En estos días se ha sabido que el gobierno volverá a incrementar el salario mínimo interprofesional (SMI), llegando a los 15.120 euros anuales. Es un incremento significativo, que consolida el incremento del SMI en los últimos años, pasando de los menos de 9.000 euros anuales en el año 2012 a los más de 15.000 de este año.
Grafico 1
Es un incremento que es relevante, incluso si tenemos en cuenta el efecto de la inflación. Así, el gráfico anterior, corregido teniendo en cuenta el poder adquisitivo en el año 2012; esto es, descontando en las subidas del SMI el efecto de la inflación, nos da el siguiente resultado:
Gráfico 2
Ahora bien, el análisis de los salarios debe ir más allá del SMI. Son varios los datos que se pueden considerar, pero me quedaré, de momento, con uno: el salario medio, que resulta de dividir el conjunto de recursos dedicados a salarios entre el número de asalariados. Poner en relación este indicador con el SMI puede resultar interesante, puesto que mientras el primero es fruto de una decisión del gobierno, el primero, el salario medio, nos indica el punto en el que se cruzan la oferta y la demanda de trabajo. Es decir, nos indica cómo se mueve el mercado de trabajo más allá de las regulaciones que pueda establecer el gobierno. Las gráficas correspondientes al salario medio en España entre el 2012 y el 2021 (todavía no he encontrado los datos correspondientes a 2022) serían las siguientes. La primera en valor nominal y la segunda teniendo en cuenta el efecto de la inflación.
Gráfico 3
Gráfico 4
Vemos como hay una diferencia significativa entre la gráfica del SMI y la del salario medio. Mientras que el SMI no ha dejado de incrementarse en los últimos años, el salario medio no ha dejado de bajar, lo que es aún más evidente si se tiene en cuenta el efecto de la inflación. Creo que puede ser interesante ver juntas ambas gráficas. Si le damos al SMI en el año 2012 veremos cómo ha evolucionado el SMI y el salario medio teniendo en cuenta los efectos de la inflación; esto es, cuál ha sido la evolución del poder adquisitivo tanto de quien disfruta del SMI como de quien gana el salario medio en España.
Gráfico 5
Nos encontramos con dos líneas que se van acercando, de forma especialmente pronunciada en los últimos cuatro años; de tal forma que mientras en 2012 el salario medio era más de tres veces el SMI, en el año 2021 era apenas 2 y en este año 2023 quizás nos encontremos con que el salario medio es menos de dos veces el SMI. En el gráfico siguiente veremos cómo ha evolucionado la relación entre SMI y salario medio.
Gráfico 6
La comparación con otros países también puede ser interesante. En el siguiente gráfico se compara SMI y salario medio en distintos lugares. Como se verá, España está entre los países en los que la relación entre SMI y salario medio es más baja.
Gráfico 7
Creo que los datos anteriores deberían ser analizados. Desde hace tiempo muestro mi preocupación por la disminución de los salarios. No solamente en España, sino a nivel mundial. Desde hace tiempo, la parte del PIB que cada país dedica a salarios disminuye. Las rentas del trabajo tienen un peso cada vez menor en el conjunto de la economía. Me he ocupado en otras entradas de esta cuestión que, como vemos, la subida del SMI no hace más que maquillar. Por mucho que el SMI haya subido en los últimos años en nuestro país, el salario medio, teniendo en cuenta el deterioro que provoca la inflación sobre las subidas nominales del salario, ha disminuido significativamente. En concreto, el poder adquisitivo del salario medio en España en 2021 es tan solo un 90% el del salario medio hace diez años (véase un poco más arriba el gráfico 4). Es decir, la capacidad adquisitiva de los trabajadores en España, de media, es inferior a la que tenían hace diez años. Como digo, la subida del SMI no puede convertirse en maquillaje de esta realidad que, a mí al menos, me parece preocupante.
