domingo, 12 de septiembre de 2010

¿Federalismo?

Recomiendo el artículo-entrevista de Enric Juliana que se publica hoy en La Vanguardia; pese a que no es muy extenso en él se lanzan tres o cuatro ideas de gran calado. La primera de ella es la de que la independencia de Cataluña puede estar más cerca de lo que se piensa; y la segunda que la única alternativa a la desintegración del Estado sería un replanteamiento en clave federal de su estructura. Esta segunda idea es la que más me interesa. Los que me conocen saben que es una de mis (muchas) obsesiones.
Me parece que, como ya dije en alguna ocasión, no es coherente que habiendo asumido las Comunidades Autónomas el grueso de la gestión de lo público (Sanidad, Educación, Infraestructuras en buena parte) la competencia recaudatoria sea casi exclusivamente estatal. Lo lógico es que las Comunidades Autónomas tengan competencia fiscal para, de esa forma, poder decidir el nivel de recursos que desean para la gestión de las competencias que tienen atribuidas. De esta forma tendríamos impuestos autonómicos e impuestos estatales. Los primeros irían destinados a cubrir las necesidades de gasto que se derivan de las competencias autonómicas y los segundos las cargas que resultan de las competencias estatales. Esto, evidentemente, no es incompatible con la creación de "un fondo de solidaridad" que permitiera dotar de ayudas temporales y limitadas a las Comunidades Autónomas que careciesen de recursos propios para cubrir las necesidades mínimas de su población.
Lo que planteo no es un concierto económico tipo el concierto económico vasco; ya que no parto de que todos los impuestos sean recaudados por las Haciendas de las Comunidades Autónomas, transfiriendo ésta la parte pactada al Estado; sino que la recaudación debe ser tanto de las Comunidades Autónomas (en relación a las competencias que les son propias) como del Estado (para cubrir las necesidades que se derivan de las competencias estatales). Es un sistema que me parece más claro y limpio que el actual. Cada cuál sabría lo que paga a cada uno y el control por el ciudadano de lo que se hace con su dinero sería más fácil. Acabaríamos con las eternas discusiones, que tanto enconan los ánimos, acerca de que Comunidad Autónoma recibe más y qué Comunidad Autónoma recibe menos en términos absolutos o en términos per cápita.
La pregunta siguiente es la de ¿por qué no se hace esto? Yo veo dos dificultades para llevar adelante este planteamiento. La primera es la desconfianza del Estado hacia una mayor descentralización. Me explico. La vida política en España se explica, en gran manera, por la tensión entre los partidos independentistas y los centralistas. Y con partidos independentistas me refiero a todos aquellos que se plantean como una posibilidad real, aunque no inmediata la independencia de alguna parte del territorio español. Evidentemente en esta lista están el PNV, Convergència Democràtica de Catalunya (la "C" de "CiU"), ERC, EA, BNG... Con frecuencia, el reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas es fruto de los pactos entre unos y otros (las negociaciones actuales entre el Gobierno de España y el PNV para la aprobación de los Presupuestos es buena prueba de ello). De esta forma, la asunción de nuevas competencias por parte de las Comunidades Autónomas es percibida no como una mejor estructuración del Estado, sino como un avance hacia la independencia. Con esto quiero decir que una ampliación de las competencias en materia fiscal por parte de las Comunidades Autónomas sería utilizado por los partidos independentistas como un elemento más en su estrategia desintegradora. Esto hace que soluciones que serían racionales y eficaces vean dificultada su aprobación.
Lo anterior ¿cómo se puede resolver? Pues integrando dichas soluciones en un consenso real y efectivo entre las fuerzas más significativas en lo que se refiere a la estructura definitiva de España. Esto es, si el pacto se alcanza debería ser con el compromiso de quienes lo firmen de que renuncian a la independencia como objetivo. Después de treinta años de cambio constante quizá fuera bueno que se pusiera fin al debate sobre la estructura del Estado. Estamos dedicando una cantidad ingente de esfuerzos, tiempo y bilis a una cuestión que en otros países no se plantea; y sería bueno que nos pudiéramos centrar en otros problemas que también son muy relevantes.
Lo anterior no es la única dificultad con la que nos encontramos. Evidentemente, hay intereses en mantener la situación actual. En cuanto se habla de concierto económico o cosas semejantes siempre hay unos cuantos políticos, de ciertas Comunidades Autónomas, que saltan a la yugular ¿por qué, me pregunto? Cualquiera que viaje se puede dar cuenta de que Comunidades como Andalucía o Asturias están llenas de autopistas, hospitales modernos, colegios públicos modélicos y polígonos industriales activos. Ciertamente motivos de queja siempre habrá. Ahora tenemos en Asturias el tema de la minería, en Catalunya la deslocalización de las fábricas de automóviles, en Madrid la saturación de la sanidad pública y en Andalucía seguro que también hay algún problema; pero quizás fuera bueno que todos asumiéramos que la solución a nuestros problemas está más cerca que lejos, y que las transferencias "porque sí" se tienen que acabar.

6 comentarios:

Eduardo Rojo dijo...

Hola Rafa, muy interesante tu artículo, al que sólo le pongo una pega: es difícil pensar que pueda darse una solución definitiva al problema, porque las posiciones están muy enfrentadas, o al menos eso es lo que yo creo.

