Bueno, pues ya tenemos pacto. Tendremos que ir a trabajar con pañales y todavía estaremos al pie del cañón con el andador de los mayores si queremos cobrar el cien por cien de la pensión. En fin, seguramente es una buena noticia; pero en todo este proceso se está hablando poco (me parece) de un elemento que, creo, es esencial para que el sistema funcione; me refiero a los salarios.
Es sabido por todos que los salarios en España son comparativamente bajos. El mileurismo, que comenzó siendo un fenómeno que afectaba a los más jóvenes y se suponía que debía ser una etapa transitoria en la vida laboral de cada persona, se va incrustando en la sociedad de forma alarmante. Cada vez son más grupos de trabajadores los que cobran en torno a los mil euros; y no solamente trabajadores no cualificados, también universitarios y personas con formación especializada. Además el salario no sube con los años, personas que llevan en el mercado laboral diez o veinte años siguen sin alcanzar un salario que le permita un cierto desahogo.
Las consecuencias de esta situación son muy variadas y con incidencia en varios sectores. Así, por ejemplo, y tal como comentaba hace un tiempo, tiene mucho que ver con el déficit de financiación de las Administraciones que tantos quebraderos de cabeza está causando. Afecta a la vida de las familias: no es una opción que trabajen los dos miembros de la pareja, es una necesidad; y quizás no falte mucho para que tengamos que vivir de tres en tres para poder llegar a final de mes, con lo que en unos años tendremos que abrir la posibilidad de que el matrimonio pueda ser entre más de dos personas; tiempo al tiempo. Además afecta al consumo; no creo que sea una casualidad que España sea el país con más piratería en música y películas. Si tienes poco dinero comprar un DVD o un CD no es una opción. Y que conste que no justifico las descargas ilegales, sino que me limito a explicar por qué en España, con sueldos mileuristas, hay más piratería que en otros países donde los trabajadores tienen salarios más elevados.
Así pues, los bajos salarios son relevantes para muchas cuestiones y también, evidentemente, para las pensiones. En primer lugar, para el cálculo de la pensión que se cobrará, ya que ésta depende del salario percibido durante la vida activa; pero también para las posibilidades de cobro de la misma.
Un error muy extendido es el de pensar que lo que se cobra de pensión es el resultado de la rentabilización de lo cotizado durante la vida activa; y eso no es así. Lo cotizado sirve para el cálculo de la pensión, pero esas cotizaciones no se ingresaron en su día en un fondo para que con los intereses se pudiera pagar la pensión futura. Eso es lo que se hace con un plan de pensiones; pero la Seguridad Social española no funciona sobre ese sistema. Si así fuera sería imposible pagar las pensiones que se están pagando (comparativamente altas) a partir de las comparativamente exiguas aportaciones realizadas durante la vida laboral. Sería, quizás, conveniente, que alguien se parara a explicar a los pensionistas lo que realmente cobrarían como resultado de la capitalización de sus aportaciones. La mayoría se quedarían muy sorprendidos.
No, el sistema se basa en un sistema de solidaridad intergeneracional: los que ahora son pensionistas pagaron las pensiones de quienes estaban jubilados cuando ellos (los pensionistas actuales) trabajaban, y son los trabajadores actuales los que pagan las jubilaciones de los actuales pensionistas. Y aquí viene una primera paradoja: los trabajadores actuales, mileuristas como sabemos, están contribuyendo a pagar pensiones que son, en ciertos casos, más altas que sus propios salarios, ya que su importe se ha calculado sobre las retribuciones proporcionalmente más altas que se cobraban hace décadas. Está bien ser solidario; pero es causa de cierta perplejidad que el favorecido por la solidaridad esté en mejor situación que el dador de solidaridad.
Y es que a medio plazo la reducción de los salarios tiene que implicar, necesariamente, una reducción de las pensiones. Es cierto que existen alternativas, como por ejemplo que parte de las pensiones se paguen vía impuestos, y no necesariamente en su totalidad a cargo de las cuotas de la Seguridad Social; pero a la larga la devaluación de los salarios ha de implicar una devaluación de las pensiones y, como veíamos antes, una disminución del consumo, menores ingresos vía impuestos y, por tanto, una contracción de la Administración que, probablamente, deberá acabar por pagar también salarios mileuristas a sus funcionarios (ya lo está haciendo con los que no son de las escalas A y B).
