domingo, 30 de mayo de 2021

El indulto no es la solución para el problema equivocado (sobre un artículo de Joaquim Coll y el editorial de "El País")

Hace unos días, mi amigo Joaquim Coll publicaba un artículo en Crónica Global defendiendo la bondad de los indultos.


No entraré en el detalle de sus argumentos, que se alejan bastante de mi opinión en relación al tema y que ya he tenido ocasión de compartir en este blog (aquí, aquí y, hace ya más tiempo, aquí); pero si me detendré en una de las afirmaciones que se hacen en el artículo y que me parece significativa. En un momento dado, Joaquim escribe que los indultos serían un gesto de generosidad del vencedor.


En un grupo de Telegram que compartimos le decía a Joaquim que me parecía que la equivocación estaba en pensar que los nacionalistas habían sido derrotados. Por lo que diré, creo que no es ese el caso; pero, a la vez, es comprensible la confusión, porque parte de una aún mayor, que es equivocar cuál es el problema al que nos enfrentamos en Cataluña. Algo en lo que cae también el editorial de hoy de "El País"; un editorial que comienza errando ya en el título, porque se dirige a los catalanes y mucho me temo que habrá no pocos que, como yo, discrepemos abiertamente del análisis que hace y nos sintamos profundamente molestos porque se insista en la identificación entre catalanes y nacionalistas.
Ahora bien, no me detendré tampoco en ello, porque lo que quiero destacar es que el editorial plantea el indulto como una posible vía para alejar del independentismo a una parte de sus adeptos, consiguiendo así que haya una mayor sintonía con el proyecto democrático español.


Es un análisis en el que el "problema catalán" se cifra en el aumento de los partidarios de la secesión; de tal forma que el objetivo es que ésta no se consume, que se mantenga la situación actual y, en su caso, que disminuya el número de aquellos que la defienden. En esta línea, el embate de 2017 puede ser visto como una derrota para el nacionalismo, en tanto en cuanto es evidente que Cataluña sigue siendo parte de España y que no se ha creado la República Catalana.
Ahora bien, desde mi punto de vista, ese no es el principal problema que tenemos en Cataluña. Tal como indicaba hace un par de años, el problema al que nos enfrentamos el conjunto de los españoles en Cataluña es que el poder público está ocupado por quien hace expreso que lo utilizará para destruir el estado, las administraciones incumplen constantemente sus obligaciones constitucionales, privan de sus derechos a los ciudadanos, utilizan los bienes públicos para desplegar propaganda nacionalista, los medios públicos de comunicación son una maquinaria de propaganda sin parangón en Europa (así lo describía hace poco Manuel Valls) y se ha generado una situación de violencia política estructural que se dirige fundamentalmente contra quienes se oponen al nacionalismo.

- Incumplimiento de la Constitución.
- Amenaza por parte de las autoridades de utilizar el poder público para destruir el estado.
- Privación de derechos a los ciudadanos.
- Utilización de los medios públicos de comunicación como instrumentos de propaganda.
- Violencia política estructural.

Esta es la situción en Cataluña, y si atendemos a ella el decir que ha habido una victoria es una mera ensoñación (por utilizar el término que hizo fortuna en la sentencia del Tribunal Supremo de octubre de 2019). Para los padres que ven como se excluye el español como lengua de aprendizaje en las escuelas de sus hijos, para los ciudadanos que ven en sus ayuntamientos esteladas y pancartas de apoyo a quienes quisieron derogar la Constitución, para quienes ven como TV3 se utiliza como ariete contra ellos por discrepar del nacionalismo, para quienes han de sufrir que sus autoridades les amenacen constantemente con repetir los hechos de 2017 es muy difícil entender que estamos ante una victoria. Más bien la sensación es de permanente derrota y humillación.
Es por eso que artículos como el de Joaquim Coll o editoriales como la de "El País" desvían la atención del tema principal y, lo que es peor, contribuyen a invisibilizar a los catalanes no nacionalistas. En el caso del editorial de hoy esto es especialmente claro, pues concluye que los catalanes apreciarán el gesto del indulto, olvidando, precisamente a los que se sintieron víctimas de los hechos de 2017 y que, por razones obvias, tenderán a desconfiar de una medida de gracia que se dirige a favorecer a quienes siguen insistiendo en una amenaza que les afecta directamente.

