Se queja en El País Ignasi Guardans, eurodiputado español presente en Bombay durante los últimos atentados, de que en medio de la crisis que padecía la ciudad, los ciudadanos europeos volvían a ser españoles, franceses, italianos o polacos. Las representaciones diplomáticas en la India de los Estados de la Unión velaban sólo por la vuelta "de los suyos", sin preocuparse de la suerte del resto de ciudadanos europeos.
No me sorprende, la verdad, y además es coherente con lo que ya he dicho en otras entradas: la política exterior europea tiene que ser algo diferente de la coordinación (imposible) de las políticas exteriores de los Estados miembros. Mientras no exista un Ministro de Asuntos Exteriores europeo (y un Ministro de Defensa) con legitimidad autónoma, presupuesto autónomo e infraestructura propia no podemos esperar que las representaciones diplomáticas de los Estados miembros actúen de forma diferente a como lo hacen.
En definitiva, la política exterior europea debe sumarse a las políticas exteriores de los Estados miembros; pero sin sustituirlas y sin conformarse con ser una mera puesta en común o coordinación de las políticas nacionales. La crisis de Bombay es el último ejemplo de lo inútil que resulta continuar por esta vía.
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