescindible. ¿Qué es lo que ha pasado? ¿En qué nos hemos equivocado? ¿A dónde nos dirigimos?
Desde luego, es un problema complejo, que tiene muchas facetas y que, sin duda, es difícil no solamente de resolver, sino de diagnosticar y analizar. Lanzo aquí algunas ideas deslabazadas que me preocupan en torno a esta situación.
Lo primero creo que es darnos cuenta de en qué punto se encuentra nuestra sociedad, nuestro país en cuanto a nivel de desarrollo económico. Es un tópico afirmar que la economía española el sector de la construcción y el de la hostelería tienen un peso excesivo. Y seguramente es verdad. Antes justo del estallido de la crisis un albañil podía ganar fácilmente el doble que un ingeniero informático; un escayolista, el triple que un economista; un fontanero el doble que un profesor de universidad. A mi me parece que esta situación no es deseable; algo deberíamos cambiar para que las actividades que potencialmente pueden generar más desarrollo para el país esten más gratificadas. De otra forma lo que conseguiremos es que en la siguiente generación (ya está pasando) nadie quiera formarse, visto que la formación no es vía para el éxito personal. Así llegamos fácilmente a la generación "Ni-ni".
Hasta ahora este desequilibrio entre formación y retribución venía enmascarado por la Administración. En las distintas administraciones seguía funcionando (sigue todavía, no sé por cuánto tiempo) la regla de que a mayor formación mejores salarios, manteniéndose en los niveles superiores de la administración (escalas A y B) unas retribuciones dignas. Mucho me temo que en los próximos años esto cambiará: la depauperación de los títulos alcanzará también, por desgracia, a la Administración y es probable que en unos años los funcionarios de los niveles superiores sean también "mileuristas" (o equivalente).
¿Es esto lo que queremos? Me imagino que no, que la mayoría querrá un país en el que sobre la base de un nivel de vida digno para todos, aquéllos que estén más formados obtengan mayores retribuciones. Ahora bien, ¿qué tendríamos que hacer para conseguirlo?
Es claro que la formación no es suficiente. Ahora mismo tenemos muchos profesionales bien formados; pero la sociedad no es capaz de sacarles todo el partido posible, no es capaz de transformar la formación en dinero. ¿Por qué? Quizás fuera necesario conseguir que, ya que la clase empresarial actual no es capaz de transformar nuestra economía, potenciar una nueva clase de empresarios. Empresarios que estén dispuestos a buscar el beneficio a base de la calidad y no de la pillería. Para eso es fundamental facilitar los trámites para la constitución de empresas; permitir que quien tenga una idea sea capaz de llevarla a cabo sin grandes problemas. Ahora bien, esta facilitación de la normativa tiene que ir acompañada de una exigencia estricta de cumplimiento de las exigencias legales existentes. Esto es, no puede permitirse que quienes operan de forma fraudulenta adquieran una ventaja, porque si se permite eso al final prevalecerán los tramposos y quienes cumplen con lo exigido se ven perjudicados. En definitiva, tenemos que instaurar en España aquello que envidiamos de los países del norte: la cultura del rigor.
En segundo lugar, tenemos que profundizar en la formación. En ese sentido, el pensamiento dominante en la enseñanza no es una gran ayuda. Creo que no debe transmitirse el mensaje de que aprender es fácil, de que cuarenta horas de trabajo a la semana han de ser suficientes para superar un curso universitario y, al contrario, debe potenciarse la competencia como una forma de mejorar.
En tercer lugar, dado que la globalización es una realidad es fundamental que las empresas y los profesionales puedan moverse fácilmente en ese mundo global; para eso es imprescindible un muy buen conocimiento del inglés. Esa es una asignatura pendiente para la educación en nuestro país. No se acaba de conseguir que al llegar a los dieciséis o dieciocho años los españoles dominen el inglés. Sería preciso adoptar las medidas necesarias para que todos los estudiantes tuvieran un muy buen conocimiento del inglés al acabar la educación obligatoria y un nivel alto de conocimiento de otra lengua extranjera antes de empezar sus estudios universitarios. Creo que esto nos daría una tremenda ventaja sobre otros países y nos permitiría competir en igualdad de condiciones con aquellos países en los que sí se da esta buena formación en idiomas (Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia...).
Quizás alguien se pueda extrañar que la receta para conseguir sueldos más dignos pase por mejorar el inglés, la vieja receta desde hace treinta años; pero estoy convencido de que es así. A nivel individual quien tenga un buen nivel de inglés podrá irse al extranjero a trabajar si aquí no encuentra un puesto de trabajo decente y a nivel colectivo la internacionalización real de nuestras empresas no puede traer más que beneficios. Espero.
Desde luego, es un problema complejo, que tiene muchas facetas y que, sin duda, es difícil no solamente de resolver, sino de diagnosticar y analizar. Lanzo aquí algunas ideas deslabazadas que me preocupan en torno a esta situación.
