martes, 8 de junio de 2010

Servicios mínimos en educación

Recupero hoy una entrada de hace más de dos años. Entonces escribía sobre los servicios mínimos fijados de cara a una huelga de maestros en Cataluña. Me parece que es la misma orden que regulará hoy los servicios mínimos en la educación en esta Comunidad Autónoma, así que lo que entonces decía valdrá también para hoy.

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Acabo de leer la orden que regula los servicios mínimos durante la huelga de maestros prevista en Cataluña para mañana (día 14 de febrero). No sé de qué va la huelga, no sé si está justificada o no; pero la regulación de los servicios mínimos es, desde luego, impagable. Si alguien me preguntara sobre las claves de los problemas en la educación en nuestro país le diría: "Lea, lea usted esta orden de servicios mínimos y verá".
En una entrada anterior (sobre escuelas y ludotecas) planteaba que es preciso diferenciar la función educativa de la escuela y su función "asistencial" o de "guardería". Para muchas familias lo realmente importante es ésta segunda. Si no fuera por la escuela ¿dónde colocamos a los niños para poder ir a trabajar, a comprar, a cuidar a nuestros mayores o, simplemente, a dar un paseo? Se trata de un problema real que hemos de afrontar y, desde luego, no critico esta utilización del sistema educativo; pero tenemos que ser conscientes de que esta función de cuidado de los niños es accesoria a la función educativa. Dado que la educación exige la separación de los padres, los maestros han de cuidar de los niños durante el tiempo en el que los educan, pero de ninguna manera esta función asistencial es la que justifica a la escuela. Lo que justifica a la escuela es la educación y la formación y, por tanto, el sistema educativo debe configurarse en atención a esta función, y no para dar satisfacción a la necesidad de que los padres puedan desembarazarse durante unas horas de sus hijos.
Creo que esta perspectiva no se tiene suficientemente en cuenta, lo que incide en la calidad de la educación. Así, si es por motivos puramente educativos no se justifica la sexta hora de clase que se ha implantado en Cataluña. En Finlandia, que tan bien valorada sale en el Informe Pisa, hay menos horas docentes que aquí. De la mimsa forma, el acento que se pone en la asistencia desdibuja la imagen social de los maestros, incluyendo la percepción que de estos tienen las familias y los propios alumnos.
Pues bien, en este panorama nos encontramos con una regulación de servicios mínimos en la que se establecen estos no en atención a la función educativa de los maestros, sino con el fin de garantizar la seguridad de los niños y el derecho al trabajo de sus padres. De esta forma se establece como servicio mínimo un docente por cada cuatro unidades. Es decir, un maestro por cada 100 niños. Huelga especificar que con 100 niños por maestro la función docente no puede desarrollarse; y, de hecho, el decreto ni siquiera intenta por ahí justificarse; pero es que, incluso, el objetivo de garantizar la seguridad de los niños con un maestro por cada 100 es difícilmente alcanzable. 100 niños en un patio y un maestro para vigilarlos. En fin, sobran las palabras.
Ahora bien, para mí lo más grave es que ahora ya está negro sobre blanco que la función "esencial" de los maestros es garantizar el derecho al trabajo de los padres; y esto dicho, además, por el Departamento de Educación. Si tenía alguna esperanza de que la situación de la enseñanza mejorara en nuestro país, esta orden de servicios mínimos ha puesto fin definitivo a ella. Sigamos avanzando a pasos de gigante hacia la ignorancia, la desidia y el abandono, que allí nos encontraremos con quienes nos han precedido en este camino absurdo.

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Tengo mis dudas de que puedan establecerse servicios mínimos para garantizar una función que es accesoria la trabajo y no esencial (algo así como fijar servicios mínimos en bomberos para que limpien los equipos); pero como no soy de Laboral no me meto, en lo que si me meto es en que los propios responsables del Departamento de Educación consideren que la principal función que cumplen los maestros es garantizar el derecho al trabajo de los padres.

6 comentarios:

emilio dijo...

