En las últimas semanas he oído muchas voces reclamando un diálogo entre el gobierno español y Torra, entre el gobierno de España y la Generalitat; un diálogo que, según esas mismas voces, debería servir para resolver el conflicto abierto en Cataluña. Creo que este análisis no es del todo correcto.
En primer lugar, ha de asumirse que el conflicto que padecemos es un conflicto entre catalanes. Es en Cataluña donde la convivencia está rota, donde los símbolos son usados como armas arrojadizas, donde se pelea por el espacio público, donde los ciudadanos sienten que las instituciones ya nos les representan. Es en Cataluña donde algunos pretenden que no hay más salida que saltarse la ley, es en Cataluña donde algunos nos sentimos amenazados por el poder público. Es en Cataluña donde unos recurren a los tribunales y otros se burlan de las sentencias. Este es un conflicto entre catalanes.
Y somos los catalanes en primer lugar los que debemos abordarlo. Y para ello tenemos que abrir un diálogo profundo, sincero, abierto, entre nosotros. Compartimos el mismo territorio y las mismas instituciones. Compartimos escuelas y calles, gobierno y parlamento, ayuntamientos y fiestas. Somos nosotros quienes hemos de escucharnos y entendernos como primer paso para hallar reglas de convivencia que nos permitan restañar heridas y afrontar un futuro juntos los catalanes nacionalistas y no nacionalistas.
No será fácil, pero es la única vía ¿o pretendemos vivir de espaldas unos a otros eternamente?
Y mientras ese diálogo entre catalanes no fructifique en acuerdos ¿de qué diálogo entre Madrid y Barcelona hablamos? No digo que las administraciones no tengan que hablar; pero han de hacerlo de la gestión de las competencias que a ambos interesan, del día a día de la administración. Evidentemente, de eso pueden y deben hablar pero ¿han de abordar ahora la Generalitat y el gobierno de Madrid un diálogo sobre el futuro de Cataluña? ¿De qué manera si los catalanes estamos divididos? ¿Llevará Torra a Madrid la opinión de algo menos de la mitad de Cataluña, la Cataluña nacionalista, como si fuera la opinión de toda Cataluña? Seguro que esa es su intención pero ¿ha de admitirlo el gobierno español, los partidos políticos o las Cortes? No, no deberían. Ante esta situación de división esas llamadas al diálogo por parte de los nacionalistas deberían tener una respuesta muy clara: "mire, Sr. Torra, lo primero es que los catalanes lleguen a acuerdos amplios, y sobre la base de esos acuerdos hablaremos; pero en la situación actual, con una sociedad dividida ¿pretende que lleguemos a acuerdos con usted que probablemente no satisfarán a una parte significativa de los catalanes? ¿qué futuro tendrían pactos "con Cataluña" que carecerían de la adhesión de una parte significativa de los catalanes?
Creo que cualquier otra respuesta por parte de "Madrid" sería una tremenda irresponsabilidad. Conseguida la desafección de una parte significativa de la sociedad catalana, la búsqueda de pactos con esa parte de la sociedad al margen de la mitad (al menos) de los catalanes no haría más que aumentar el descontento, la tensión y los enfrentamientos. Enfriar las posibilidades de ese diálogo con el Estado en tanto se mantenga la división dentro de Cataluña sería un ineludible ejercicio de responsabilidad.
Y ante esta situación ¿por dónde empezar? Lo primero es el reconocimiento del otro. Es necesario que los no nacionalistas reconozcan que hay una parte importante de los catalanes insatisfechos con la situación actual; pero también que los nacionalistas admitan a los catalanes no nacionalistas como parte de Cataluña y como actores necesarios en su situación. El ninguneo que practican los nacionalistas hacia los no nacionalistas no contribuye precisamente a sentar las bases de este diálogo tan necesario. Es preciso que todos asuman que nada se conseguirá contra la otra mitad de Cataluña.
A partir de aquí no hay una única forma de abordar ese debate. Creo que las asociaciones de la sociedad civil han de tener un papel; pero también el Parlamento, donde estamos todos representados. Es más, creo que la iniciativa para este diálogo debería partir de los grupos parlamentarios, y aquí el primer grupo de la Cámara catalana, Cs, tiene una especial responsabilidad.
¿Cuál debería ser el objetivo final de ese diálogo? Creo que los resultados de ese diálogo deberían plasmarse de muchas maneras. Unas con relevancia normativa y otras no; pero entre las primeras no hemos de descartar la posibilidad de un nuevo Estatuto de Autonomía.
El Estatuto vigente no contenta a nadie. Los nacionalistas no dejan de repetir que su contenido "no les representa"; pero los no nacionalistas tampoco están satisfechos con un texto que no hace más que dar forma jurídica al nacionalismo del que venimos y tantos malos nos ha causado. Somos muchos los catalanes que no estamos cómodos con un Estatuto que no da cuenta cabal del carácter plural de Cataluña, de una Cataluña que no puede ser tan solo la imagen que los nacionalistas tienen de ello. Creo que precisamos un Estatuto con el que todos los catalanes nos podamos sentir satisfechos. Y ese, desde luego, no es el estatuto vigente.
Quizás algunos se escandalicen de lo que acabo de escribir, pero si estamos de acuerdo en que vivimos una grave crisis de convivencia en Cataluña ¿no tendrá alguna responsabilidad en dicha crisis la norma básica que rige nuestra autonomía? Si asumimos que es preciso un diálogo profundo entre catalanes ¿mantendremos que ese resultado no ha de tener ningún reflejo en nuestra norma básica como Comunidad Autónoma?
Creo que esta es la tarea que debemos abordar: construir la convivencia entre catalanes, revisar lo que han sido las últimas décadas y hacer todo el esfuerzo posible para llegar a acuerdos que permitan devolver la paz a la convivencia. Si este diálogo acaba fructificando una reforma del Estatuto de Autonomía debería ser su corolario natural.
Y entre tanto este diálogo entre catalanes no avance, por favor, señores de Madrid, no tomen la parte por el todo ni den por supuesto que lo único que hay que hacer es contentar a los nacionalistas.
Los catalanes no nacionalistas no volveremos a callar.
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