¿Es éste el panorama que queremos? Supongo que no, y por eso urge aumentar los salarios en este país. No se plantea como una prioridad y siempre se está hablando de contención salarial; pero esa vía solamente nos conduce al desastre. Si queremos mantener la estabilidad y desarrollo del país hay que introducir las reformas que sean necesarias para conseguir un aumento de los salarios.
La pregunta del millón es cómo se puede conseguir que los salarios aumenten. Me imagino que no existe una medida mágica que consiga esto automáticamente; pero quizás se puede pensar en algunas orientaciones. En primer lugar, hay que primar los sectores productivos con un mayor valor añadido y que menos susceptibles son de competencia por parte de países en vías de desarrollo con salarios muy bajos. A mi las ayudas a las plantas de montaje de coches me dan cierto repelús porque intuyo que meter dinero ahí es tirarlo a un pozo sin fondo. Hace poco se llegó en Barcelona a un acuerdo con Nissan para mantener la empresa y un año después ya estaba otra vez la compañía exigiendo más recortes salariales; y podrá repetir la operación todas las veces que quiera, porque siempre puede llevarse la planta a un país donde se cobre la mitad que en España y se acabó el problema. Por la vía de la industria no hay nada que hacer y, por tanto, hay que limitar las ayudas a estos sectores para centrarlas en aquellos otros que si que crean valor añadido; y para esto una mayor inversión en educación e investigación es fundamental.
En segundo lugar es preciso favorecer el acceso a la actividad empresarial. Una mayor competencia entre los empresarios favorecería la subida de salarios; si son pocas las empresas que compiten por los trabajadores los salarios serán reducidos, si son muchas existirá una tendencia a la subida de los salarios.
Y, finalmente, hay que potenciar la negociación colectiva. Los sindicatos tienen que apoyar una subida real de los salarios. Desde hace casi treinta años permitieron que por la vía de contratos de formación, contratos temporales, etc los más jóvenes fueran casi esclavizados. La compensación era que la situación de los trabajadores fijos no se tocaba. Se produjo así una partición del mercado de trabajo en España que resulta verdaderamente dramática, sobre todo porque aquellos trabajadores fijos privilegiados se están retirando (con buenas pensiones, por cierto) y solamente queda la inmensa masa de mileuristas que se comenzó a formar en la época de las reformas laborales de los años 80. De aquellos polvos, estos lodos.
Es sabido por todos que los salarios en España son comparativamente bajos. El mileurismo, que comenzó siendo un fenómeno que afectaba a los más jóvenes y se suponía que debía ser una etapa transitoria en la vida laboral de cada persona, se va incrustando en la sociedad de forma alarmante. Cada vez son más grupos de trabajadores los que cobran en torno a los mil euros; y no solamente trabajadores no cualificados, también universitarios y personas con formación especializada. Además el salario no sube con los años, personas que llevan en el mercado laboral diez o veinte años siguen sin alcanzar un salario que le permita un cierto desahogo.
Las consecuencias de esta situación son muy variadas y con incidencia en varios sectores. Así, por ejemplo, y tal como comentaba hace un tiempo, tiene mucho que ver con el déficit de financiación de las Administraciones que tantos quebraderos de cabeza está causando. Afecta a la vida de las familias: no es una opción que trabajen los dos miembros de la pareja, es una necesidad; y quizás no falte mucho para que tengamos que vivir de tres en tres para poder llegar a final de mes, con lo que en unos años tendremos que abrir la posibilidad de que el matrimonio pueda ser entre más de dos personas; tiempo al tiempo. Además afecta al consumo; no creo que sea una casualidad que España sea el país con más piratería en música y películas. Si tienes poco dinero comprar un DVD o un CD no es una opción. Y que conste que no justifico las descargas ilegales, sino que me limito a explicar por qué en España, con sueldos mileuristas, hay más piratería que en otros países donde los trabajadores tienen salarios más elevados.
Así pues, los bajos salarios son relevantes para muchas cuestiones y también, evidentemente, para las pensiones. En primer lugar, para el cálculo de la pensión que se cobrará, ya que ésta depende del salario percibido durante la vida activa; pero también para las posibilidades de cobro de la misma.
