Acabo de leer la orden que regula los servicios mínimos durante la huelga de maestros prevista en Cataluña para mañana (día 14 de febrero). No sé de qué va la huelga, no sé si está justificada o no; pero la regulación de los servicios mínimos es, desde luego, impagable. Si alguien me preguntara sobre las claves de los problemas en la educación en nuestro país le diría: "Lea, lea usted esta orden de servicios mínimos y verá".
En una entrada anterior (sobre escuelas y ludotecas) planteaba que es preciso diferenciar la función educativa de la escuela y su función "asistencial" o de "guardería". Para muchas familias lo realmente importante es ésta segunda. Si no fuera por la escuela ¿dónde colocamos a los niños para poder ir a trabajar, a comprar, a cuidar a nuestros mayores o, simplemente, a dar un paseo? Se trata de un problema real que hemos de afrontar y, desde luego, no critico esta utilización del sistema educativo; pero tenemos que ser conscientes de que esta función de cuidado de los niños es accesoria a la función educativa. Dado que la educación exige la separación de los padres, los maestros han de cuidar de los niños durante el tiempo en el que los educan, pero de ninguna manera esta función asistencial es la que justifica a la escuela. Lo que justifica a la escuela es la educación y la formación y, por tanto, el sistema educativo debe configurarse en atención a esta función, y no para dar satisfacción a la necesidad de que los padres puedan desembarazarse durante unas horas de sus hijos.
Creo que esta perspectiva no se tiene suficientemente en cuenta, lo que incide en la calidad de la educación. Así, si es por motivos puramente educativos no se justifica la sexta hora de clase que se ha implantado en Cataluña. En Finlandia, que tan bien valorada sale en el Informe Pisa, hay menos horas docentes que aquí. De la mimsa forma, el acento que se pone en la asistencia desdibuja la imagen social de los maestros, incluyendo la percepción que de estos tienen las familias y los propios alumnos.
Pues bien, en este panorama nos encontramos con una regulación de servicios mínimos en la que se establecen estos no en atención a la función educativa de los maestros, sino con el fin de garantizar la seguridad de los niños y el derecho al trabajo de sus padres. De esta forma se establece como servicio mínimo un docente por cada cuatro unidades. Es decir, un maestro por cada 100 niños. Huelga especificar que con 100 niños por maestro la función docente no puede desarrollarse; y, de hecho, el decreto ni siquiera intenta por ahí justificarse; pero es que, incluso, el objetivo de garantizar la seguridad de los niños con un maestro por cada 100 es difícilmente alcanzable. 100 niños en un patio y un maestro para vigilarlos. En fin, sobran las palabras.
Ahora bien, para mí lo más grave es que ahora ya está negro sobre blanco que la función "esencial" de los maestros es garantizar el derecho al trabajo de los padres; y esto dicho, además, por el Departamento de Educación. Si tenía alguna esperanza de que la situación de la enseñanza mejorara en nuestro país, esta orden de servicios mínimos ha puesto fin definitivo a ella. Sigamos avanzando a pasos de gigante hacia la ignorancia, la desidia y el abandono, que allí nos encontraremos con quienes nos han precedido en este camino absurdo.
En una entrada anterior (sobre escuelas y ludotecas) planteaba que es preciso diferenciar la función educativa de la escuela y su función "asistencial" o de "guardería". Para muchas familias lo realmente importante es ésta segunda. Si no fuera por la escuela ¿dónde colocamos a los niños para poder ir a trabajar, a comprar, a cuidar a nuestros mayores o, simplemente, a dar un paseo? Se trata de un problema real que hemos de afrontar y, desde luego, no critico esta utilización del sistema educativo; pero tenemos que ser conscientes de que esta función de cuidado de los niños es accesoria a la función educativa. Dado que la educación exige la separación de los padres, los maestros han de cuidar de los niños durante el tiempo en el que los educan, pero de ninguna manera esta función asistencial es la que justifica a la escuela. Lo que justifica a la escuela es la educación y la formación y, por tanto, el sistema educativo debe configurarse en atención a esta función, y no para dar satisfacción a la necesidad de que los padres puedan desembarazarse durante unas horas de sus hijos.
Creo que esta perspectiva no se tiene suficientemente en cuenta, lo que incide en la calidad de la educación. Así, si es por motivos puramente educativos no se justifica la sexta hora de clase que se ha implantado en Cataluña. En Finlandia, que tan bien valorada sale en el Informe Pisa, hay menos horas docentes que aquí. De la mimsa forma, el acento que se pone en la asistencia desdibuja la imagen social de los maestros, incluyendo la percepción que de estos tienen las familias y los propios alumnos.
Pues bien, en este panorama nos encontramos con una regulación de servicios mínimos en la que se establecen estos no en atención a la función educativa de los maestros, sino con el fin de garantizar la seguridad de los niños y el derecho al trabajo de sus padres. De esta forma se establece como servicio mínimo un docente por cada cuatro unidades. Es decir, un maestro por cada 100 niños. Huelga especificar que con 100 niños por maestro la función docente no puede desarrollarse; y, de hecho, el decreto ni siquiera intenta por ahí justificarse; pero es que, incluso, el objetivo de garantizar la seguridad de los niños con un maestro por cada 100 es difícilmente alcanzable. 100 niños en un patio y un maestro para vigilarlos. En fin, sobran las palabras.
Ahora bien, para mí lo más grave es que ahora ya está negro sobre blanco que la función "esencial" de los maestros es garantizar el derecho al trabajo de los padres; y esto dicho, además, por el Departamento de Educación. Si tenía alguna esperanza de que la situación de la enseñanza mejorara en nuestro país, esta orden de servicios mínimos ha puesto fin definitivo a ella. Sigamos avanzando a pasos de gigante hacia la ignorancia, la desidia y el abandono, que allí nos encontraremos con quienes nos han precedido en este camino absurdo.
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