El 23 de diciembre se reunió la cumbre
para el referéndum convocada por Carles Puigdemont. Me llamaron la atención dos
de los asistentes. En primer lugar, la señora Montse Conejo, presidenta de la
FaPaC, federación de AMPA de Cataluña, que en su página web dicen representar a
más de 400.000 familias; entre ellas la mía, pues he comprobado que el AMPA del
colegio de mis hijos está adherida a la FaPaC. Por otra parte Carles Sastre,
quien fue condenado por haber intervenido en el asesinato de José María Bultó en
1977. Al Sr. Bultó se le adosó una bomba al pecho. Cuando el explosivo estalló
el cuerpo del Sr. Bultó voló en pedazos.
Que una persona que dice representar a mi
familia haya participado en una reunión de carácter político orientada a
conseguir un propósito que no comparto en absoluto, la celebración de un
referéndum de autodeterminación en Cataluña, carece de justificación. Las AMPA
tienen por objetivo representar a los padres en nuestra relación con el colegio
de nuestros hijos, gestionar actividades extraescolares o facilitar ayuda al
centro para que éste desarrolle su tarea educativa. No espero ni tolero que se
aprovechen de mi representación para participar en actividades políticas que
para nada tienen que ver con la educación.
La indignación que me produce el abuso de
confianza que supone utilizar la FaPaC como instrumento del separatismo se
convierte en náusea cuando tal utilización implica que quien dice representarme
comparta mesa con quien ha sido condenado por participar en un crimen tan execrable
como el que acabo de describir.
Debemos rechazar que las instituciones de
la sociedad civil sean secuestradas por el nacionalismo. Yo ya me he quejado a
mi AMPA y a la FaPaC por su participación en la cumbre del 23 de diciembre.
Ojalá más padres lo hagan.
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