Un error muy extendido es el de pensar que lo que se cobra de pensión es el resultado de la rentabilización de lo cotizado durante la vida activa; y eso no es así. Lo cotizado sirve para el cálculo de la pensión, pero esas cotizaciones no se ingresaron en su día en un fondo para que con los intereses se pudiera pagar la pensión futura. Eso es lo que se hace con un plan de pensiones; pero la Seguridad Social española no funciona sobre ese sistema. Si así fuera sería imposible pagar las pensiones que se están pagando (comparativamente altas) a partir de las comparativamente exiguas aportaciones realizadas durante la vida laboral. Sería, quizás, conveniente, que alguien se parara a explicar a los pensionistas lo que realmente cobrarían como resultado de la capitalización de sus aportaciones. La mayoría se quedarían muy sorprendidos.
No, el sistema se basa en un sistema de solidaridad intergeneracional: los que ahora son pensionistas pagaron las pensiones de quienes estaban jubilados cuando ellos (los pensionistas actuales) trabajaban, y son los trabajadores actuales los que pagan las jubilaciones de los actuales pensionistas. Y aquí viene una primera paradoja: los trabajadores actuales, mileuristas como sabemos, están contribuyendo a pagar pensiones que son, en ciertos casos, más altas que sus propios salarios, ya que su importe se ha calculado sobre las retribuciones proporcionalmente más altas que se cobraban hace décadas. Está bien ser solidario; pero es causa de cierta perplejidad que el favorecido por la solidaridad esté en mejor situación que el dador de solidaridad.
Y es que a medio plazo la reducción de los salarios tiene que implicar, necesariamente, una reducción de las pensiones. Es cierto que existen alternativas, como por ejemplo que parte de las pensiones se paguen vía impuestos, y no necesariamente en su totalidad a cargo de las cuotas de la Seguridad Social; pero a la larga la devaluación de los salarios ha de implicar una devaluación de las pensiones y, como veíamos antes, una disminución del consumo, menores ingresos vía impuestos y, por tanto, una contracción de la Administración que, probablamente, deberá acabar por pagar también salarios mileuristas a sus funcionarios (ya lo está haciendo con los que no son de las escalas A y B).
¿Es éste el panorama que queremos? Supongo que no, y por eso urge aumentar los salarios en este país. No se plantea como una prioridad y siempre se está hablando de contención salarial; pero esa vía solamente nos conduce al desastre. Si queremos mantener la estabilidad y desarrollo del país hay que introducir las reformas que sean necesarias para conseguir un aumento de los salarios.
La pregunta del millón es cómo se puede conseguir que los salarios aumenten. Me imagino que no existe una medida mágica que consiga esto automáticamente; pero quizás se puede pensar en algunas orientaciones. En primer lugar, hay que primar los sectores productivos con un mayor valor añadido y que menos susceptibles son de competencia por parte de países en vías de desarrollo con salarios muy bajos. A mi las ayudas a las plantas de montaje de coches me dan cierto repelús porque intuyo que meter dinero ahí es tirarlo a un pozo sin fondo. Hace poco se llegó en Barcelona a un acuerdo con Nissan para mantener la empresa y un año después ya estaba otra vez la compañía exigiendo más recortes salariales; y podrá repetir la operación todas las veces que quiera, porque siempre puede llevarse la planta a un país donde se cobre la mitad que en España y se acabó el problema. Por la vía de la industria no hay nada que hacer y, por tanto, hay que limitar las ayudas a estos sectores para centrarlas en aquellos otros que si que crean valor añadido; y para esto una mayor inversión en educación e investigación es fundamental.
En segundo lugar es preciso favorecer el acceso a la actividad empresarial. Una mayor competencia entre los empresarios favorecería la subida de salarios; si son pocas las empresas que compiten por los trabajadores los salarios serán reducidos, si son muchas existirá una tendencia a la subida de los salarios.
Y, finalmente, hay que potenciar la negociación colectiva. Los sindicatos tienen que apoyar una subida real de los salarios. Desde hace casi treinta años permitieron que por la vía de contratos de formación, contratos temporales, etc los más jóvenes fueran casi esclavizados. La compensación era que la situación de los trabajadores fijos no se tocaba. Se produjo así una partición del mercado de trabajo en España que resulta verdaderamente dramática, sobre todo porque aquellos trabajadores fijos privilegiados se están retirando (con buenas pensiones, por cierto) y solamente queda la inmensa masa de mileuristas que se comenzó a formar en la época de las reformas laborales de los años 80. De aquellos polvos, estos lodos.