No me puedo quitar de la cabeza este vídeo:
Es un vídeo realizado en una escuela concertada catalana por alumnos de 6º de Primaria (11-12 años) en el marco de la asignatura de inglés, según consta en diversas informaciones (aquí y aquí).
La escuela no solamente es el lugar en el que se aprende a leer, a escribir y a sumar; sino que es también un espacio donde se adquieren valores y principios. Valores y principios éticos que nos ayudan a convivir en sociedad; en cualquier sociedad; pero también los valores y principios específicos de la comunidad política en la que crece el niño. No es ningún secreto que la escuela es un instrumento de un enorme poder en la configuración de personalidades maleables como son las de los menores y no es casual, por tanto, que en todas (o casi todas) las sociedades se de una importancia fundamental al sistema educativo.
El Derecho español, como no podía ser de otra manera, recoge esta idea en el artículo 1 de la Ley Orgánica de Educación, donde se indica que:
"El sistema educativo español, configurado de acuerdo con los valores de la Constitución y asentado en el respeto a los derechos y libertades reconocidos en ella, se inspira en los siguientes principios:
(...)
c) La transmisión y puesta en práctica de valores que favorezcan la libertad personal, la responsabilidad, la ciudadanía democrática, la solidaridad, la tolerancia, la igualdad, el respeto y la justicia, así como que ayuden a superar cualquier tipo de discriminación".
"valores de la Constitución", derechos y libertades reconocidos en la Constitución, "ciudadanía democrática", "justicia". No son términos que nos inventemos, sino obligaciones concretas a que ha de atenerse el sistema educativo. La escuela ha de transmitir los valores comunes de la sociedad y no puede convertirse en instrumento para el adoctrinamiento en opciones partidarias.
La independencia de Cataluña es un objetivo político que los ciudadanos (ojo, los ciudadanos, no las instituciones públicas) pueden proponer, defender e impulsar; pero no es un valor común sino una opción partidista y como tal opción partidista no puede ser apoyada desde el sistema educativo.
Poner la escuela al servicio de una opción partidista es completamente inadmisible, gravísimo, y no solo porque implica la vulneración de los principios estructurales que han de inspirar necesariamente el sistema educativo; sino por lo que supone de perjuicio para los niños y las familias.
Con cierta frecuencia vengo oyendo desde hace tiempo que el Gobierno español hace bien en no responder a las provocaciones de la Generalitat, que desde hace meses vulnera sistemáticamente el principio de lealtad institucional, supera con creces su ámbito competencial (especialmente al actuar como un sujeto soberano en el ámbito internacional con capacidad de relación directa con otros Estados y organizaciones internacionales) y perjudica los intereses generales de España (al crear una situación de tensión con proyección exterior que obliga a reaccionar al Ministerio de Asuntos Exteriores y a nuestros servicios diplomáticos). Se dice que el Gobierno hace bien porque de esta forma se evitará alentar el victimismo y se reducirá la tensión social. Seguramente es cierto; pero a la vez, no podemos olvidar que ya no se trata de evitar lo que puede pasar, sino lo que ya está pasando. Cuando se toca el tema de la educación y de la escuela ya hemos llegado al hueso de la tolerancia democrática.
El vídeo muestra una actividad escolar. No sé si obligatoria o voluntaria; pero que en cualquier caso habrá situado a cada niño ante la necesidad de preguntarse por su opción en relación al tema de la independencia de Cataluña (la opción del niño que, en realidad, será la opción de su entorno familiar). ¿Cómo podemos tolerar que los menores, niños de 11 o 12 años deban pronunciarse en su entorno escolar sobre sus opciones políticas? Más grave aún ¿cómo podemos permitir que niños de 11 o 12 años sean reclutados en su entorno escolar para formar parte de un vídeo de propaganda independentista?
Es grave lo que ha pasado; pero me parece más grave que no se reaccione. Esto es una línea roja y ningún cálculo político justifica que las autoridades autonómicas y estatales hagan dejación de sus funciones y permitan que los niños puedan ser utilizados políticamente de una forma tan nauseabunda.
La reacción, sea la que sea, ya llegará demasiado tarde para muchos niños catalanes.