Recostados en rojos butacones,
arrugadas ya las americanas,
dejamos de oír las palabras vanas,
abandonamos nuestras discusiones.
La tarde muere tras los cortinones,
lejos de los nervios y de las canas
un paso más allá de las ventanas,
frontera de nuestras meditaciones.
Otra vez hemos pensado y luchado
tensos y fieros como los guerreros;
mirada encendida, verbo agotado.
¿Serán estos saberes verdaderos?
Acecha la pregunta a quien, cansado,
arrugadas ya las americanas,
dejamos de oír las palabras vanas,
abandonamos nuestras discusiones.
La tarde muere tras los cortinones,
lejos de los nervios y de las canas
un paso más allá de las ventanas,
frontera de nuestras meditaciones.
Otra vez hemos pensado y luchado
tensos y fieros como los guerreros;
mirada encendida, verbo agotado.
¿Serán estos saberes verdaderos?
Acecha la pregunta a quien, cansado,
encandilan lejanos pebeteros.
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