Así pues, el indulto lo que pretende es dar solución a un problema que no es el que debería preocuparnos. Y, entiéndaseme, el hecho de que haya más o menos independentistas no es baladí; pero es algo que a mí, como catalán, me preocupa bastante menos que a estos señores de "El País", porque haya más o menos independentistas, lo importante es que se respete el marco de convivencia que entre todos nos hemos dado. No me obsesiono porque cambien de opinión los que piensan que a Cataluña le iría mejor siendo un país independiente, pero lo que reclamo es que quienes así piensan ajusten su comportamiento a las exigencias constitucionales, estatutarias y legales y respeten mis derechos. No se trata tanto de imponer un cambio de las ideas como de exigir que sean cuales sean las ideas todos tengamos la garantía de que se actuará siempre respetando los derechos de todos.
El problema que se pretende abordar con el indulto, por tanto, o no es un problema o, en cualquier caso, es un problema menor. Y todo esto mientras se desatiende clamorosamente al problema mayor: el de la práctica inaplicación de la Constitución en Cataluña, el deterioro democrático en nuestra Comunidad y el silenciamiento de quienes se oponen al nacionalismo. Para este problema el indulto tendrá el efecto, precisamente, de reforzar la posición nacionalista, pues, como digo, todo el planteamiento del mismo -del indulto- parte de invisibilizar a quienes en Cataluña se oponen al nacionalismo, como muestra claramente el editorial que se publica hoy en "El País".

Así pues, se equivocan de problema tanto "El País" como mi amigo Joaquim Coll; pero es que, además, para el otro problema, el que ellos identifican, el indulto no es solución.
¿En serio piensan que el indulto contentará a los nacionalistas? La campaña para la amnistía ya está montada. La única diferencia que marcará el indulto es que quienes estarán en primera fila defendiendo la amnistía serán quienes ahora se encuentran en la cárcel. El indulto no disminuirá un ápice las peticiones maximalistas nacionalistas, no favorecerá ningún clima de diálogo sino que servirá de punto de apoyo para pedir el referéndum de autodeterminación que permita llegar a la secesión. No veo por ninguna parte ninguna posibilidad de que la concesión del indulto atempere las peticiones de los nacionalistas (y dejo ya de lado lo que comentaba antes: su desprecio a la ley y a los derechos de los no nacionalistas continuará como hasta o, probablemente, se intensificará).
También se aduce que les priva de argumentos de cara al exterior. Otro error que desenmascaraba ayer brillantemente Daniel Gascón.


No se puede expresar mejor: los independentistas no tienen argumentos. Tan solo los obtienen cuando pretendes quitárselos. Aquí es lo mismo. Los independentistas habían sostenido que sus condenas eran injustas y ahora se les concederá el indulto siendo el propio presidente del gobierno quien sostenga que el cumplimiento de la pena sería "venganza" o "revancha", y siendo varios, de los que se declaran no nacionalistas, los que sostienen que la pena era, efectivamente, desproporcionada. El indulto reforazár el argumento de la desproporción de la pena.
En definitiva, que el indulto no será solución ni siquiera para el problema que no es.


Dicen que en ajedrez una de las mayores virtudes es saber cuándo has de dejar de jugar para ganar para empezar a jugar para empatar. Esto es, saber quién está ganando y quién está perdiendo.
En la política catalana hay quienes piensan que están ganando y, en realidad, ni siquiera saben a qué están jugando.

2 comentarios:

Investigaciones y remos dijo...

Es domingo y me he levantado con buen pie. Estoy de acuerdo con las dos posiciones que aparecen en el artículo. Han perdido. Es la marca ancestral de este movimiento y 2017 no iba a ser la excepción. Ahora bien, en efecto, ello no le impide controlar la vida social en la medida en que puede hacerlo una maquinaria administrativa con un considerable grado de competencias: subvenciones con alta carga ideológica, un ejército muy sólido de medios de comunicación púpblicos y semipúblicos, un adoctrinamiento escolar reiterado, etc.
El indulto no va a mejorar nada. Por el contrario, nos hará la vida más incómoda. Lo más sorprendente, lo humillante, es que leo que los destinatarios no lo han pedido. Y, por lo que respecta a los partidos involucrados, no he visto ni un ápice de voluntad de reconciliación, una pizca de acercamiento, un pelín de buen rollo. O sea, que nos espera un mañana esplendoroso.
Me ha parecido muy “vintage” el título de ese editorial de “El País”: “A los catalanes”. Pero, ahora que lo pienso, está muy bien, porque también es un aviso de futuro: los que no están ahí, los que se oponen al indulto, no existen. Un gran domingo.
J.Amenós

Investigaciones y remos dijo...

Escenario post-indultos:

-En tres años, preparación del referéndum "consultivo" sin participación del conjunto de los españoles.

-O bien, si la cosa se complica y hay cambio de gobierno, nuevo 1-0, más bronco y más astuto esta vez, ajustando el tiro y corrigiendo los errores en la mirilla que se han detectado en la primera feria.
J.Amenós