Lo primero creo que es darnos cuenta de en qué punto se encuentra nuestra sociedad, nuestro país en cuanto a nivel de desarrollo económico. Es un tópico afirmar que la economía española el sector de la construcción y el de la hostelería tienen un peso excesivo. Y seguramente es verdad. Antes justo del estallido de la crisis un albañil podía ganar fácilmente el doble que un ingeniero informático; un escayolista, el triple que un economista; un fontanero el doble que un profesor de universidad. A mi me parece que esta situación no es deseable; algo deberíamos cambiar para que las actividades que potencialmente pueden generar más desarrollo para el país esten más gratificadas. De otra forma lo que conseguiremos es que en la siguiente generación (ya está pasando) nadie quiera formarse, visto que la formación no es vía para el éxito personal. Así llegamos fácilmente a la generación "Ni-ni".
Hasta ahora este desequilibrio entre formación y retribución venía enmascarado por la Administración. En las distintas administraciones seguía funcionando (sigue todavía, no sé por cuánto tiempo) la regla de que a mayor formación mejores salarios, manteniéndose en los niveles superiores de la administración (escalas A y B) unas retribuciones dignas. Mucho me temo que en los próximos años esto cambiará: la depauperación de los títulos alcanzará también, por desgracia, a la Administración y es probable que en unos años los funcionarios de los niveles superiores sean también "mileuristas" (o equivalente).
¿Es esto lo que queremos? Me imagino que no, que la mayoría querrá un país en el que sobre la base de un nivel de vida digno para todos, aquéllos que estén más formados obtengan mayores retribuciones. Ahora bien, ¿qué tendríamos que hacer para conseguirlo?
Es claro que la formación no es suficiente. Ahora mismo tenemos muchos profesionales bien formados; pero la sociedad no es capaz de sacarles todo el partido posible, no es capaz de transformar la formación en dinero. ¿Por qué? Quizás fuera necesario conseguir que, ya que la clase empresarial actual no es capaz de transformar nuestra economía, potenciar una nueva clase de empresarios. Empresarios que estén dispuestos a buscar el beneficio a base de la calidad y no de la pillería. Para eso es fundamental facilitar los trámites para la constitución de empresas; permitir que quien tenga una idea sea capaz de llevarla a cabo sin grandes problemas. Ahora bien, esta facilitación de la normativa tiene que ir acompañada de una exigencia estricta de cumplimiento de las exigencias legales existentes. Esto es, no puede permitirse que quienes operan de forma fraudulenta adquieran una ventaja, porque si se permite eso al final prevalecerán los tramposos y quienes cumplen con lo exigido se ven perjudicados. En definitiva, tenemos que instaurar en España aquello que envidiamos de los países del norte: la cultura del rigor.
En segundo lugar, tenemos que profundizar en la formación. En ese sentido, el pensamiento dominante en la enseñanza no es una gran ayuda. Creo que no debe transmitirse el mensaje de que aprender es fácil, de que cuarenta horas de trabajo a la semana han de ser suficientes para superar un curso universitario y, al contrario, debe potenciarse la competencia como una forma de mejorar.
En tercer lugar, dado que la globalización es una realidad es fundamental que las empresas y los profesionales puedan moverse fácilmente en ese mundo global; para eso es imprescindible un muy buen conocimiento del inglés. Esa es una asignatura pendiente para la educación en nuestro país. No se acaba de conseguir que al llegar a los dieciséis o dieciocho años los españoles dominen el inglés. Sería preciso adoptar las medidas necesarias para que todos los estudiantes tuvieran un muy buen conocimiento del inglés al acabar la educación obligatoria y un nivel alto de conocimiento de otra lengua extranjera antes de empezar sus estudios universitarios. Creo que esto nos daría una tremenda ventaja sobre otros países y nos permitiría competir en igualdad de condiciones con aquellos países en los que sí se da esta buena formación en idiomas (Holanda, Dinamarca, Noruega, Suecia...).
Quizás alguien se pueda extrañar que la receta para conseguir sueldos más dignos pase por mejorar el inglés, la vieja receta desde hace treinta años; pero estoy convencido de que es así. A nivel individual quien tenga un buen nivel de inglés podrá irse al extranjero a trabajar si aquí no encuentra un puesto de trabajo decente y a nivel colectivo la internacionalización real de nuestras empresas no puede traer más que beneficios. Espero.
5 comentarios:
Qué gran verdad! Yo formo parte de estos (pre)parados. Soy Licenciada en Derecho, Máster en Integración Europea, (y para diversificarme más, hice el C.A.P.). Bien pues me he tirado en paro más de 16 meses y ahora que vuelvo a trabajar, mi sueldo es 6.000 euros inferior al que tenía cuando todavía no era licenciada (!!!). Como profesora de secundaria, las escuelas no me prestan la menor atención, sospecho que por provenir de los estudios de derecho, cosa que, desde su punto de vista simplista, no les cuadra. Como abogada, mejor dejar de lado las condiciones indignantes que se me proponían (nada de contrato laboral, a pesar de las nueve horas de jornada diaria impuestas por la empresa). Y qué decir del valor añadido de mis conocimientos en derecho de la UE?! los despachos de abogados, arqueando las cejas me preguntan si me interesa la política!! no ven la importancia de estos conocimientos para el ejercicio del derecho!!
