Perdóneseme la autocomplacencia; pero de una de las entradas de este blog de las que estoy más satisfecho es de la titulada
España sí se rompe, publicada hace ya dos años y medio. Mi tesis era la de que vivíamos un proceso estructural de descomposición del Estado que no tenía marcha atrás. Entonces todavía se consideraba esta afirmación como una mera exageración interesada de la Derecha (así, con mayúscula) falta de rigor y propia de alarmistas con escaso conocimiento de la realidad.
Dos años y medio después, y, al menos, desde Cataluña no creo que pueda negarse seriamente que la independencia de Cataluña está mucho más cerca de lo que pensaba la mayoría entonces, hace tan sólo algo más de dos años. Tras las convulsiones de los últimos meses un apretado resumen sería que en relación a este tema la posición del PSC es bastante parecida a la que tenía CiU hace diez años; CiU tiene una posición cercana a la de ERC de hace unos lustros, y ERC está en la fase de poner fecha a la independencia (ya se habla del 2014), acuciada por los grupos que están naciendo y que reclaman ya, directamente, que el Parlamenteo de Catalunya realice una declaración unilateral de independencia estilo Kosovo. En este contexto, la llamada del presidente Montilla a la participación en unas elecciones que, en sus palabras, decidirán el futuro de Catalunya durante al menos una generación, son perfectamente coherentes.
Ciertamente, cuando hablas con unos y con otros y les planteas el tema de la independencia todavía hay quien esbozan una sonrisa escéptica: "eso es imposible", "no sueñes", "eso son ganas de crear crispación", etc. Muchos, en cambio, no se toman el asunto en broma y no descartan que se puedan dar pasos decisivos hacia la independencia en los próximos años o, incluso, en los próximos meses.
Y es que en todo este follón habría que diferenciar varios aspectos: en primer lugar, está el análisis las ventajas e inconvenientes de la independencia desde la perspectiva española y catalana. Será algo en lo que no me detendré ahora. En segundo término, sería preciso estudiar el procedimiento de consecución de la independencia y, finalmente, en tercer lugar, creo que podría ser sano debatir sobre la forma en la que el debate está afectando a Cataluña y a España.
Sobre el primer aspecto ya empiezan a existir análisis; aun insuficientes teniendo en cuenta la transcendencia de la operación; pero, como decía, no me voy a detener en ello. Prefiero ocuparme mínimamente del segundo aspecto, el procedimiento, entre otras cosas porque creo que se le dedica una atención bastante insuficiente. Quizás esta insuficiencia se deba, al menos en parte, a la calculada ambigüedad de algunos independentistas, que parecen querer llegar a la culminación del proceso "como si no hubiera pasado nada". No deja de sorprenderme de que, en ocasiones, basta plantear como hipótesis los problemas que supone el proceso de independencia para ser mirado con animadversión, como si uno fuera un aguafiestas o, peor aún, un fascista, que es el término comodín que se emplea para todos aquellos que no comparten el ideario nacionalista independentista.
Sea por las razones que fuere, es necesario reflexionar sobre las vías por las que podría conseguirse la independencia de Cataluña. No estamos hablando de un tema menor, sino de un cambio en Europa Occidental de gran calado y, por tanto, no es indiferente la forma en que se haga. En este punto existen varias posibilidades.
La menos traumática sería un acuerdo pleno entre España, el resto de países de la UE y Cataluña. Solamente de esta forma podría darse que Cataluña tras su independencia ingresara inmediatamente en la UE. Si previamente a la independencia se negocian las modificaciones precisas en los Tratados Constitutivos de la UE para adaptarlos a la incorporación de Cataluña sería posible que el mismo día en que Cataluña se constituyese en Estado pasase a ser miembro de la UE. No sé si algunas de las propuestas que se hacen sobre el procedimiento de independencia son conscientes de esto. Todos parecen asumir que la Cataluña independiente formaría parte de la UE automáticamente y no se menciona que esto solamente sería posible si existe un previo acuerdo sobre este punto entre Cataluña y todos los Estados miembros actuales de la UE, España incluida, claro.
Es decir, mi planteamiento es que una declaración unilateral de independencia plantea serios problemas; y es por ello que no deja de asustarme que ya se haya propuesto que el Parlamento de Catalunya realice dicha declaración una vez que su composición lo permita. Este escenario, una declaración unilateral de independencia sin el acuerdo previo con los Estados miembros de la UE (incluida España, repito) sería enormemente peligrosa. Para ello no tenemos más que visualizar qué sucedería al día siguiente de dicha declaración.
