Ayer Cs visitó Amur, en Gerona. Aquí encontrarán un vídeo donde se recoge parte la visita y de las declaraciones que hizo Inés Arrimadas. Recomiendo su consulta.
En este otro vídeo se encuentran las declaraciones de Arrimadas
Que un líder político y un partido se encuentren con la hostilidad que puede apreciarse en el vídeo cuyo enlace comparto al principio de esta entrada debería preocuparnos a todos. En vez de eso, sin embargo, habrá seguramente quien se refiera al acto de Cs como "provocación"; al igual que ya ha sucedido en otras ocasiones y como ha pasado con otros actos de constitucionalistas (por ejemplo, los de Joves de SCC en la UAB).
Cabría preguntarse qué han hecho Cs y los constitucionalistas para sufrir este boicot; pero dejaremos esa cuestión para más adelante. Ahora fijémonos en otra cosa, y es que aunque resulta extraordinariamente preocupante la hostilidad hacia los constitucionalistas; es aún más grave -y preocupante- la reacción que se concreta en pretender que actos como el de Cs en Amur son una provocación y que lo mejor sería no realizarlos.
¿Por qué es más grave lo segundo que lo primero?
Adelantaré la conclusión: porque indica que ya no somos plenamente una democracia, porque hay partidos y personas que han interiorizado que en Cataluña vivimos en un régimen nacionalista y que lo más sensato y prudente es no enfrentarse a él. Personas que están dispuestas a sacrificar los derechos de los demás por mantener "la paz social". ¿Les suena? Sí, es tan repugnante como parece.
Pero para comprobarlo debemos abandonar por un momento las emociones e ir a los datos.
Hay un informe que recomiendo, elaborado por Societat Civil Catalana en mayo de 2015. Se titula "Catalanes, secesionismo y participación electoral: una mirada a datos de registro electoral de municipios de Cataluña". Puede consultarse aquí.
La conclusión más relevante del estudio es que hay dos Cataluñas: una Cataluña, mayoritariamente no nacionalista, que se concentra en el área metropolitana, donde se ubica el 75% de la población en un 25% de los municipios y otra Cataluña, formada por pueblos más pequeños en el que se ubica el 25% de la población, pero distribuida en un número grande de municipios. Esa otra Cataluña reúne un 75% de los municipios de toda la Comunidad Autónoma, pese a que, como hemos visto, tan solo viven en ella 1 de cada 4 catalanes y es lo que podríamos denominar "Cataluña. nacionalista", lo que a veces se designa también como "Cataluña interior" o, incluso, "Cataluña profunda".
Esta segunda Cataluña es la Cataluña de Amer, de Vic, de Osona o de Berga; de esos lugares en los que algunos asumen que el constitucionalismo está de más. Esos sitios en los que "todo el mundo" es nacionalista.
¿Todo el mundo?
Cuando se visitan esos pueblos esa puede ser la impresión. El espacio público está ocupado por símbolos nacionalistas, incluidos ayuntamientos y otros edificios que deberían ser de todos. Las fiestas populares son colonizadas por los activistas separatistas y hasta se utiliza la megafonía municipal para llamar a la independencia.
En muchos de estos municipios, además, no hay más representación política que la de los nacionalistas. Partidos como Cs (primer partido en Cataluña tras las últimas elecciones autonómicas), PP o PSC ni siquiera presentan listas electorales en las elecciones locales.
¿Es que no hay constitucionalistas en estos sitios? Sí que los hay, como podemos comprobar por los resultados de las elecciones generales, autonómicas o europeas, aquellas en quienes viven en esos municipios y no comparten los planteamientos nacionalistas tienen la opción de votar las opciones políticas que les identifican. Veamos, por ejemplo, los resultados en Berga de las últimas elecciones autonómicas:
Como puede verse, en esas elecciones la suma de los votos de C's y PP supuso más del 12% de los emitidos. En cambio en las elecciones municipales el escenario es éste:
Ninguna candidatura de Cs ni del PP. El PSC se presentó con el nombre de CP (Candidatura de Progrés) y obtuvo algo más de un 7% de los votos. En otros municipios de Cataluña ni siquiera existe candidatura del PSC, aunque sea disimulando las siglas.
De esta manera, el constitucionalismo se invisibiliza en una parte de Cataluña, y no porque no haya quienes se oponen a la secesión, sino porque los nacionalistas han creado las condiciones necesarias para que resulte cuando menos incómodo manifestar que no se comparte la ideología nacionalista.
El estudio de SCC que mencionaba antes aporta un dato muy relevante en este sentido: analiza los resultados de la consulta del 9-N y concluye que ni siquiera en aquellas partes de Cataluña en las que el nacionalismo es hegemónico deja de haber un número significativo de personas que se oponen a la secesión.