Pero todavía hay más: como acabamos de ver (gráfica 6) en diez años el salario medio ha pasado de ser 3 veces el SMI a simplemente doblar este último. De seguir esta tendencia, en otros diez años el salario medio y el SMI se igualarán. Si eso sucediera ¿qué pasaría?
Creo que estamos empezando a verlo. Al subir el SMI, los emolumentos que adquieren los trabajadores con menos formación y menores responsabilidades aumentan; ahora bien, esto no implica que lo que cobran aquellos trabajadores mejor formados aumente; puesto que sus salarios no suben por una decisión del gobierno (a salvo de los trabajadores públicos). La disminución del salario medio real en España nos muestra que esa subida del SMI no hace que todo el resto de salarios suban, sino que se limita a incrementar el suelo del mercado laboral. Así, está empezando a pasar que las diferencias entre salarios de trabajadores sin formación ni experiencia y trabajadores con formación y experiencia comienza a aproximarse (lo mostraría, de alguna forma, la gráfica número 5).
¿Qué consecuencias tendrá lo anterior? Una primera es que será difícil convencer a los más jóvenes para que se formen. Si el salario que van a obtener sin formación y el que conseguirán formándose apenas se diferenciarán ¿para qué dedicar esfuerzos a prepararse o qué sentido tiene invertir en unos estudios universitarios que no ofrecerán salarios más altos que los que te garantiza el SMI?
Obviamente lo anterior es muy esquemático; pero lo cierto es que no sería racional desde una perspectiva económica invertir en formarse si luego esa inversión no daría como resultado unos ingresos mayores a los que uno podría conseguir si no se formara.
No descarto, sin embargo, que ese no sea el futuro. Quiero decir, dada la reducción de la demanda de trabajo como consecuencia de la automatización y robotización de muchas tareas, es posible que nos enfrentemos a un mundo en el que, simplemente, no habrá trabajo para todos, de tal forma que
el mercado de trabajo acabará llevando a unos salarios de mera subsistencia.
En un mundo así, el SMI marcaría ese mínimo que no podría ser rebasado por abajo; pero, a la vez, se convertiría en un máximo; de tal manera que la elección del trabajo se haría por mera vocación: un celador y un cirujano cobrarían lo mismo, el SMI (y ¡ojo! vean lo que cobran los médicos residentes y asómbrense de lo poco que ganan personas de las que depende el éxito de una operación o el tratamiento de una enfermedad grave); por lo que no serían razones económicas las que llevarían a una u otra profesión.
Quizás no fuera un mundo desagradable; pero, en cualquier caso, sería un mundo diferente al que ahora conocemos; pero vayan acostumbrándose a él; y cuando vean que sube el SMI, fíjense, por favor, en si ha subido o no el salario medio; porque las subidas del SMI que no van acompañadas de subidas del salario medio nos acercan a esa distopía en la que todos cobran igual con independencia de su formación o responsabilidades.
¡Ah, y, por cierto! fíjense también en lo que suponen las pensiones. Si el salario medio no sube, el SMI se incrementa y las pensiones también se incrementan al final todo se acabará igualando. Y no digo que este no sea un objetivo deseable; pero seamos conscientes de lo que implica y a dónde nos lleva.
Gráfico 8
Como puede comprobarse, mientras el salario medio ha mantenido un crecimiento muy modesto, por debajo del incremento del PIB, tanto el salario mínimo interprofesional como el gasto en pensiones han subido mucho más que el conjunto de la economía. El crecimiento del gasto en pensiones nos enfrenta a problemas de sostenibilidad; mientras que el incremento del SMI sin que vaya acompañado de un crecimiento del resto de salarios implica que deja de ser racional dedicar tiempo, esfuerzo y dinero a formarse. Si las diferencias entre el salario de quien no tiene cualificación y de alguien cualificado no son relevantes, la recuperación del dinero no ganado en los años de formación llevaría un tiempo excesivamente largo.
Quizás cuando nuestros hijos nos dicen que lo que quieren ser de mayores es
influencers están manteniendo algo profundamente racional, al menos desde el punto de vista económico.