Hace muchos años, en la época de la "Guerra Fría" circulaba el siguiente chiste:
Un día resucitan a la vez Alejandro Magno, Julio César y Napoleón. No se sabe qué hacer con estos personajes históricos y lo único que se les ocurre a los dignatarios mundiales es cursar invitaciones para que los tres líderes del pasado les visiten.
El primer país de la gira es la Unión Soviética y allí los jerarcas comunistas piensan que lo mejor es ofrecerles un desfile militar en la Plaza Roja.
Situados en puesto de honor Alejandro, Julio César y Napoleón contemplan las tropas. En un momento dado, al ver pasar los tanques, Alejandro exclama: "¡Con unos carros como esos hubiera conquistado toda la India en unas semanas!". Cuando llegan los misiles Julio César comenta: "Si hubiera dispuesto de flechas como éstas hubiera conquistado la Galia sin haber perdido un solo hombre".
Mientras tanto Napoleón se había retirado y hojeaba "Pravda", el periódico oficial del partido comunista, y musita: "Si yo hubiera tenido este periódico nadie se hubiera enterado de lo de Waterloo".
Hasta aquí la historia de humor que nos habla de algo que he oído muchas veces en los últimos años: "la percepción de la realidad es la realidad misma", y por eso la importancia de la prensa (escrita, en la radio, en televisión, en internet) con el fin de tener una sociedad libre. La prensa ha de intentar ser rigurosa y ecuánime; pero si opta por dar un sesgo a su visión de la realidad al final lo que realmente haya ocurrido puede acabar teniendo muy poca importancia.
Digo esto porque hoy he leído un artículo de La Vanguardia que me ha recordado la historia sobre Napoleón, César y Alejandro. La tesis del artículo es que las universidades han intentado no posicionar al sistema universitario en el conflicto planteado por el desafío secesionista. En concreto el texto dice que: "los grandes campus catalanes han tratado de mantener la neutralidad institucional" y que "Este intento por no posicionar el sistema universitario, esta "prudencia", en palabras de la rectora de la UAB, Margarita Arboix, ha llevado aparejada cierta "inactividad" en un momento de excepcionalidad, reconoce la rectora". Y se añade: "Para ello, argumentan tanto Arboix como Pons, es necesario mantener esta posición de neutralidad institucional".
En primer lugar, sorprende que se pretenda que es positivo mantener la neutralidad ante un golpe de Estado. Entre, por una parte, la derogación de la Constitución por la vía de hecho, la pulverización de los derechos de las minorías en el Parlamento de Cataluña, el intento de secesión ilegal y la utilización de la administración al margen de la ley; y por otra parte, la defensa del Estado de Derecho, de la Constitución y del respeto a la ley y a las sentencias judiciales. La neutralidad entre quienes han pretendido destruir nuestro marco de convivencia y quienes lo han defendido no es sabiduría, sino grandísima necedad, podríamos decir remedando el estilo del Cervantes vetado recientemente por los sicarios del independentismo.
Pero es que, además, esta pretendida neutralidad es más falsa que un billete de cuatro euros. Por ejemplo:
Esta es la página web de la Universidad de Girona. Fíjense en la neutralidad: la afirmación de que los detenidos son "presos políticos", y no personas acusadas de delitos graves que en cualquier país son penados con severidad. La petición de libertad que o bien es una presión a los jueces o bien una crítica a los mismos. En cualquier caso, una afirmación que ofende a una parte importante de la sociedad catalana, que se vio amenazada por la actuación de quienes robaron nuestros datos personales y nos advertían que nos privarían de nuestra Constitución y nos separarían del resto de nuestro país.
¿Neutralidad?
Pero es que basta leer el artículo para darse cuenta de la falsedad de la afirmación. En la pieza ¿periodística? se afirma que las Universidades catalanas se posicionaron a favor del 9-N (pese a su carácter ilegal) y que emitieron comunicados en contra del encarcelamiento de los políticos independentistas. A esto aún podríamos sumar la adhesión a la "parada de país" del 3 de octubre y otros comunicados (recuerdo uno en mi Universidad, la UAB, del día 20 de septiembre, coincidiendo con el registro de la sede del Departamento de Economía de la Generalitat, realmente inoportuno).
¿Es esto neutralidad? Pero, además, es que no recuerdo ningún comunicado en relación al golpe a las instituciones perpetrado por los nacionalistas los días 6 y 7 de septiembre, ni tampoco en relación a las declaraciones de independencia de los días 10 y 27 de octubre. Aquí, parece que para ser neutral basta con afirmarlo, aunque todos los posicionamientos públicos hayan ido orientados al apoyo de las tesis nacionalistas y ninguno se haya hecho en favor de la Constitución, del Estado de Derecho y de la garantía de los derechos de los ciudadanos.
Porque es que, además, aquí se han afectado a derechos de ciudadanos concretos, y las Universidades no han sido ajenos a ello. Ahora mismo se está ventilando un proceso por vulneración de derechos fundamentales que tiene su origen en la demanda planteada por unos estudiantes de la UAB, integrantes del colectivo Joves SCC-UAB, que habían sido excluidos del colectivo de estudiantes de la Universidad, y eso tras haber padecido el acoso por parte de colectivos independentistas, los mismos que pueden decorar con sus símbolos las paredes de la Universidad.
No son meras palabras. A continuación las pruebas de los ataques sufridos y de la forma en que lo difundían en redes asociaciones de estudiantes independentistas:
En este contexto, que el artículo de La Vanguardia indique que se ha tratado de mantener un difícil juego de equilibrios para evitar "una fractura interna" más parece un ejercicio de cinismo que otra cosa.
Y el problema quizás sea que algunos piensan realmente que el no condenar los ataques a grupos "unionistas" como Joves SCC-UAB y el "limitarse" a colocar lazos amarillos en la página web de la Universidad, convocar al "paro de país" o llamar a convocatorias para protestar contra la represión policial, con motivo de registros judiciales ordenados para investigar la comisión de delitos como rebelión, sedición, desobediencia o malversación de caudales públicos es realmente mantener la neutralidad; porque el nacionalismo ha ocupado tanto espacio en Cataluña que para muchos es simplemente inimaginable oponérsele frontalmente, y contemporizar con él es ya un ejercicio de "neutralidad", aunque sea a costa de apoyar a quienes intentan destruir el Estado de Derecho o limitan la libertad de expresión de quienes sí se oponen la nacionalismo.
Necesitamos voces que con claridad y convicción llamen a las cosas por su nombre. Nos sobran "Pravdas" en Cataluña.