Día de vacunas. Hoy tocaba que los mellizos (de dos años) se pusieran la vacuna de recuerdo del Prevenar. Se trata de una vacuna que no asume la sanidad pública, aunque es frecuente que los pediatras la recomienden. Claro, si tu pediatra te dice que mejor ponérsela al niño, pues qué vas a hacer; se la compras. Nos fuimos a la farmacia y compramos las dos dosis (cada niño ya se ha puesto tres de estas vacunas; como digo, hoy tocaba la de recuerdo), pagamos los 160 euros que costaban y nos fuimos al CAP. Allí la enfermera nos dijo que desde hacía unos meses se había establecido que nos tenían que cobrar por ponernos la vacuna. Nos quedamos un poco de pasta de boniato; pero qué vas a hacer, le dices que adelante y ya está. A la salida nos acompañó al mostrador de información donde nos cobraron la operación.
El precio de cada vacunación fue de 7,80 euros (15,60 los dos niños). Todo bastante cutre. Echamos como un cuarto de hora para que salieran las facturas, no nos hicieron recibo, sino un simple "pagado" a boli sobre la factura y, además, nos dijeron que teníamos que abonar el precio exacto (ni tarjeta de crédito ni vueltas ni posibilidad de pagar por transferencia). Está claro que el sistema no está adaptado a esta nueva circunstancia, la de que los usuarios tengan que pagar por los servicios recibidos y, como digo, todo resultaba bastante cutre.
Ahora bien, lo que me preocupa no es lo mal montado que está todo; sino la justificada indignación que va a producir y lo que implica para la desaparición de la sanidad pública.
Empecemos por la indignación. Doy fe de que cuando te dicen que vas a tener que pagar para que le pongan una vacuna a tu hijo te sienta como una patada. Ya habíamos asumido que teníamos que comprar nosotros la vacuna, pero que tengas que pagar la enfermera que te la pone en el CAP ya te parece que es entrar en otra dimensión. Si esto se extiende (que parece ser que se extenderá) la indignación será creciente. En una situación de crisis económica, con mucha gente con problemas económicos que, de pronto, te encuentres con un gasto con el que no contabas en un sector tan sensible como es el sanitario será fuente de tensiones y problemas. No me extrañaría que se montara más de un follón en algún CAP a causa de este motivo, pagándola los usuarios con quien menos culpa tiene, que es el personal sanitario.
Y sigamos con lo que supone para la sanidad pública. Si en la sanidad pública vas a tener que pagar ¿por qué no ir a una mutua? y si vas a una mutua ¿por qué tener que seguir pagando por la sanidad pública? El silogismo es diabólico, pero evidente. Un familiar a quien le contaba este incidente enseguida lo argumentó. Y esto es lo que resulta verdaderamente peligroso. Si se extiende la idea de que para esto mejor no tener sanidad pública será relativamente fácil que quienes están interesados en laminar el sistema público de sanidad encuentren apoyos para ello. Al fin y al cabo hay muchos interesados en favorecer a la sanidad privada, y convertir en poco atractiva la pública es una forma de favorecer a la privada.
Esto es lo que me da verdaderamente miedo. Basta ver cómo van las cosas en Estados Unidos, donde prácticamente no existe sanidad pública, para comprobar lo nefasto que es un sistema sanitario que renuncia a lo público. La sanidad pública no solamente es una exigencia básica en un Estado social; sino que es una opción mejor que la sanidad privada. Un sistema de sanidad privada es más caro e ineficiente que uno público; eso sí, la sanidad privada permite que unos cuantos ganen dinero, mucho dinero.
No caigamos en la trampa, sigamos defendiendo la sanidad pública, incluso ésta en la que te cobran por poner una inyección a tu hijo; defendámoslo y hagamos lo posible porque la tendencia se invierta, porque la sanidad pública sea cada vez mejor. Exijamos a los políticos que coloquen este tema en el eje de su actuación; y exijámoslo a todos, porque el discurso de la derecha mala está ahí, y la verdad es que CiU está haciendo todo lo posible para que nos lo creamos, pero no olvidemos que los recortes ya comenzaron en la época del Tripartito, lo que supuso para mi una tremenda decepción, tal como escribí hace un tiempo.
El precio de cada vacunación fue de 7,80 euros (15,60 los dos niños). Todo bastante cutre. Echamos como un cuarto de hora para que salieran las facturas, no nos hicieron recibo, sino un simple "pagado" a boli sobre la factura y, además, nos dijeron que teníamos que abonar el precio exacto (ni tarjeta de crédito ni vueltas ni posibilidad de pagar por transferencia). Está claro que el sistema no está adaptado a esta nueva circunstancia, la de que los usuarios tengan que pagar por los servicios recibidos y, como digo, todo resultaba bastante cutre.
Ahora bien, lo que me preocupa no es lo mal montado que está todo; sino la justificada indignación que va a producir y lo que implica para la desaparición de la sanidad pública.
Empecemos por la indignación. Doy fe de que cuando te dicen que vas a tener que pagar para que le pongan una vacuna a tu hijo te sienta como una patada. Ya habíamos asumido que teníamos que comprar nosotros la vacuna, pero que tengas que pagar la enfermera que te la pone en el CAP ya te parece que es entrar en otra dimensión. Si esto se extiende (que parece ser que se extenderá) la indignación será creciente. En una situación de crisis económica, con mucha gente con problemas económicos que, de pronto, te encuentres con un gasto con el que no contabas en un sector tan sensible como es el sanitario será fuente de tensiones y problemas. No me extrañaría que se montara más de un follón en algún CAP a causa de este motivo, pagándola los usuarios con quien menos culpa tiene, que es el personal sanitario.
Y sigamos con lo que supone para la sanidad pública. Si en la sanidad pública vas a tener que pagar ¿por qué no ir a una mutua? y si vas a una mutua ¿por qué tener que seguir pagando por la sanidad pública? El silogismo es diabólico, pero evidente. Un familiar a quien le contaba este incidente enseguida lo argumentó. Y esto es lo que resulta verdaderamente peligroso. Si se extiende la idea de que para esto mejor no tener sanidad pública será relativamente fácil que quienes están interesados en laminar el sistema público de sanidad encuentren apoyos para ello. Al fin y al cabo hay muchos interesados en favorecer a la sanidad privada, y convertir en poco atractiva la pública es una forma de favorecer a la privada.
Esto es lo que me da verdaderamente miedo. Basta ver cómo van las cosas en Estados Unidos, donde prácticamente no existe sanidad pública, para comprobar lo nefasto que es un sistema sanitario que renuncia a lo público. La sanidad pública no solamente es una exigencia básica en un Estado social; sino que es una opción mejor que la sanidad privada. Un sistema de sanidad privada es más caro e ineficiente que uno público; eso sí, la sanidad privada permite que unos cuantos ganen dinero, mucho dinero.
No caigamos en la trampa, sigamos defendiendo la sanidad pública, incluso ésta en la que te cobran por poner una inyección a tu hijo; defendámoslo y hagamos lo posible porque la tendencia se invierta, porque la sanidad pública sea cada vez mejor. Exijamos a los políticos que coloquen este tema en el eje de su actuación; y exijámoslo a todos, porque el discurso de la derecha mala está ahí, y la verdad es que CiU está haciendo todo lo posible para que nos lo creamos, pero no olvidemos que los recortes ya comenzaron en la época del Tripartito, lo que supuso para mi una tremenda decepción, tal como escribí hace un tiempo.
2 comentarios:
Es realmente terrible e indignante.
Sí, Sonia, da miedo.
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