La nube de puntos que cruza el gráfico descendiendo de izquierda a derecha indica el porcentaje de Sí-Sí (a favor de la independencia) en cada municipio. Se aprecia como en los municipios más pequeños el porcentaje de personas a favor de la independencia es mayor que en los grandes municipios (los que se sitúan a la derecha del gráfico); pero incluso en esa Cataluña nacionalista, la que parece homogénea y uniforme existen constitucionalistas que, sin embargo, no dejan oír su voz y que tan solo pueden expresarse depositando una papeleta en algunas -no en todas- las convocatorias electorales. Existe una Cataluña en la que el nacionalismo es mayoritario; pero en el que existen también no nacionalistas que, sin embargo, permanecen en silencio.
[Este cuadro está también extraído del informe de SCC y muestra, entre otras cosas, el porcentaje de voto en las "dos Cataluñas". En. la Cataluña del 25% el voto a los nacionalistas es mayoritario (51%), pero el porcentaje de personas que no votan a partidos nacionalistas sigue siendo alto, como puede comprobarse]
El silencio de los catalanes constitucionalistas en la Cataluña interior me parece muy grave porque indica un déficit democrático que debería preocuparnos. En vez de eso, sin embargo, para muchos (partidos, medios, intelectuales, opinadores) este oscurecimiento del constitucionalismo en esos municipios "forma parte del paisaje", y no se dan cuenta -o no quieren darse cuenta- de que esa ausencia es la que explica también, por ejemplo, el acoso a quienes piden el respeto a sus derechos; así a las familias que reclaman una presencia mínima de castellano en la educación.
Para el régimen nacionalista este silencio es, sin embargo, importante. Si no se debate sobre los temas que no interesan al nacionalismo, si no se visibiliza la existencia de una parte de la sociedad catalana que se opone a sus planteamientos, si no se traslada la imagen de división dentro de los catalanes ellos, los nacionalistas, seguirán pretendiendo ser la voz de todos los catalanes ante el Gobierno español y en el extranjero. Seguirán intentando presentar su caso como el de la opresión a un pueblo, el catalán, que se opone frontalmente a su permanencia en España.
Además la imagen aplastante de hegemonía disuadirá por sí misma a los disidentes. Es humana la tendencia a seguir lo que se piensa que es la opinión generalizada. Cuanto más se transmita que existe un pensamiento ampliamente aceptado y frente al que no caben discrepancias más difícil será que surjan éstas.
Como puede verse, técnicas totalitarias de manual.
Y frente a esto algunos, que no son nacionalistas, en vez de apoyar a los constitucionalistas y denunciar el acoso que sufren en Cataluña dicen que "provocamos".
Miserables y estúpidos.
Estúpidos porque no se dan cuenta (o no se quieren dar cuenta) de lo que aquí explico, de que lo que estamos viviendo con el silenciamiento sistemático de las voces discrepantes en Cataluña es una técnica totalitaria que debería repugnar a cualquier demócrata.
Y miserables porque carecen de la mínima dignidad que ha de tenerse en la vida pública para defender los derechos de otros cuando son atacados. Cuando los jóvenes de SCC o ahora de S'Ha Acabat realizan un acto y son boicoteados o insultados, cuando Cs acude a Amer o a Vic y su acto es prohibido, cuando se niega a las familias la presencia mínima de castellano en la educación o se cuelgan símbolos partidistas en los edificios públicos se están vulnerando derechos, y ante esto cualquier demócrata debería reaccionar como un resorte, sin importar quién los vulnera o quiénes son los que ven sus derechos quebrantados; ante la restricción de derechos un demócrata solamente puede colocarse al lado de quien sufre esa limitación y denunciar a quien la provoca.
Un demócrata, claro.
Supongo que ahora ya estará clara la respuesta a la pregunta que planteaba al principio ¿qué ha hecho Cs o los constitucionalistas para merecer ese boicot permanente? Simplemente existir y no callar, no aceptar la sumisión nacionalista que pretende que todos asuman que los nacionalistas son ciudadanos de primera en Cataluña y que los derechos de los demás están condicionados a lo que ellos decidan.
Porque hablar, disentir y mostrar que no se renunciará al Estado de Derecho y a los derechos que de él se derivan es, efectivamente, una provocación para quienes sueñan con una sociedad homogénea bajo el nacionalismo: un pueblo, una lengua, un país, un Estado. Y luego la unión con el resto de Países Catalanes.
¿Les suena?
Eso es lo que hay, y ante eso solamente existe una posición digna: dar voz a quienes no la tienen, defender los derechos de todos y reivindicar la democracia. Reivindicarla frente a quienes la boicotean y también frente a quienes pretenden que defenderla es "provocar".