En lo esencial, tu entrada de hace 2 años sigue en vigor hoy:
1. sigue siendo necesario diferenciar la función educativa de la escuela y su función "asistencial". El problema se agrava si piensas que la función asistencial se prolonga ¡¡¡hasta los 16 años!!! ( y ojo, que algunos quisieran que se alargue hasta los 18).
2. Totalmente de acuerdo en que un maestro es imposible que controle a 100 niños...¿en el patio? si hay 10 maestros que envíen a sus pupilos al patio...
4. Convéncete, Rafa: tal y como está la cosa ahora mismo la educación interesa poco. Lo que interesa es que el niñ@ esté literalmente encerrado (no hay más que ver las rejas que rodean los centros y los patios carcelarios )en el horario lectivo...para tranquilidad de sus padres.
No me quiero extender pero, resumiendo: en esta escuela no hay sitio para la pedagogía.
Un abrazo: emilio

Rafael Arenas García dijo...

Sí, Emilio, el panorama es muy malo. Sin embargo, tengo que decir las cosas como son: desde hace unos pocos años empiezo a comprobar que el nivel de los chicos que llegan a la Universidad ha subido. Es una experiencia muy particular, que quizás no sea generalizable; pero lo cierto es que estoy comprobando que los nuevos alumnos tienen más capacidad de trabajo que hace unos años (no tanta como en nuestra época, todo hay que decirlo), la cabeza bien amueblada por lo general (aunque les faltan algunos referentes culturales que nosotros teníamos; aunque también tienen otros que nosotros no tenemos) y ciertas habilidades que les ofrecen cierta ventaja (ofimática, internet...).
Y lo curioso es que esta ventaja se da cuando hay muchos padres que, como dices, muestran muy poco aprecio por el conocimiento. Misterios...
Un abrazo.

emilio dijo...

A ver si es que te has pasado a una Universidad privada :)
Yo hablo de los que envío a la Universidad: cada año no sólo el nivel es más bajo. Es que el nivel de exigencia para la selectividad es menor. Se recortan temarios, se elimina la posibilidad de enfrentarse a unos textos históricos mínimos. No hay tiempo ni para enfrentarse a untexto periodístico.
En fin Rafa, no te canso. Un abrazo: emilio

Rafael Arenas García dijo...

Ja, ja, Emilio. No, no me he pasado a la privada. Sabes que soy de la pública y, además, un convencido de la pública, a todos los niveles y, por supuesto, también a nivel de Universidad.
Sobre lo que te cuento, pues es cierto y no deja de sorprenderme. Es verdad que pueden incidir algunos factores que no he comentado. Por ejemplo, si, por las razones que sean, la titulación que imparto (Derecho) en la Universidad en la que estoy (Universidad Autónoma de Barcelona) tiene una mayor demanda, el nivel de los alumnos que finalmente entran aumenta. De esta forma podríamos tener la percepción de que hay una mejora general cuando, en realidad, simplemente han mejorado los que nos llegan... podría ser, pero no me convence del todo. Habrá que seguir el fenómeno.
Un fuerte abrazo.

emilio dijo...

Creo que esa segunda explicación ( a más demanda, más nivel) es razonable. Pero sin olvidar lo que te decía en mi 2º comentario,
Hoy mismo acaban de salir las notas de selectividad. No quiero generalizar, pero lo que hoy he visto, no lo había visto en mi vida: alumnos con ¡¡¡UN CERO!!! EN UNA, INCLUSO EN DOS ASIGNATURAS, APRUEBAN LA SELECTIVIDAD.
Y también los que sacan un 4 en varias asignaturas: me parece que eso no es de recibo.
Otro gran abrazo desde Andalucía: emilio

Rafael Arenas García dijo...

Hola Emilio. Lo de la disminución del nivel de exigencia es escandaloso, sobre todo por lo que denota: interesa más que la gente esté contenta en un mundo de falsas facilidades que potenciar el esfuerzo. Claro, los mundos así acaban petando. Por lo que yo sé en China no funcionan así las cosas. La escuela es una competencia constante desde parvulitos. Si planteamos algo así se nos echa todo el mundo encima; pero para mi el verdadero camino es ese: exigencia, rigor, esfuerzo. Malos tiempos para la lírica, desde luego. Un abrazo.