Saludos cordiales.

Rafael Arenas García dijo...

Hola Eduardo, gracias por tu comentario. Las posiciones están muy enfrentadas ahora, desde luego; el consenso necesario no se podrá hasta que no cicatricen heridas y enfrentamientos. Pero no soy del todo pesimista; creo mucho en la capacidad de los partidos para conformar la sociedad. De la misma forma que en los últimos años se ha atizado la crispación por uno y otro lado, también sería posible que, si los partidos más relevantes lo tienen claro, en unos meses o años las aguas se tranquilizaran.
De todas formas, más tarde o más temprano habrá una solución definitiva. Una peonza no puede girar eternamente (excepto en "Origen", la película; pero eso es otra historia). Y esa solución definitiva o será una España federal en la línea que se apunta en el artículo de Juliana (poco probable) o una Península Ibérica balcanizada (más probable). Que la situación actual se perpetue no es posible porque el modelo de la CE del 78 es, precisamente, dinámico (y de ahí su originalidad). Descartada por razones creo que obvias una recentralización del Estado, nos quedan solo estas dos alternativas: federación o separación. Ojalá todos los que tienen responsabilidades aquí, en Madrid (en Ferraz y en Génova), en Sevilla, en Vitoria... lo tuvieran claro. Un abrazo.

julio navarro dijo...

Qué improbable resulta, por desgracia, reinventar una España no castellano-centralista. Son muchos siglos de historia en una dirección cada vez menos aceptable para los no-castellanos.

Lo demuestran los comentarios de personas absolutamente respetables y prestigiosas como, sin ir más lejos, Peces Barba.

"La maté porque era mía" no es un comentario únicamente machista, a no ser que consideremos el nacionalismo español como machista.

Salut

Rafael Arenas García dijo...

Tienes toda la razón Julio. Ya he comentado por ahí que el otro día un sobrino de mi mujer de tan sólo diecisiete años me descubrió esta clave en la que, creo, tú también incides. Cuando le comentaba la creciente cantidad de españoles que desean la independencia de Cataluña me dijo: claro, porque hay muchos españoles que prefieren que se vaya Cataluña a cambiar su idea de España. Este rechazo a una idea de España más compleja plantea problemas, es evidente, para una construcción federal.
Sí, lo más probable es la balcanización; en fin...
Un fuerte abrazo.

Albert dijo...

Hola,
Lo leí. Muy interesante. Una pega: ni una sola referencia a la lengua, lo que resulta, cuando menos, curioso.

El Estado de las Autonomías no se entiende sin saber historia. El creciente independentismo, tampoco. Todo ello ni ha sido casual ni fortuito. No sale de la nada.

Si el federalismo se adopta solo para resolver la financiación de las arcas públicas es que no se ha entendido nada, absolutamente nada.

No hay solución posible salvo que se asuma no solo la complejidad de España, sino su pluralidad (lingüística, cultural, jurídica, administrativa, etc.).

Albert

PD: no tengo nada claro que el modelo de la CE del 78 pueda continuar siendo dinámico. Más bien veo un techo que lleva o a una refundación del Estado o a su desintegración.

Rafael Arenas García dijo...

Hola Albert,
como diría Pujol, el tema de la lengua "no tocaba". No por nada, sino porque el artículo de Juliana que da pie a la entrada se centra en lo económico.
El tema de la lengua sabes que me interesa mucho; pero creo que, una vez asumida la clave federal, se trataría de un tema que, a nivel catalán, se debería resolver en Cataluña. Es decir, sería la propia sociedad catalana la que decidiera cuál o cuáles serían sus lenguas. Evidentemente, aún quedaría el tema del tratamiento de las lenguas a nivel federal; esto es, igualdad entre todas las lenguas españolas, preferencia del castellano o monopolio del castellano. Hay tenemos un debate interesante; pero no creo que tuviera que alterar el resultado final. Si tenemos una estructura federal en lo económico y las competencias necesarias para que en Cataluña la política lingüística sea la que se quiera ¿nos negaríamos a un acuerdo porque a nivel federal no se reconociese la igualdad del catalán con el castellano?
Si se analizar y presentara con rigor la Historia ninguna nación resistiría tal escrutinio. Todas las naciones se construyen sobre mitos, es claro. En la batalla de San Quintín (la que dio origen a El Escorial) no participaron tropas españolas, España no surge con los Reyes Católicos, y tras 1714 los catalanes aún participaron en empresas comunes con el resto de los españoles (la Guerra de la Independencia, que aquí se llama "Guerra del Francés" o las Cortes de Cádiz). A mi me gustaría que miráramos más al futuro que a un pasado que es más evocación y mitificación que auténtica explicación de las cosas. La Cataluña actual debe casi tanto a los últimos cincuenta años como a los quinientos anteriores. Y eso pasa con todos los pueblos, naciones y Estados. Mira el mapa de Europa en 1914. Nada que ver con el actual; Alemania es irreconocible, al igual que Austria y los Balcanes. Todo puede cambiar en muy poco tiempo, y entonces la evocación de la Historia nos parecerá poco menos que una broma.
Hoy si que nos estamos poniendo trascendentes. Tenemos que seguir por teléfono. Gracias por tu comentario y un abrazo.