He visto y oído la reflexión del director de ABC sobre el resultado de Copenhague, y me ha preocupado un tanto. Comenzaré por el final, concluye diciendo que él se presentaría en el 2020 y seguiría presentándose hasta que de una "puñetera" vez Alberto de Mónaco y sus amigos concediesen las Olimpiadas a Madrid. Esta apreciación es muestra de un cierto alejamiento de la realidad; parece que Madrid tuviera un derecho adquirido a la organización de los Juegos y que estos nos tendrán que ser "reconocidos" más tarde o más temprano. Desconoce esta interpretación la entidad de las ciudades que compiten por los Juegos y, con frecuencia, pierden. En Copenhague Madrid competía con Chicago, con Tokio y con Río de Janeiro ¡casi nada! ciudades todas ellas de gran peso internacional y relevancia. París fue rival de Barcelona en 1992, y es bueno recordar que París lo ha intentado varias veces y no consigue organizar unos Juegos ¡desde 1924! Con esto quiero decir que la pretensión de que Madrid, inevitablemente, ha de organizar unas Olimpiadas de verano muestra una cierta confusión entre deseo y realidad.
En segundo lugar, me parece desafortunada la referencia a "Alberto de Mónaco y sus amigos". El COI es quien adjudica los Juegos y si se quiere obtener la organización de unos se han de acatar las reglas que ponen estos señores. Nadie te obliga a participar; pero es un poco absurdo pretender jugar a obtener unos Olimpiadas y luego quejarse de cómo se conceden éstas. Podría pensarse que es muestra de una cierta chulería que no creo que nos venga bien.
El director de ABC valora positivamente el papel de la candidatura de Madrid en Copenhague; y esto también es preocupante. Es cierto que Madrid llegó a la final; pero también es cierto que desde la segunda ronda estaba condenada a perder. Madrid ganó en la primera ronda, lo que muestra que se habían trabajado bien las "adhesiones inquebrantables"; pero la elección no se juega a una sola vuela, sino que es una carrera de eliminación, y por tanto las segundas oportunidades, los rebotes ofensivos, si hablamos en términos de baloncesto, son fundamentales; y ahí Madrid ha estado fatal. De los dieciocho votos de Chicago solamente recogió uno en la segunda vuelta, y de los veinte de Tokio solamente supo traer a su bando a tres en la final. Es decir, la candidatura de Madrid se esforzó en encontrar miembros del COI que pensaban que su candidatura era la mejor, pero no se dedico el mismo esfuerzo a localizar a quienes podían pensar que Madrid era la segunda o tercera mejor opción. Quizá no sea casualidad esta estrategia y tenga alguna relación con la sensación de inevitabilidad en la concesión que parece planear sobre algunos.
En cuarto lugar, no estoy seguro de que sea bueno perpetuarse como ciudad candidata a los Juegos. Usualmente las ciudades compiten y si no consiguen la organización se olvidan del tema durante un tiempo. Tener permanente empeñada la ciudad en la candidatura olímpica puede hacer perder otras oportunidades, otras formas de desarrollo. Se ha intentado en dos ocasiones, seguramente esto ha favorecido a Madrid, pues se han construido instalaciones, ha tenido presencia internacional y conseguido contactos en distintos foros. Ahora quizás sería el momento de dirigirse hacia otros objetivos, sin obsesionarse con los Juegos Olímpicos.
A veces da la impresión de que la concesión de los Juegos Olímpicos de 1992 a Barcelona han hecho pensar a algunos que tan sólo es cuestión de tiempo que los Juegos lleguen también a Madrid. Esto, evidentemente, es un error, porque nada tienen que ver las dos candidaturas.
La candidatura de Barcelona se enmarcaba en la celebración de todo un país, la disculpa fue el Quinto Centenario, y por eso tenía que ser, precisamente, en 1992; pero, evidentemente, lo que se celebraba era otra cosa, era la consolidación de la democracia, la modernización de España, la incorporación a la Unión Europea (entonces todavía Comunidad Económica Europea); y ahí los Juegos Olímpicos, junto con la Expo de Sevilla y un sinfín de cosas más era una puesta de largo de toda la sociedad española. Había un proyecto percibido auténticamente como común. En ese sentido los Juegos de Barcelona se emparentan con los de Pekín o, ahora, los de Río: Olimpiadas que quiere organizar un país para mostrar al Mundo que han cambiado y mejorado.
La candidatura de Madrid no tiene nada que ver con esto. No hay nada especial que celebrar y tampoco es un momento propicio para los proyectos e impulsos comunes. España se ha vuelto mucho más local y es difícil encontrar desafíos que impliquen con rotundidad a todo el país. Los Juegos no se enmarcan en una celebración más amplia. ¿Quiere decir esto que son imposibles? Ni mucho menos, de hecho creo que el espíritu olímpico encaja más con aquellos casos en los que una ciudad (los Juegos los organiza una ciudad, no un país) decide solicitarlos simplemente porque le apetece, le agrada la idea de prepararse para la competencia y, en caso de ganar, organizar un acontecimiento como son unos Juegos Olímpicos. Ahí encajan candidaturas como la de Chicago y Juegos como los de Sydney, Atlanta o Montreal. Madrid es una ciudad lo suficientemente importante como para aspirar a la organización de unos Juegos, igual que, probablemente, otras cincuenta o cien ciudades en el Mundo. Si quiere jugar a los Juegos, hágalo; pero siendo consciente de que, por ahora, no se dan las especiales circunstancias que concurrieron en la candidatura de Barcelona.
5 comentarios:
Felicidades por el post. 100% de acuerdo!
Mas claro...el agua...
Yò estoy eliz...le hacian falta a Amèrica,especialmente a America Latina unos juegos de esta envergadura...¿que mas pueden pedir los competidores y los visitantes que visitar Brasil?
Abrazos
Gracias Iván!
Hola Adelfa, espero que sean unos grandes juegos. Me alegra que tanta gente sienta como propios los Juegos de Río. Seguramente es un factor que ha influido en la decisión final. Y espero que Madrid también tenga sus Juegos en el futuro.
Un abrazo, amiga.
Estoy completamente de acuerdo con tus apreciaciones. Además se ha constatado un pernicioso ejercicio de manipulación colectiva, que hizo creer a los madrileños en algo que iba contra el sentido común; y lo peor que ha costado más 17M € con los tiempos que corren.
Lo sensanto era no presentar la candidatura, como hizo París, pues era totalmente lógico que después de Londres no se iba a escoger una capital casi vecina. Y creo que ahora habría que pedir responsabilidades a esos políticos que despilfarran fondos con proyectos absurdos.
Hola Ornitorrinco,
yo no soy tan duro. De hecho tras la elección de Londres algunos miembros del COI, seguramente conscientes de que no habían hecho la mejor elección, animaron a Madrid a volver a presentarse inmediatamente. Base había, pero no un derecho adquirido como parecieron entender algunos.
Saludos.
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