Hace unos meses escribía sobre la proximidad del bicentenario de la Constitución de Cádiz. Entonces planteaba que sería una buena ocasión para reflexionar con rigor y profundidad sobre la estructura del Estado. La Constitución de Cádiz es, y se ha destacado poco este punto, el punto de inicio de España como Nación. Antes de la Constitución de Cádiz jurídicamente solamente existían distintos reinos y territorios unidos dinásticamente. Antes de 1812 España era un concepto geográfico y político, no una realidad jurídica.
Es cierto que desde hacía siglos España era dada por sentada como objeto y objetivo. Los ejemplos son muchos, pero aquí no me resisto a recordar el bando final de Rafael Casanova en Barcelona justo antes de la rendición de la ciudad a las tropas de Felipe V (Felipe IV en Catalunya); la negrita ha sido añadida por mí:
"Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan los presentes, y dan testimonio a las generaciones venideras, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, quejándose de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y extermine todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España".
Es claro que en aquel momento los catalanes se consideraban españoles y entendían su lucha como una lucha con el conjunto de España. Es decir, existía una idea de España que permitía la construcción de empresas comunes.
A esa España aún solamente imaginada es a la que da forma la Constitución de Cádiz, convirtiendo en realidad una Nación hasta entonces inexistente. Luego vendrían los años tenebrosos, desde la llegada de Fernando VII en 1814 hasta la Constitución de 1978. En esos años se perdió en gran medida el legado anterior; pero no creo que resulte imposible recuperarlo; pero para eso es necesaria determinación e inteligencia. Aprovechar el bicentenario de la Constitución de Cádiz para lanzar esta tarea sería síntoma de inteligencia.
De momento no estoy excesivamente esperanzado. Esta mañana escuchaba en la radio un programa que se ocupaba de la Constitución de Cádiz. El presentador del mismo orientaba la charla con el alcalde de San Fernando (creo) y con un constitucionalista cuyo nombre no pude oir por derroteros que me desagradaban. Se hacía hincapié en el "gracejo andaluz" (al ponerle el sobrenombre de La Pepa por el día de su promulgación) y se pretendía descubrir su importancia, pese a su escasa vigencia, por su influencia en Constituciones posteriores, tanto españolas como extranjeras.
No señores, la Constitución de Cádiz es mucho más que eso, la Constitución de Cádiz es el acta de nacimiento de España. El equivalente para nosotros de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Ni más ni menos.
Es cierto que desde hacía siglos España era dada por sentada como objeto y objetivo. Los ejemplos son muchos, pero aquí no me resisto a recordar el bando final de Rafael Casanova en Barcelona justo antes de la rendición de la ciudad a las tropas de Felipe V (Felipe IV en Catalunya); la negrita ha sido añadida por mí:
"Se hace también saber, que siendo la esclavitud cierta y forzosa, en obligación de sus cargos, explican, declaran y protestan los presentes, y dan testimonio a las generaciones venideras, de que han ejecutado las últimas exhortaciones y esfuerzos, quejándose de todos los males, ruinas y desolaciones que sobrevengan a nuestra común y afligida Patria, y extermine todos los honores y privilegios, quedando esclavos con los demás españoles engañados y todos en esclavitud del dominio francés; pero así y todo se confía, que todos como verdaderos hijos de la Patria, amantes de la libertad, acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España".
Es claro que en aquel momento los catalanes se consideraban españoles y entendían su lucha como una lucha con el conjunto de España. Es decir, existía una idea de España que permitía la construcción de empresas comunes.
A esa España aún solamente imaginada es a la que da forma la Constitución de Cádiz, convirtiendo en realidad una Nación hasta entonces inexistente. Luego vendrían los años tenebrosos, desde la llegada de Fernando VII en 1814 hasta la Constitución de 1978. En esos años se perdió en gran medida el legado anterior; pero no creo que resulte imposible recuperarlo; pero para eso es necesaria determinación e inteligencia. Aprovechar el bicentenario de la Constitución de Cádiz para lanzar esta tarea sería síntoma de inteligencia.
De momento no estoy excesivamente esperanzado. Esta mañana escuchaba en la radio un programa que se ocupaba de la Constitución de Cádiz. El presentador del mismo orientaba la charla con el alcalde de San Fernando (creo) y con un constitucionalista cuyo nombre no pude oir por derroteros que me desagradaban. Se hacía hincapié en el "gracejo andaluz" (al ponerle el sobrenombre de La Pepa por el día de su promulgación) y se pretendía descubrir su importancia, pese a su escasa vigencia, por su influencia en Constituciones posteriores, tanto españolas como extranjeras.
No señores, la Constitución de Cádiz es mucho más que eso, la Constitución de Cádiz es el acta de nacimiento de España. El equivalente para nosotros de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos. Ni más ni menos.