Por indicación de Francesca Puigpelat leo "La gran búsqueda: una historia de la economía", de Sylvia Nasar y mucho antes de acabarlo no resisto la tentación de escribir una entrada sobre unos datos que me han sorprendido profundamente.
Estoy en la parte en la que se analiza el pensamiento de Alfred Marshall, el economista británico de la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX. Me sorprendió relativamente una presentación hasta cierto punto positiva de las condiciones laborales y de salarios de los obreros ingleses de mediados del siglo XIX. Digo relativamente porque tengo reciente la lectura de "Los Miserables" de Victor Hugo, donde se muestra con bastante claridad que el obrero industrial era, en aquella época una persona con mejores condiciones salariales y substanciales ventajas sobre los campesinos y, sobre todo, sobre quienes pululaban en las ciudades sin haber obtenido un empleo y debían dedicarse a múltiples trabajos ocasionales fuera de las industrias (al trapicheo podríamos decir). Frente a la imagen de explotación inmisericorde que nos han transmitido las novelas de Dickens o, más bien, las películas y musicales que se han hecho sobre tales novelas, Marshall nos habla de obreros que ganan suficiente como para poder ahorrar y cuyos salarios aumentan al mejorar la productividad; nos habla de fábricas en la que los trabajadores se implican en el perfeccionamiento de los productos y que cuentan con la posibilidad de ascender dentro de la empresa, lo que incrementa sus emolumentos. También nos habla de cómo los trabajadores con más preparación obtienen empleos de más calidad, con lo que la conclusión de Marshall es la de que una mejora en la educación supondrá un aumento también en los salarios.
Estas observaciones, con ser interesantes, no son las que me han decidido a escribir esta entrada, sino los datos que se aportan sobre participación de los salarios en la renta nacional (una de mis obsesiones). En el libro se indica que la renta anual en Inglaterra era en aquella época de 900 millones de libras, de los que 400 millones de libras correspondían a los salarios de los trabajadores manuales y gran parte del resto de los 500 millones eran las retribuciones de militares, profesionales, administrativos, etc. El dato me impresionó porque indica que en Inglaterra en 1870 el porcentaje de las rentas del trabajo sobre la renta nacional era superior al 50% (probablmente, de acuerdo con estos datos, muy superior al 50%). Choca este dato con la situación actual en España, en la que las rentas del trabajo son tan solo un 45,8% del PIB. ¿No sorprende que la proporción de las rentas del trabajo en el conjunto de la economía sea muy inferior en la España de 2012 a la que era en la Inglaterra del XIX?
El dato creo que es espeluznante, pero es todavía más espectacular la comparación entre la participación en la renta nacional de los salarios más bajos en la Inglaterra victoriana y en la actualidad. Marshall indica, como acabamos de ver, que los salarios de los trabajadores manuales suponían 400 millones de libras anuales en una renta anual de 900 millones de libras. Esto es, los salarios de los trabajadores que menos cobraban suponían un 44,4% de la renta nacional; prácticamente lo mismo que supone el conjunto de los salarios en el PIB español actual. Ahora bien, en el caso español (como pasaba en la Inglaterra de entonces) los salarios no están igulamente repartidos. Estos 400 millones de libras corresponden a los salarios de los obreros peor remunerados; lo que podría ser el equivalente a los mileuristas actuales. Es interesante comparar, por tanto, qué supone en el conjunto de la economía nacional española actual el salario de los trabajadores que se colocan en la base de la pirámide salarial. En el año 2011 unos ocho millones de trabajadores cobraban en España menos de 1000 euros al mes; más del 60% del total de los trabajadores. Si sumamos los salarios de quienes cobran hasta 15.508 euros de salario (aquellos cuya remuneración bruta se sitúa ligeramente por encima de mil euros al mes) el resultado es de 85.000 millones de euros (pueden comprobarse los datos en este enlace); es decir, un 8,5% del PIB. Si consideramos todos los salarios hasta llegar al salario medio en 2011 (19.000 euros) llegaríamos a los 125.000 millone de euros, un 12,5% del PIB español. Menos de un tercio de lo que suponía la participación en la riqueza nacional de los salarios de los trabajadores manuales ingleses de 1870.
Advierto que estos números están hechos de prisa y corriendo y con escaso contraste y, por tanto, me gustaría que quienes de verdad saben los corrijan; pero esta corrección no creo que vaya a alterar esta conclusión (o hipótesis) escalofriante: las condiciones salariales de los trabajadores ingleses a mediados del siglo XIX eran sustancialmente mejores que las que tienen ahora mismo los asalariados españoles. Sorprende (al menos a mi me sorprende); pero los números ahí están.