domingo, 12 de agosto de 2012

Por fin, un plan

Acabo de leer el artículo que aparece hoy en El País y que ha sido escrito conjuntamente por Jurgen Habermas, Peter Bofinger y Julian Nida-Rümelin, inicialmente en el Frankfurter Allgemeiner, y que también ha sido reproducido en otros medios de Europa. Me parece extraordinario.
El análisis de la situación actual es claro: las soluciones que impone Alemania a la crisis actual (recortes y más recortes) no funcionan, y no se buscan alternativas porque éstas exigirían una integración política europea mayor que la que existe actualmente. Ahora bien, de mantenerse la situación actual el desastre es más que evidente, por lo que solamente cabe o bien acabar con el euro y que cada país se enfrente en solitario a los mercados financieros globales o, por el contrario, profundizar en la construcción europea para que un auténtico poder político europeo disponga de los mecanismos para regular el mercado financiero de una manera efectiva. Evidentemente los autores defienden la segunda opción, ya que la primera no supone más que prolongar la agonía de las democracias frente al mercado; una lucha que si cada país emprende de forma separada solamente tiene un vencedor posible.
Urge, por tanto, profundizar (y con rapidez) en la construcción Europea. Solamente Europa puede ser un agente con el suficiente poder como para regular los mercados financieros y devolver la soberanía a los ciudadanos que ahora mismo asisten impotentes al expolio del que son objeto para sostener a los causantes de una crisis que no causaron y que ahora les golpea con dureza.
Aquí hay un diagnóstico, un plan y un proyecto. Hace tiempo que decía que sin una Europa de verdad estábamos perdidos. En el 2009 pronosticaba que en la década siguiente veríamos cómo ya no éramos capaces de incidir en la toma de decisiones que nos afectaban directamente. Ahora ya lo estamos sufriendo: el FMI nos dice que ha de subirse el IVA o bajarse el sueldo de los funcionarios. El BCE, que debería ser un ser un instrumento al servicio de los ciudadanos nos advierte de que los salarios no han bajado suficientemente. La democracia solamente es real si previamente existe un poder público con capacidad de incidir en la realidad, de tomar decisiones que favorezcan a los individuos; si no es así, si la democracia nos permite elegir solamente a gobiernos que carecen de los instrumentos para cambiar nuestras vidas es una pura pantomima. Sabíamos que la globalización podría conducir a esto; y ahora es el momento de ajustar las estructuras políticas a esta nueva situación. Construir una Europa de verdad es el primer paso para ello.

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