El PSE ha llegado a un acuerdo con el PNV que, entre otras cosas, plantea la aprobación de un nuevo Estatuto de Autonomía para el País Vasco en el plazo de ocho meses. Leo el texto y no salgo de mi sorpresa. Entre las cuestiones que deberá estudiar la Ponencia de Autogobierno están:
- El reconocimiento del País Vasco como Nación.
- El reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco.
- La reforma de la Constitución.
A la vez este acuerdo hace un llamamiento a la búsqueda del consenso y del acuerdo.
Estoy estupefacto. Y lo estoy tanto por el procedimiento como por el contenido.
Comencemos por el contenido: en principio el partido socialista pretende tener un proyecto para toda España, supongo que ese proyecto no será la desmembración del Estado a partir del reconocimiento de la soberanía de cada una de las Comunidades Autónomas, que es a lo que conduciría el reconocimiento del derecho a decidir del pueblo vasco; objetivo que no solamente figura en el acuerdo entre el PNV y el PSE, sino que ya se recoge en las intervenciones de los representantes de este último partido, tal como tuve ocasión de comprobar en San Sebastián el viernes pasado (aquí y aquí).
Deberían saber los socialistas que ese derecho a decidir no puede reconocerse más que si nos encontramos ante un sujeto político con capacidad para pronunciarse sobre su configuración jurídica; esto es ante un sujeto soberano. Si el País Vasco alcanza esta condición dejará de tenerla el conjunto de los españoles, lo que supondría una alteración esencial de nuestro sistema político, claramente incompatible con la Constitución de 1978 en su redacción actual.
En nuestra democracia no es ilegal el plantear un proyecto político que suponga la destrucción de la soberanía nacional; pero ¿es esto lo que pretende el Partido Socialista? Sabemos que es el objetivo de los partidos nacionalistas, tanto en el País Vasco como en Cataluña y en otras Comunidades Autónomas; pero ¿lo es también de los socialistas? Y si no lo es ¿por qué concluyen un pacto que les obligará a poner en cuestión este elemento esencial de nuestro marco de convivencia actual?
Así pues, me parece incomprensible que desde el socialismo se haya concluido un pacto con este contenido. Las cosas esenciales han de estar más allá de la negociación partidista para conseguir ésta o aquella silla, y es de esperar que los socialistas tengan claro que la soberanía nacional reside en el conjunto de los españoles y que una parte de estos no pueden decidir la destrucción de nuestra comunidad política.
Pero no solamente el contenido del pacto me parece escandaloso, sino también el procedimiento que dibuja.
Estamos hablando de la reforma del Estatuto de Autonomía. Como es sabido, los Estatutos de Autonomía se integran en el "bloque de constitucionalidad", pues complementan lo que establece la Constitución y son esenciales para un elemento básico de nuestra arquitectura institucional: el reparto de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas. La reforma de estas normas ha de aprobarse en la Comunidad Autónoma de que se trate, pero también en las Cortes españolas. Esto es, no puede producirse la reforma del Estatuto si no es aprobado en el Congreso de los Diputados, aprobación que, además, ha de darse por una mayoría absoluta de diputados.
¿Con qué mayoría cuentan el PSE y el PNV para aprobar esta reforma del Estatuto en las Cortes españolas? Dadas las bases sobre las que se asienta es descabellado pensar que contaría con el apoyo del PP o de C's ¿pretenden sacarla adelante con los votos de Podemos y del resto de partidos nacionalistas (ERC, Bildu, PDC, etc.)? ¿Pretenden, de nuevo, aprobar una reforma estatutaria con tintes de nuevo pacto constitucional de espaldas al PP y a C's, un total de 11 millones de votos?
Me temo que ese es el propósito. Inspirándose en el ejemplo del proceso catalán, crear la expectativa de una reforma que será de difícil aprobación, pero que tensionará la política en torno al pretendido derecho a decidir. Con suerte creará un agravio que podría acabar resolviéndose en una Sentencia del Tribunal Constitucional que terminaría siendo utilizada como arma arrojadiza contra nuestro Estado de Derecho. Por desgracia todo parece indicar que éste es el propósito, un propósito que encaja perfectamente en la estrategia del PNV y, en general, de los partidos nacionalistas; pero que debería estar en las antípodas de lo que se esperaría de un partido como el socialista.
Sin convicción para hacer frente al secesionismo, sin capacidad para defender el proyecto común español y el marco de convivencia que surgió de la Constitución de 1978, el Partido Socialista parece un juguete en manos de los independentistas, que saben perfectamente cómo atraerlo a los planteamientos que acabarán profundizando en la quiebra de nuestro Estado de Derecho.
Se me dirá que el pacto firmado por el PNV en múltiples ocasiones hace referencia al necesario respeto al marco legal vigente; pero permítanme que sea escéptico con esas referencias retóricas: es evidente que varios elementos del mencionado pacto, empezando por el derecho a decidir no encajan en nuestro marco constitucional actual y que la reforma de la Constitución exigiría mayorías que van mucho más allá de las que en el más optimista de los escenarios podrían conseguir PNV y PSE.
No aprendemos de los errores... o a lo mejor sí.