Así que nada, a aceptar que se me contrate como administrativa contable, por 15.000 euros brutos al año, a cambio de poder dedicar mis ratos libres, tras estas tareas, a redactar algunas demandas y otras actividades relacionadas.
¿Qué le puedo hacer? nada, dar las gracias.
Hola Rafa, gracias por tus aportaciones, como siempre, aunque hoy te noto un poco pesimista (¿quizás porque mañana tengamos delante a jóvenes que pueden tener esas carencias que citas?).
Hay algo que no lo dan los conocimientos ni los idiomas, aunque desde luego ambos ayudan: es la actitud positiva (ahora llamada proactiva) ante la vida y las ganas de hacer cosas y mirar hacia adelante. Cada generación hemos tenido nuestros puntos fuertes y débiles, y la juventud actual (¿de 15 a 30 o 35 años? también los tiene, pero yo me quedo con todo aquello que aportan a la sociedad, que es mucho más de lo que explican algunos medios de comunicación. Y desde luego, nosotros desde nuestra actividad docente hemos de contribuir a fomentar esa parte positiva que todo joven lleva dentro.
Saludos cordiales.
Hola Martaatticus. Gracias por pasar y dejar tu testimonio, que es muy significativo. A mi me preocupa que en los despachos de abogados en España desprecie como se hace habitualmente la formación. Es una muestra más de que en nuestra sociedad no prima la calidad. Siempre cuento sobre este punto la misma anécdota: hace unos años nos visitaron dos profesoras de Georgetown que estaban recorriendo Europa para presentar sus másters. Nos explicaban que quizás nos pudiéramos preguntar por qué alguien iba a dejar de trabajar dos años y gastarse una considerable cantidad de dinero para cursar un máster; decían que quienes completaban su máster recibían ofertas mejores de trabajo; trabajos más estimulantes y mayores sueldos. El mensaje es que en Estados Unidos la formación se valora en el mercado de trabajo. Pocos días después de aquello comía con el socio de un importante despacho de Barcelona y le pregunté qué formación de posgrado quería él para sus abogados; no quería que me dijera cuál de los másters existentes era mejor, sino que si el tuviera la oportunidad de diseñar un máster a su medida que qué haría. Se quedó sorprendido por mi pregunta y no supo qué decir; aparte de que valoraría un máster en Estados Unidos o Inglaterra por el tema del inglés. Es decir, ese abogado era incapaz siquiera de pensar en la posibilidad de que una mejor formación podía suponer algún tipo de ventaja para su bufete. Creo que es bastante indicativo de lo mal que nos encontramos. En Estados Unidos la formación se valora, aquí ni siquiera se tiene idea de qué hacer con ella.
Parte de la culpa de esta situación es del "todo vale", de la falta de rigor. Si en el desarrollo del procedimiento la calidad jurídica de los argumentos va a pesar poco no merece la pena contratar a quien te pueda mejorar la calidad de tus escritos. Es por eso que es muy importante profundizar en el rigor, también en el ámbito jurídico.
De todas formas, también existen algunos despachos en los que la calidad es un valor; seguramente son pocos, pero algunos hay.
Suerte.
Hola Eduardo, pues es verdad que un poco pesimista sí que estoy; pero la razón creo que es el reportaje de El País que cito al comienzo de la entrada. Me preoucpa mucho el bajo nivel de los salarios en España y, especialmente, el bajo salario de los titulados. Me parece que es un mal síntoma de esta sociedad; y no creo que los jóvenes puedan hacer mucho por cambiar esto. Ellos ya hacen bastante con formarse y estudiar, mérito tiene, desde luego, viendo lo que les espera. En este caso tenemos que estar agradecidos al entusiasmo que aún ponen. Pero el tiempo se acaba y no como no cambiemos pronto algo sustancial en nuestra sociedad se nos puede caer todo encima... Vaya, va a resultar que sí que estoy pesimista. Un abrazo.
Sí, es cierto: parece un tópico eso de aprender inglés, pero como "la globalización es una realidad", lo que antes era aprender inglés "de memoria", ahora se necsita, además de los estudios, pasar una buena temporada en alguno de estos países.
Es decir, se necesita no el inglés de Oxford, sino el inglés de la calle, con todos sus modismos y bandearse con el inglés americano, etc.
Las clases privilegiadas descubrieron esto hace 30 o 40 años y ahora esto va calando en las clases populares: hasta no hace mucho, si un alumn@ quería hacer formación profesional, rogaba que le aprobáramos el inglés "porque eso no le iba a servir para nada".
Yo podría también contar algunos casos como los de Martaatticus, pero lo dejo para otro día.
Por cierto, Rafa, podías invitar a Marta a que se pasara por euroblog.
Un abrazo: emilio
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