Imaginémonos, es un suponer, que, pongamos por caso, el 12 de septiembre de 2011 el Parlamento de Cataluña declara unilateralmente la independencia. Yo me imagino que al día siguiente (13 de septiembre, martes) los mercados internacionales no iban a reaccionar de una manera muy favorable. Estos mercados tan sensibles, a los que un mero rumor sobre un crecimiento insuficiente del PIB de algún país hace tambalear ¿cómo reaccionarían ante una hipotética reducción en un 25% del PIB de la octava (o novena o décima, qué mas da) economía del Mundo? ¿Sería fácil colocar deuda española en caso de necesidad? ¿Se inundarían los mercados financieros internacionales con la deuda española de la que todos querrían desprenderse? Me imagino que la crisis a la que se enfrentaría España dejaría chiquita esta última que nos ha obligado a reducir en un 5% el sueldo de los funcionarios y a congelar las pensiones.
Las consecuencias no serían malas únicamente para España sino también para Cataluña porque, declarada la independencia ¿de qué fondos se surtiría la Generalitat y los Ayuntamientos catalanes (al menos los Ayuntamientos que no declararan su voluntad de seguir siendo parte de España; que este sería otro tema)? Si se quiere mantener el euro como moneda está claro que no se puede recurrir a la máquina de imprimir para crear dinero para el nuevo Estado. Si, por el contrario, se pretende sustituir el euro por una moneda propia ¿qué consecuencias tendría ese cambio para la economía catalana? Si se pretende recurrir a la emisión de deuda ¿cómo reaccionarían los mercados? ¿Nos enfrentaríamos, tras la quiebra del Estados español, a la quiebra también de las finanzas catalanas?
En este punto es bueno recordar que Cataluña no es Kosovo. El PIB catalán es del orden de cincuenta veces el de Kosovo, cinco veces el de Lituania, un 50% más que el de Escocia o un 25% más que el de Ucrania; por ejemplo. Y esto que pudiera parecer bueno es, en realidad, un problema en el momento inicial, puesto que es mucho más costoso para una potencia que tutele la independencia asumir ésta. Sostener económicamente a Kosovo está probablmente al alcance de, al menos, media docena de países en el Mundo, garantizar la emisión de deuda pública necesaria para Cataluña supone un esfuerzo significativo para cualquier país (Estados Unidos incluido) y es, probablemente, inasumible por cualquier potencia europea.
Así pues, una declaración unilateral de independencia no pactada previamente con los países integrantes de la UE implicaría, bastante probablemente, un serio temblor en los mercados financieros internacionales que colocaría en una muy mala posición a España y también a Cataluña; pero, probablemente, las consecuencias irían más allá. En los últimos meses hemos visto como la crisis griega puso en serio peligro al euro ¿podría la moneda única soportar la tensión que se derivaría de la crisis ibérica que, tal como hemos visto, seguiría casi inevitablemente a una declaración unilateral de independencia? En caso de que se activara el fondo de rescate del euro ¿dicho fondo beneficiaría únicamente a España o también a Cataluña? Creo que pocas dudas hay sobre la imposibilidad de que Cataluña accediera a dicho fondo de rescate. A partir de ahí ¿cuál sería la situación de Cataluña en las semanas y meses posteriores a la declaración de independencia? ¿cuál sería la situación de un país que carecería de recursos financieros y monetarios? Es obvio que si no se tiene un padrino poderoso que sostenga en esos primeros momentos a Cataluña la independencia implicaría serios trastornos para la vida diaria de los catalanes.
Así pues, una declaración de independencia unilateral, no pactada con España y el resto de países miembros de la UE, supondría, seguramente, serios trastornos en la economía catalana, española y europea. ¿Compensarían? Probablemente algunos piensen que sí compensan. Al fin y al cabo no son pocos los catalanes que se sienten incómodos en España, ninguneados y tratados como ciudadanos de segunda. Cuando los sentimientos entran en juego puede asumirse un daño al bolsillo, sobre todo si se piensa que se trata de una situación coyuntural que se resolvería una vez que Cataluña fuera reconocida internacionalmente, se reorganizase su sistema monetario e, idealmente, fuese admitida como Estado miembro de la UE. Lo que no es de recibo es que se plantee una declaración unilateral de independencia como si fuese una cuestión retórica o un experimento inocuo. Es un tema muy serio y como tal ha de ser tratado.
Sería exigible, por tanto, mucha claridad en los políticos independentistas y planes claros para eventualidades como las que aquí describo. Por desgracia no percibo ni una ni los otros. Me temo (y espero sinceramente equivocarme) que en unos meses o años se producirá esa declaración unilateral de independencia y entonces lamentaré profundamente haber acertado en mis pronósticos.