En la Universidad de Lleida se ha vivido
otro episodio de violencia y coacción dirigido contra personas que no comparten
los planteamientos de quienes se creen en el derecho de decidir quién participa
en el espacio público y quién no.
Hace unas semanas una profesora de laUnivesidad de Lleida veía cómo sus clases eran interrumpidas por un grupo deautodenominados estudiantes que la increpaban con el grito de “fascista”. Por
desgracia no es algo que nos sorprenda ya. En otras Universidades y en otros
ámbitos hemos ya vivido esto: personas que deciden quién puede colocar una
carpa en la vía pública y quién no, quién puede dar clase y quién no, qué actos
son admisibles y cuáles no. Cuando alguien se aparta de su dictado el método
para conseguir la efectiva expulsión del espacio público es el griterío, si es
necesario con megáfonos incluidos, la coacción mediante la ocupación de aulas o
seminarios con personas que impiden el normal desenvolvimiento de las
actividades o la presencia física directa rodeando a la víctima.
Por desgracia, es una experiencia
compartida. Ayer (el 17 de mayo) sufría acoso de nuevo la profesora Manso en la Universidad deLleida, hace unos meses un seminario sobre el TTIP en la UAB tuvo que ser
suspendido porque un grupo de estudiantes consideraron que no debía celebrarse
y ocuparon la sala en la que se desarrollaba. Tan solo hace unas semanas una
carpa de SCC en la UAB fue atacada por intolerantes que deciden quién tiene
derecho a hablar y quién no.
No podemos consentir que la violencia y
la coacción se adueñen de nuestra sociedad. Debería causarnos escalofríos ser
testigos de cómo por nuestros campus campean grupos que se creen en el derecho
de decidir lo que hacemos y no podemos hacer. En una huelga reciente era
estremecedor ver cómo los profesores entregaban correos electrónicos impresos a
quienes guardaban las barricadas para que los encapuchados les dejaran ir a esa
o aquella reunión justificada mediante el correo que mostraban.
¿Cuándo hemos decidido que nuestro
espacio público es de quienes se agrupan, amenazan, chillan o insultan?
Hemos de reaccionar, porque la situación
es grave, no solamente por la existencia cierta de coacciones y violencia,
sino, sobre todo, porque esta violencia y coacciones no reciben más que una
respuesta institucional que se mueve entre lo tibio y lo inexistente. En el
caso de la UAB todavía estamos esperando una condena de la institución por la
agresión que se relata más arriba y la sensación de tolerancia hacia los
violentos parece que se va extendiendo. Véase como, se realizan entrevistas
complacientes a antiguos terroristas en la televisión pública y la presidenta
del Parlamento recibe a un antiguo integrante de ETA que ningún arrepentimiento
ha mostrado por su utilización de la violencia.
Una sociedad que banaliza el terrorismo y
asume como normal la coacción no es ya plenamente una sociedad democrática.
Reaccionemos, y hagámoslo con convicción.
(Publicado en la web de Societat Civil Catalana)
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